Camagüey. Del Convento de las Ursulinas a la Universidad de las Artes


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En el proceso de rehabilitación de los centros históricos el patrimonio construido deviene por su tipología una obra de arte cuya estética no está en lo factual sino en el acontecimiento cultural que acompaña su intervención. Devolver a los inmuebles que integran y definen el documento a partir del cual comprender el desarrollo y evolución de una cultura responde a la titánica razón de rescatar el “aurea” inherente al proceso histórico que le dio origen, pero al mismo tiempo, al hecho de dar respuesta a demandas socioculturales del hombre contemporáneo. A estas coordenadas ha estado sumergido el antiguo Monasterio de las Ursulinas en Camagüey, signo de la primera institucionalización de la enseñanza femenina en la región, al acoger a la Oficina del Historiador de la Ciudad en su primer claustro y, recientemente, a la filial de la Universidad de las Artes en el segundo.

    

Las ursulinas se establecieron en Camagüey a iniciativa del patriciado principeño en 1819 en la casa de Obrapía fundada en 1804 por el capitán de granaderos don Lorenzo de Miranda y Aguilera en la céntrica calle Mayor, a media cuadra de la Plaza de Armas —hoy Cisneros entre Cristo y Rosa la Bayamesa—; pero la función social que habría de jugar la institución y la tipología de la edificación no resultaban compatibles, lo que conllevó a la construcción de una nueva sede que se inauguraría en 1829 al lado de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen (1825). Iglesia y convento, junto al Hospital de Mujeres (1808), definieron uno de los conjuntos urbanos más hermosos del periodo colonial en la ciudad, de ahí su inclusión dentro del área declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en el 2008.

    

En relación con los valores patrimoniales legados por el Convento de las Ursulinas bastaría referir el dechado confeccionado por Dolores Betancourt en 1866, pieza que forma parte de la colección de lencería del Museo Provincial Ignacio Agramonte y Loynaz (1), como huella de consolidación cultural en la sociedad principeña, máxime si se recuerda la Escena de “El Lugareño” publicada en la Gaceta de Puerto Príncipe el 27 de junio de 1838 en la que tras una visita al centro comenta: “Pedí los trabajos de aguja y solo me presentaron algunos muy comunes y ordinarios: las marcas estaban regulares; pero nada de bordados, ni de tejidos de ninguna clase, ni obras de pelo, ni de flores, ni dorado, ni dibujo, ni pintura, ni música, ni baile, ni nada de lo que deben saber las mujeres decentes y bien educadas”.


Otras muestras de legitimidad de este inmueble en el proceso de patrimonialización en Camagüey se pone de manifiesto durante la VI Convención Nacional de sus clubes en Cuba celebrada en la ciudad en junio de 1944. En este ámbito, el historiador Jorge Gustavo Juárez Sedeño solicita que el entorno del Carmen sea conservado para fines turísticos y otros empeños culturales y Rafael González Blanco, vecino de ese entorno solicita al Ayuntamiento la declaración del entorno de Bedoya–El Carmen como Monumento Municipal, al tiempo que propone la sustitución del nombre de la Plaza del Carmen por el de Plaza de las Ursulinas. El reconocimiento del conjunto urbano y de la orden religiosa como parte del patrimonio camagüeyano, entre 1944 y 1947, constituye de por sí un fuerte aval para entender el impacto cultural que las religiosas dejaron en la sociedad local, a pesar de haber abandonado el edificio en 1932.

    

A las ursulinas siguieron las salesianas, también en función de la enseñanza, y tras el proceso de nacionalización con el triunfo de la Revolución en ambos claustros se instalan escuelas de nivel primario y secundario. Entre 1989 y 1997 el antiguo convento se sumergió en un silencio que de vez en vez rompían los depredadores en busca de una reja u otro elemento de fácil desprendimiento; su uso como almacén de libros y equipamientos de círculos infantiles se mantuvo hasta 1998, fecha en que se inicia una recuperación del inmueble por parte de la Oficina del Historiador de la Ciudad, institución que tiene su sede en el primer claustro, destinándose el segundo a la filial de la Universidad de las Artes en Camagüey. 

La Universidad de las Artes en Camagüey fue fundada como Unidad Docente en septiembre de 1989 en el Centro Iberoamericano de esta ciudad, un majestuoso edificio del repertorio doméstico rehabilitado en el periodo republicano para sede de la antigua Colonia Española. Tras corto tiempo se traslada a la casita de Hermanos Agüero esquina Príncipe, junto al Centro Nicolás Guillén hasta el 2010, año en que se ubica en la Escuela de Música José White hasta el 2016, en que definitivamente abre sus puertas, el 9 de septiembre, en el segundo claustro del antiguo convento.

Su apertura en la Ciudad de los Tinajones se lleva a cabo en el perfil de guitarra, en la especialidad de música, hecho que encuentra fundamento en la solidez de la Escuela Profesional de Nivel Medio en la localidad y la existencia de un claustro de altos quilates tanto en especialidades teóricas como las puramente teóricas.

De su impacto sociocultural en la ciudad daría testimonio el grupo de concierto Musicora, integrado por los egresados de la Universidad de las Artes en Cuba (ISA): Yamila Boudet, pinaista; Pedro Lázaro Suárez y Félix Puig, guitarristas; e Imilka Fernández, especialista en musicología; y Maryoli Cuello, profesora de solfeo de la José White; Humberto García, arreglista y compositor, profesor de la vocacional de arte; Romell Ramírez, egresado de la profesional de Camagüey, y Rafael Carrión, graduado de canto en el Centro de Superación para el Arte y la Cultura y miembro del Coro Profesional. Musicora fue la voz del ISA en Camagüey a partir del 19 de octubre de 1994.

Con el paso del tiempo la especialidad se fomenta y cuenta hoy con 10 perfiles: piano, violín, viola, contrabajo, flauta, clarinete, saxofón, fagot, trombón y trompa. Pueden optar por ella todos los egresados del Nivel Medio residentes en la región centro-oriental. A ello se sumó, a partir de 1990, la especialidad arte danzario con el perfil de ballet al que se añadió danza folklórica y, desde el 2002 Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual en los perfiles de dirección, sonido, edición, fotografía, producción.

Con la misión de formar y desarrollar profesionales de la región centro oriental del país, la filial del ISA en Camagüey ha graduado 280 artistas y su accionar en la cultura del territorio se manifiesta desde múltiples perspectivas entre las que se destaca la labor de dos cátedras honoríficas: la de Fernando Alonso, desde el 20 de diciembre de 2009 y dirigida por la Lic. Maître Regina M. Balaguer Sánchez directora general del Ballet de Camagüey; y la Alejo Carpentier dirigida por Luis Álvarez Álvarez y Olga García Yero, así como su inserción en citas y eventos de la UNEAC y la AHS.

En el Almacén de la Imagen, el Taller de Crítica Cinematográfica, la Feria del Libro, el Festival Internacional de Videoarte, el Festival IMAGO del ISA, la Muestra Joven ICAIC, el Festival de Cine Pobre de Gibara, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, la Fiesta del Fuego en Santiago de Cuba, las Romerías de Mayo en Holguín, JoJazz y Cubadisco, entre otros, están presentes sus profesores y alumnos.

Bajo la dirección de María Antonieta Rioseco López-Trigo en compañía de Elisa González Ugando, subdirectora docente, y Elizabeth Guerra Guevara, secretaria general, la Universidad de las Artes en Camagüey devuelve al antiguo convento, en una dimensión propia de su tiempo, la función para la que fue construido este inmueble. La Empresa Provincial de Restauración y Conservación de la Oficina del Historiador de la Ciudad, con sus criterios de intervención, se ha encargado de enlazar pasado y presente mediante soluciones en las que armónicamente dialogan la antaña tipología arquitectónica y su contemporánea funcionalidad.  

No se reduce la intervención al patrimonio edificado porque se ha de salvaguardar el patrimonio cultural. Restituyen los camagüeyanos el “aurea” del antiguo Convento de las Ursulinas, solo que en lugar del prístino valor lo hacen de forma consciente en una digna resignificación social.       

 

 

Nota:

(1) Museo Provincial Ignacio Agramonte: Colección de lencería, no. 33-26. Esta pieza se encontró en la casa perteneciente a Dolores Betancourt —Luaces 52— y fue donada por Juan Costo Navas, director provincial de Educación el 28 de mayo de 1963.


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