Carlos Ruiz de la Tejera o la alegría de vivir junto a su pueblo


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Cualidades como la de tener un estilo único en su comunicación con el público cubano y de otros países, y la de saber imprimir con alto sentido estético un humor en el que hilaridad y enciclopedismo (¡a diestra y siniestra!) se conjugan para brindar un efecto cultural en cada una de sus audiencias receptoras, podrían quizás –entre muchas otras–, resumir la personalidad de este artista (¡cubanísimo!), con un dominio del ejercicio de la versatilidad que rompe fronteras en los cuatro puntos cardinales desde hace tiempo. Es Carlos Ruiz de la Tejera o… ¿la alegría de vivir en Carlos Ruiz de la Tejera?

¿Por qué el humor en su vida? ¿Cuándo y por qué lo decidió? ¿Procede de una familia de humoristas?

“El humor es una vocación del hombre que considero implícita en todos los aspectos de la vida. Podría existir una influencia familiar, podría existir un gen, pero lo importante es la vocación. Algo que hay que tomar más en cuenta hoy en día. En mi caso, mi padre siempre tuvo planes conmigo: me obligó a estudiar Ingeniería –soy ingeniero civil–, pero, al mismo tiempo, era capaz de hacer reír a la gente y de ser poeta. Desconocía que podía llegar a ser actor, no obstante gustarme el arte. Tenía tal facilidad para actuar y, a la vez para hacer reír que, cuando pequeño en el colegio, recibía todos los premios siempre que se producía la puesta en escena de alguna pieza de teatro. Posteriormente, ya en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana existía un coro cuya directora era Hilda Ruiz Castañeda –una persona fabulosa, fundadora de la Sociedad Coral de La Habana–, quien acostumbraba invitar a sus clases a un gran número de especialistas quienes nos impartían cursos elementales de Arte.

“Además de todo esto era asiduo a la Sociedad Cultural Pro Arte Musical. A través de ella pude conocer a artistas de renombre a nivel internacional, como violinistas, sopranos, tenores, bailarinas, directores de orquestas sinfónicas… Ruiz Castañeda tenía también un grupo coral llamado Madrigal de La Habana con el que llegó a estrenar conocidas puestas en escena. Ella misma me seleccionó para ese grupo –compuesto por diez voces–, con el que llegué a realizar, en 1957, mi primera gira artística que se produjo en España. Allá conocí al maestro Joaquín Rodrigo (compositor y autor de la pieza Concierto de Aranjuez), jefe de la cátedra de música de la Universidad complutense…Y fue a partir de aquel momento, de aquella primera gira, que decidí reafirmarme como artista. Pero, estudiaba Ingeniería también, por tanto, la situación no fue nada fácil en mi casa. ¿Qué hice entonces? Estudiaba Ingeniería y ensayaba a la vez con el coro Madrigal de La Habana. Recuerdo que los ensayos se hacían diariamente en la barriada habanera de La Víbora, y yo residía en Centro Habana en aquella época.

“Más tarde, pasé a formar parte de los grupos corales de la Ópera Nacional y allí descubrí que era actor también. Y… así continué”.

Humor y respeto al público, ¿indisolubles?

“Seguramente. Intuitivamente siempre he hecho un humor para que la gente se ría, nunca para faltarle el respeto; como tampoco para que la risa constituya un objeto de burla hacia los defectos físicos o mentales de otros. Nunca olvidaré que, en los años setenta, cuando nuestro poeta nacional, Nicolás Guillén, era presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), me propuso estudiar Estética Marxista. Disciplina que plantea, entre otras cuestiones, que cuando un humorista actúa de forma grotesca o para provocar una hilaridad de burla, humillante, ese artista está moralmente enfermo. Con franqueza diría que todos los humoristas deben estudiar Estética Marxista. Van a aprender muchísimo”.

Algún cuestionamiento al humor actual? ¿Cómo lo define?

“Depende del humorista. En este país existen verdaderos genios como son los casos de Osvaldo Doimeadios y de Octavio Rodríguez (Churrisco)…Son humoristas que respetan al público y que se respetan a sí mismos como artistas. Pero, si vamos a hablar de esto tenemos que hacerlo a partir del aspecto económico. ¿Por qué? Sucede que, por lo general, los gerentes de algunos centros nocturnos de nuestro país tienen que recaudar un gran monto de dinero en CUC (moneda convertible), a partir de las actuaciones de los artistas. Y con esa medida, por supuesto, se derivan exigencias. Desafortunadamente, ningún gerente ha asistido jamás a una escuela de arte y, por ende, no comprende que una recaudación en dinero puede hacerse con arte bien hecho, culto, superior…Sin chabacanerías, ni vulgaridades. Así, conozco a humoristas que se han retirado de muchos centros nocturnos producto de esta situación con las gerencias. No debemos olvidar que José Martí nos enseñó a que hay que ir a lo mejor del ser humano, sino lo peor prevalece”.

Dramaturgia humorística en el teatro, radio y televisión, ¿compartimentados en las necesidades y espontaneidad del cubano de hoy? ¿Qué apreciaciones tiene de este fenómeno en esos medios?

“La dramaturgia es muy importante en esos medios, sin embargo, demuestran ser más cuidadosos en determinados temas. Haría falta que quienes dirigen cada sección en los medios tuviese la cultura necesaria para saber discernir acerca de dónde están los problemas y para, al mismo tiempo, entender que el arte es parte de la vida.

“Sobre esto Martí también hizo referencia cuando expresó que el humor y la sátira tienen que ser a la sociedad como un látigo con cascabeles en la punta. Le quitas los cascabeles y es hipercrítico. A mí me gusta que la gente ría, pero que piense a la vez. “Asimismo, tengo monólogos que nunca he presentado en público, tan sólo en marcos cerrados. Y algunos me han preguntado por qué no lo he hecho. Por ejemplo, el Monólogo de la reunión: una crítica constructiva contra el exceso de reuniones en nuestro país, que tanto daño hace –crítica abierta del Presidente Raúl Castro en la actualidad–; lo estrené en la Sala Universal de las FAR hace algún tiempo y recuerdo que era el preferido de algunos dirigentes, como es el caso de Miguel Díaz Canel (hoy ministro de Educación Superior), a quien le encanta. Ahora tengo el Monólogo de La Cosa… ¡Está acabando! ¡A la gente le encanta!

“Por otra parte, ¿qué pasa en los medios masivos? Simplemente, que existen muchos dirigentes con verdaderos valores, con cultura, pero existen otros que no piensan, poco inteligentes y, como consecuencia, van cerrando los programas humorísticos poco a poco. Es entonces que nos preguntamos:¿Y qué le pasa al personaje de Mente de pollo, que ya no hace críticas constructivas en la televisión?

“Existe una falta de comprensión muy grande ante la crítica constructiva; fundamental en nuestra sociedad. No se puede ser depredador ante ella. Martí lo expresó también: Ser culto para ser libre. Una persona culta, un dirigente culto sabe decir bien las cosas; sabe expresarse bien acerca de los problemas críticos, de las cosas mal hechas y superarlas, entonces, con inteligencia. Y en todo esto el humor es un arma, al llevar al conocimiento y conciencia de las personas las cosas mal hechas y cómo mejorarlas. Decirlo, expresarlo como revolucionarios, por la consolidación de nuestra Revolución.”

¿Qué representa el teatro actual para usted? Inconvenientes, alcances…

“Tuve la suerte –cuando hacía ópera y cuando me estrené en el teatro–, de hacerlo con el afamado dramaturgo cubano Andrés Castro, quien tenía un taller en la sala Las Máscaras (aquí en la capital); su esposa era Antonia Rey, una popularísima actriz en Cuba quien había hecho teatro también en Broadway.

“Recuerdo que, en aquel entonces, yo estudiaba francés (La Alianza Francesa) junto a la inolvidable actriz y cantante María de los Ángeles Santana y ella fue quien me significó que, en el género de teatro en este país, existían dos grandes: Vicente Revuelta y Andrés Castro. Revuelta estaba al frente del grupo Teatro Estudio –en la calle Neptuno en Centro Habana–, y yo residía en las calles Quinta y diez en El Vedado, muy cerca de la sala Las Máscaras (calles Primera y B). En aquel entonces trabajaba como ingeniero de día. No obstante, un día me personé en Teatro Estudio y Andrés Castro me aceptó enseguida. Allí coincidían actores y actrices profesionales, como fue el caso del también querido Enrique Almirante.

“Castro logró trasladar a sus talleres el concepto de la expresión corporal, y es así cómo realizo mi primera obra de teatro, El sombrero de paja de Italia (Nabiche y Michele). Así las cosas, una comisión de alto nivel, al verme actuar, me ofreció un contrato para trabajar en el Conjunto Dramático Nacional que encabezaba la gran Violeta Casals y que contaba con actores y actrices como Alejandro Lugo, Miriam Acevedo… Lo mejor de la dramaturgia cubana en aquellos momentos.

“Debo decirte igualmente que, como ingeniero hidráulico calculé muchas presas en aquel entonces, principios de los años sesenta, principios del triunfo revolucionario. Trabajé muchísimo: me levantaba muy temprano en la mañana, y partía para el Ministerio de la Construcción; por las tardes, asistía a los talleres de teatro. Así estuve un buen tiempo hasta que, finalmente, me quedé en el teatro para jamás marcharme.

“Obras como La Madre, de Bertold Brecht, la recuerdo como una puesta en escena maravillosa con las actuaciones de Violeta Casals y Miriam Acevedo. En aquella época las puestas de teatro se hacían con grandes recursos, doble escenografía y bajo la dirección musical de Leo Brower. Con el Conjunto Dramático… recorrí la Isla completa. Nos visitaban figuras de connotación internacional como Svoboda (escenógrafo).

“En resumen, los años sesenta en Cuba fueron prolíficos en cuanto a ambiente teatral. Teníamos salas como las de Teatro Estudio, dirigido por Vicente Revuelta; el Grupo Milanés, dirigido por Adolfo de Luis; el Grupo Rita Montaner, dirigido por Cuqui Ponce de León y el Conjunto Dramático Nacional que, en un inicio lo dirigió Eduardo Manet y luego Mario Rodríguez Alemañy. Teníamos muchos directores artísticos.

“Al mismo tiempo se creó el Grupo de los Doce para estudiar las nuevas técnicas actorales de teatro de aquel entonces, como el Método Grotovski (Jerzy Grotowski, 1933-1999, director polaco de teatro experimental), las proposiciones del teatro abierto de Peter Brook. Junto a Aramís Delgado, José Antonio Rodríguez y Flora Lauten, decidí integrar aquel Grupo con el cual trabajaba desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche. Estas nuevas técnicas experimentales permitieron la concentración hacia adentro de cada uno de nosotros. Así montamos la obra Peer Gynt del dramaturgo noruego Ibsen. Todo un éxito.

“Con dicho aprendizaje fue que pude lograr la concentración interna. Y esto sí  constituyó una divisa para mí pues, aunque se tenga un gran talento, lo interno es fundamental.  Stanislavsky, Brecht, hablaron mucho acerca de ello y Grotovski continuó con este concepto.

“En mi caso, llegué a realizar numerosos dramas, comedias…y me percaté a la vez de la importancia del humor. Pero del humor que diga cosas. Y así empecé a desarrollarlo en el teatro a partir de la línea del monólogo. En el caso de la televisión lo inicié con el director Manolo Rifat, en sus programas Juntos a las Nueve (personaje Tallarini), y en Música y Estrellas; en el cine, Gutiérrez Alea (Titón) me ofreció papeles en Las Doce Sillas, en La muerte de un burócrata, en Los sobrevivientes (clásico del cine cubano e internacional)…

“Realmente la técnica teatral es sobresaliente, porque te reafirmas en tu expresión corporal al ser el cuerpo el arpa del alma. Cuando actúas en el cine o en la televisión tú adaptas esa técnica a esos medios masivos donde la labor de las cámaras es esencial. En suma, la técnica es importantísima, y hay que entrenarse diariamente. ¡Yo me entreno todas las mañanas!

“No podemos tampoco pasar por alto el teatro tan extraordinario que se realizó en la década de los ochenta del pasado siglo. Alejandro García (Virulo) jugó un papel fundamental como guionista, actor y cantante –recordemos piezas como La esclava contra el árabe y El bateus de Amadeus, entre otras–; en la gran mayoría de esas puestas en escena se satirizaba la realidad cubana de aquellos momentos. Todas, de gran éxito nacional e internacional. Recuerdo que actuamos en países como España, México, Venezuela, Nicaragua…

“En Teatro Estudio, bajo la dirección de Vicente Revuelta, se realizó Galileo Galilei; Las tres hermanas, de Chejov: en el papel de Masha, Raquel Revuelta; en el de Olga, Ana Viñas y en el de Irina, Marta Farrés. En suma, contábamos con elencos actorales de primera. Vicente y Raquel Revuelta trabajaron muchísimo. Vicente, en especial, era un genio del teatro.

“Hay que destacar que este país está lleno de talentos para el teatro, la televisión y el cine, pero hay que hacer cosas de calidad; y hay que escuchar también a todo el mundo, pues cada quien tiene sus conceptos y caminos. En el mundo de la danza ocurre lo mismo. ¡Cuántos grupos de danza tenemos! Y el Ballet Nacional de Cuba constituye un ejemplo de rigor, de clase, de excepcionalidad al respecto; con los criterios de Alicia Alonso como figura internacional desde hace muchísimos años. Ella tiene sus criterios, otras personas tienen los suyos…Bueno, si es así… ¡pues que formen sus grupos o compañías aparte!”

Jóvenes valores en el teatro cubano actual, ¿qué observaciones hacer?

“En mi criterio le hubiera otorgado el Premio Oscar al niño que actúa en la película cubana (¡tan exitosa!) El Ojo del Canario, del director Fernando Pérez. El elenco actoral fue genial. Igualmente, cuando se admira otra película como La Casa vieja, la actuación de Adria Santana en ella también es para un Oscar, al igual que el actor Alberto Pujol; Havana Station, que realiza una crítica contra la educación burguesa que se le imprime a algunos niños –sean hijos de dirigentes, de artistas o de quienes sean–, es otro ejemplo de largometraje con actuaciones sobresalientes de nuevos valores…Hay muchos valores jóvenes y muy jóvenes. No obstante, se han hecho muchas boberías en el teatro, en el cine y en la televisión –aunque respeto a cada cual que haga lo que le dé la gana–, pero sí existen grandes talentos.

“En mi Peña –ya con 28 años–, he procurado llevar no sólo mi arte, sino también el talento de poetas, actores, trovadores, humoristas, teatristas, artesanos, pintores y otros. Muchos de ellos noveles, con el propósito de brindarles seguridad y promoción ante el público que allí concurre. Un verdadero caudal de talento inédito el que existe en esta Isla. Y el pueblo tiene derecho a ver y conocer a jóvenes y nuevos talentos”.

Lo cubano en Carlos Ruiz…

“Esencial. Nicolás Guillén me dijo en una ocasión: Mientras más nacional seas, más universal serás. En el humor, por ejemplo, monólogos como el de La guagua, la gente no sólo se ríe en Cuba, sino también en el extranjero. En México, tú refieres que tratar de coger una guagua en nuestro país es como tratar de coger el metro allí, en la hora pico… ¡Ya!, ¡Lo cogen enseguida!  Tienen que ser situaciones muy específicas, muy cubanas, llevadas a monólogos, como es el caso de la Jaba de nylon. Recordemos grandes artistas cubanos, como es el caso de Rita Montaner, quien triunfó en París cantando El Manisero, y allá (¡qué yo sepa!) no existió, ni existe chino alguno vendedor de maní. Imagínate, ahora… ¡mucho menos! Los chinos, ahora, lo que hacen es venderte guaguas Yutong, satélites, computadoras Haier… ¡Qué sé yo!

“Recordemos también a artistas, muy cubanos, como Bola de Nieve, Benny Moré, Buenavista Social Club, Polo Montañez, la Orquesta Aragón…Esta última, por ejemplo,  no se divulga como se debiera. Durante la celebración de sus cincuenta años de creada, actuó en la Universidad Central de Venezuela y… ¡cómo lloró el público con ella! Parejas que, en otras épocas, se enamoraron y casaron con sus actuaciones.

“Ahora tenemos el reguetón, que se escucha todos los días. Por tanto, es el ritmo que escucha la gente. ¡Los textos que tiene son terribles!

“Nuestros medios de comunicación tienen que rectificar todo esto. La difusión es buena y puede existir también mucha diversidad. Pero, ¡cuidado! No elimines valores artísticos nacionales como la Orquesta Aragón, Las Anacaona…Todo ello es Cubanía”.

El choteo cubano, al decir del periodista Jorge Mañach es “(…) cosa familiar menuda y festiva, es una forma de relación que consideramos típicamente cubana (…) Al decir de Carlos Ruiz…

“Todo ello es cierto. Cuba ha pasado por diversas etapas histórico-sociales: colonial, pseudorepública y la revolucionaria. En esta última muchos valores se han retomado, pero otros se han perdido. El choteo forma parte de la idiosincrasia del cubano, de su sentido del humor. Pero, este depende de cómo y de qué forma hagas reír a la gente. La irreverencia es una de las bases del humor. En el extranjero, por ejemplo, algunos me han preguntado: –Si usted es humorista, se ríe y critica todo… ¿Por qué no critica a Fidel?– Simplemente, porque Fidel llevó a cabo lo que Martí soñó, y creo en él. Puede haber tenido errores pero, como creo en él, no tengo por qué criticarlo”.

¿Feliz con todo lo realizado hasta la fecha?

“Uno nunca termina. En mi caso, me cuido no para vivir mucho, sino para actuar. Me siento muy bien cuando actúo, y cuando me proyecto, en especial, con el público cubano.  Recientemente hice una gira nacional y, lo de Camagüey ¡!Fue mucho!! Y lo de Holguín, ¡ni se diga! Holguín tiene un nivel educacional y cultural… ¡envidiable! En el extranjero… igual. He estado en la Argentina, doce veces; veintitantas en México; no sé cuántas en Venezuela, en Chile…Actuaciones en América Latina…todas. Tan sólo me falta visitar el Perú. Muchas de mis descargas el público las puede ver a través de Cubavisión Internacional, en Telesur –ejemplo, el caso de una Alcaldesa hondureña que había visto mi Monólogo sobre el cometa Halle–, en Internet, igualmente. Todo esto me da mucha satisfacción; hacer feliz a la gente”.

Si le quedasen pocas semanas de vida, ¿cómo se despediría de ella? ¿Cómo le gustaría que le recordaran?

“Como una persona que trató de hacer feliz a los demás. Esta es mi vocación: comunicarme con los demás, además de la de aprender que el arte es un camino para ello. La vida no es fácil, y cuando los artistas logran ser en la plástica, en la danza, en el canto –como la divina Callas, o la Pavlova, o Alicia–, o cuando alguien del pueblo te ve en la calle y te dice: –¡Me encanta, Carlos Ruiz! Porque usted dice la verdad…Es porque el pueblo te adora, o te llama Maestro, e indaga conocer dónde vas a actuar.

“Al Acuarelista de la Poesía Antillana, nuestro Luis Carbonell, le pregunté en una ocasión: –Maestro, ¿cuándo a usted le comenzaron a llamar Maestro? Y él me respondió: –Carlos Ruiz, esa es una categoría que tan sólo la da el pueblo.

“Agradezco muchísimo todo esto. Y, si me quedaran pocas semanas de vida, las pasaría trabajando en un escenario, y tratando de hacer feliz a todos hasta el último momento”.


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