Cecilio Avilés: “anhelaba tributar algo desde el punto de vista social…”


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El pasado domingo, la cultura cubana despidió a uno de sus más prolíficos hijos: el maestro Cecilio Avilés (Cumanayagua, Cienfuegos, 5 de diciembre de 1944), reconocido pintor, dibujante publicitario y de animación, caricaturista e historietista. Las muestras de pesar del pueblo, de los trabajadores de la cultura y de los artistas e intelectuales muy pronto fueron dadas a conocer en Twitter, respectivamente, por el presidente de la República de Cuba y primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, Miguel Díaz Canel-Bermúdez; el ministro de Cultura Alpidio Alonso Grau; y el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), Luis Morlote Rivas.

“Mis condolencias a familiares, amigos, vecinos y colegas de Cecilio Avilés, creador y promotor cultural, padre de Cecilín y Coti, animados entrañables de muchas generaciones en #Cuba, a las que también enseñó a dibujar desde su espacio en TV”, apuntó Díaz-Canel; en tanto Alonso Grau enfatizó: “Con profundo dolor despedimos al fraterno Cecilio Avilés, destacado artista plástico cubano. Con sus populares Cecilín y Coti, se convirtió en uno de nuestros más queridos historietistas. Fue un incansable promotor y pedagogo. Nuestras condolencias a sus familiares y amigos”. Por su parte Morlote Rivas sentenció “¡Triste noticia! #Cuba despide al querido pintor e historietista Cecilio Avilés, creador de los emblemáticos personajes Cecilín y Coti, quien falleció este #20demarzo. Fue ejemplo de entrega al trabajo cultural comunitario y a la @UNEAC_online. Condolencias a familiares y amigos”.

Tales pronunciamientos avalan el respeto y admiración que Cuba profesa por este popular artista del dibujo y la historieta que deleitó a varias generaciones de infantes con las enseñanzas de sus célebres personajes de Cecilín y Coti, historia de un niño y su cotorra la cual tuvo una tirada de 250 mil ejemplares semanales y más de un millón cada mes y que luego sería llevada a la Televisión Cubana a través de los  Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).

Se trata de narraciones que instan a niños y adultos a la más noble reflexión sobre sentimientos y emociones que tienen que ver con la lealtad, el amor a la patria, el coraje, la amista y los nexos entre el hombre y la naturaleza; amén de que en sus obras igualmente se refleja la diversidad étnica de los insulares.  Esos valores también trascienden en otros de sus comics, como Marabú, el mulato liberto que es todo un símbolo de lucha por la igualdad social y en contra del racismo; así como en su simpática figura de Yami, una periodista que ejerce su oficio enfrentando múltiples adversidades, con un encomiable espíritu aventurero; entre otros personajes recreados por Cecilio, muchos de los  cuales fueron llevados al celuloide por productoras cinematográficas de varios países, como España, Martinica, Guadalupe, República Dominicana, Italia, Brasil, Venezuela, México,  Polonia, Bulgaria, Alemania y Checoslovaquia.

Este mulato sencillo, humilde y afable, que apostaba por la amistad y la concordancia entre colegas, vecinos y familiares, estudió Licenciatura en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Pintura y Modelado en la Academia San Alejandro, Dibujo Comercial y Diseño Gráfico en la Academia Diego Rivera y en la Escuela de Realizadores del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), además de música y armonía en el Centro Ignacio Cervantes. Se dedicó, además, a la dirección artística y televisual, a la composición musical y el análisis teórico sobre la historieta. Publicó más de 20 volúmenes  de historietas en las editoriales Oriente, Gente Nueva y Pablo de la Torriente, así como los libros Vamos a dibujar, dedicado a la enseñanza de esta disciplina, e Historietas, reflexiones y proyecciones e Historieta: 60 narradores gráficos cubanos, sobre la evolución teórica de este género.

Recuerdo que en el mes de septiembre del año 2017, cuando ambos recibimos la Distinción por la Cultura Nacional de manos del entonces Ministro de Cultura, el querido intelectual Abel Prieto Jiménez, en un diálogo con Cecilio  me comentó que su “vocación por la pintura y los comics vino con mi llegada a este mundo. Luego se despertó un desenfrenado afán por la promoción cultural. Y creo que, con mis altas y bajas, con mis aciertos y desaciertos, he podido felizmente realizarme en estos sueños…”.

Sus trabajos para niños y jóvenes se hicieron imprescindibles en el semanario Pionero,  y su firma en el periódico Juventud Rebelde potenció el prestigio de este rotativo  en una época de gran revuelo de la historieta.

Aún conservo en mi mente sus amenas enseñanzas sobre dibujo y composición gráfica a través de su valioso espacio que bajo el título de Amanecer feliz se trasmitía en la Revista de la mañana de la Televisión Cubana, un programa seguido por miles de pequeños y sus padres a lo largo y ancho de la geografía insular; en tanto cientos de cubanos —capitalinos y de otras provincias— y visitantes extranjeros recorrían las propuestas de decenas de jóvenes incorporados a su proyecto cultural comunitario Imagen Tres, a través del cual noveles  pintores, fotógrafos y otros creadores de las artes visuales exponían sus trabajos en el concurrido Paseo del Prado.

Sobre esta labor, expresó en una ocasión al portal Cubadebate: “Desde muy joven me dediqué a elevar el nivel cultural y de vida en las comunidades, al brindar recursos que ayudaran a desarrollar la fantasía de las personas y así ocupar de una manera sana sus tiempos libres”,

En su infatigable dedicación a llenar de espiritualidad la comunidad, igualmente puso al servicio de sus enseñanzas su innato talento musical, enriquecidos tras su paso como estudiante en el  Centro Ignacio Cervantes. Ese esfuerzo fue coronado en el año 2010 cuando recibió el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, lauro que vino a unirse a otros reconocimientos como las distinciones Gitana Tropical,  Servicio Distinguido de las FAR, el Premio del Barrio, La Giraldilla e Hijo Distinguido de La Habana, entre otros muchos.

Cecilio afirmaba que “intuitivamente, anhelaba tributar algo desde el punto de vista social. No es lo mismo la idea que te puede dar una pintura o un cuadro, que son polisémicos y tienen mensajes subliminales. La caricatura o la historieta tienen que ser precisas; por eso, en el periodismo y en la propaganda se emplean tanto “,

Su preocupación por la formación cultural y estética de los niños y jóvenes se hizo evidente en sus años de entrega a ese difícil tarea: “Como prioridad tenemos que dedicar mayor esmero, por su complejidad y sentido emergente, a la niñez, la orientación de género y la tercera edad porque mediante el diseño de indicadores hemos visualizado efectos, resultados e impactos cuantitativos y cualitativos, gracias a la intencionalidad con que los atendemos, pues vinculamos el arte con la protección de los patrimonios tangibles e intangibles; la diversidad, el cuidado del medio ambiente y la flora y la fauna, entre otros aspectos importantes”, dijo en una ocasión a colega Lissel Pino Ceballos en el blog Isla al Sur, de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

Este querido artífice se desempeñó además como vicepresidente de la Comisión de Trabajo Cultural Comunitario y Tradiciones de la Uneac, donde fue incansable luchador por el desarrollo de esta esfera de trabajo en la prestigiosa organización, a la vez que se destacó, de forma altruista, en el apoyo a otras entidades, como la Unión de Periodistas de Cuba, que le otorgó la medalla Feliz Elmusa, y el Sindicato de Trabajadores de la Cultura que le confirió la Distinción Raúl Gómez García.

Hasta poco antes de fallecer, a los 78 años de edad, Cecilio mantuvo su disposición de servir a la cultura cubana y al pueblo de esta nación que ahora le rinde honores póstumos.

 

 


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