Cinco lustros del sueño de un niño, la realidad de un grupo y el sacerdocio de un hombre


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A todo bombo, la quimera infantil, el sacerdocio interrumpido de un hombre y la realidad de un grupo, se fundieron en cinco lustros de la agrupación Teatro Tuyo este 15 de enero, día en que su director, Ernesto Parra, fundara esa compañía y celebrado en los Jardines de la Uneac con la puesta Clowncierto.

Totalmente abarrotado el lugar, la risa desbordada y el asombro cómplice de muchos que llegaron – conscientes unos, otros porque la curiosidad los obligó a cambiar de rumbo—, acompañó el jolgorio de los 25 años de este grupo dedicado al arte del clown y en el que Parra solidificó sus sueños de niño, su vocación religiosa y el bregar existencial de un grupo de personas por él dirigidas.

La obra, que obtuviera el premio Aquelarre y el Villanueva de la Crítica, desplegó un recorrido por diferentes géneros musicales foráneos y del patio. El empeño de un grupo de músicos en interpretar sus canciones, se conjuga dramáticamente en enjundia escénica y poética mediando las emociones; en drama clásico, surge un no a sus propósitos. Al final, ese no se convierte en sí. Los mensajes, múltiples, el principal, la constancia; llegan los aplausos luego de reír a carcajadas, también pensar.

Luego de la puesta, el espacio habitual de la Crítica de la sección homónima de la Uneac, homenajeó a la agrupación con el panel ¿Cómo se hace un camino?, en el que participaron los críticos Marilyn Garbey, Vladimir Peraza y el propio Ernesto Parra, quien explicó cómo llegó al teatro, luego de haber estado tres años estudiando para sacerdote. Fue la figura del cura San Juan Bosco, quien había desarrollado el trabajo pastoral por medio del arte del clown, quien lo acercó al mismo, “descubrí que mi sacerdocio sería una nariz de payaso”, dijo.

Lo demás es conocido, incursión empírica, la causalidad lo lleva a pasar varios cursos, cae en sus manos el libro del clown soviético; suma a ese derrotero la influencia de los grandes del género que lo llevan a dejar el empirismo y acercase a la academia y crear la Escuela Cubana del Clown.

El conversatorio dejó ver que Teatro Tuyo ha sido la biografía de su propio derrotero. Una sorpresa linda que arrancó lágrimas a Parra, fue la interpretación de una canción por su grupo, llena de agradecimiento y optimismo, dedicada a él. Igualmente, a nombre de la Uneac, Marta Bonet y el presidente saliente, Luis Morlote Rivas, le entregaron un reconocimiento.

Concluyeron los festejos con la presentación del libro Clownteo regresivo, selección de textos realizados por Parra sobre la historia y desempeño de su agrupación, considerado como una documentación imprescindible de la misma. 

Fotos cortesía del autor.

 


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