The Concept, danza viva, cuerpo metafórico


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“Allí donde el cuerpo está escribiendo en libertad escribe la metáfora”

Luisa Valenzuela

Es sabido, desde tiempos remotos el cuerpo, la danza y el movimiento fueron medios que el ser humano utilizó para expresar sus sentimientos y emociones. A lo largo de la historia, estos modos expresivos adquirieron distintas formas y funciones. De la danza como ritual mágico religioso a la danza como forma artística, ha llovido mucho. Y entretanto, numerosas son las disputas que aún hoy se mantienen para admitir que una gran variedad de bailes conforma la historia cultural en la danza. Y en ella, en esa gran variedad, el hip-hop viene alcanzando, en nuestro país, estimaciones superiores.

The Concept es el primer proyecto que ha integrado el catálogo de agrupaciones profesionales de las artes escénicas cubanas. Fundado, el 24 de septiembre de 2017, “para satisfacer necesidades artísticas y creativas”, teniendo sus raíces en distintos estilos de la llamada danza urbana, “se nutre de la danza contemporánea, sin dejar atrás nuestras raíces”. Liderado por Javier Peláez Faure (Tulio) y Miguel Álvarez Campos, acoge a jóvenes danzantes de formaciones diferentes, hecho que le permite explorar la variedad de cualidades movimentales para tejer un concepto expresivo propio. The Concept, tal como anotan sus integrantes, es una plataforma danzaria para conectar culturas y para potenciar la identidad; es lo que soñamos y, a la vez, es lo que nos hace seguir haciéndolo.

Después de asistir a las recientes muestras del trabajo artístico de la joven agrupación, y como antesala de la venidera temporada en el mes de junio, puedo asegurar el fino rigor para concebir la exquisitez de un arte en estado vivo, desde el cuerpo crudo, real, visceral y altamente tecnificado. Si bien es el cuerpo el primer material accesible que portamos a todas partes, el hip-hop hará de él una herramienta de expresión incluso antes de que existan las palabras para calificar el movimiento como metáfora cultural. En The Concept, esta gramática estética constituye el “estilo”. El estilo (esa reformulación de diferentes vocabularios y herencias culturales, tanto tradicionales como contemporáneas para ser devueltas de manera otra), va matizando la individualidad corporal de sus danzantes, como el conglomerado al que pertenecen en tanto grupo. De ahí la filigrana que nos permite identificarlos en el amplio y no menos indistinto panorama de la danza cubana de hoy.

Aun siendo jóvenes, ocupa The Concept un lugar destacado en los procesos de socialización y evaluación de nuestras agrupaciones profesionales. Su hacer les faculta para ingresar, con propiedad ganada, al círculo de iniciados con código de identificación y, al mismo tiempo, con la afirmación de una “personalidad original” como signo de distinción. Esto es lo que distingue (usando la jerga de la danza callejera), “tener un estilo” (asumir una moda) y “tener estilo” (desplegar un arte propio). Jugando con estos dos apelativos, en un equilibrio entre apariencia y significado, la apariencia ligera de una forma y la profundidad de su modo preciso de ser en escena, cada uno busca la armonía con su entorno a través de la funcionalidad del movimiento al desdibujar las fronteras entre estilos danzarios.

Pero, ¿qué sucede cuando un nuevo cuerpo, el hip-hop que baila y piensa, traslada su teatro de operaciones de la esfera pública de las calles al escenario teatral? Entender cómo la gramática resultante de la mixtura de estilos y formas dancísticas, puede configurar otras modalidades y vocabularios expresivos que niegan (y no) la sintaxis del cuerpo danzante venido del espacio público, nos lanza noveles retos, más allá de tránsitos históricos ya vividos. Acaso, ¿entender la actualidad no significa entender cómo reacciona el cuerpo en el espacio público? ¿Cómo ese cuerpo está gobernado por el espacio o, por el contrario, cuánto se abre un espacio desplegándose a través de lo corpóreo?

Presumo entender que The Concept lo tiene claro, al mostrar cuan sugestivo puede resultar el trabajo cooperativo entre creadores sin formación académica en la danza y artistas egresados de nuestras escuelas de arte, favorece una sinergia muy particular para integrar modos y formaciones. En ello, en esa simbiosis del arte y lo social, forman un todo que va más allá de la oposición categórica entre el mundo de la calle y el mundo del arte. En términos de creación artística, es fundamental que la imaginación escape a todo constreñimiento, no se deje imponer cauces sin causas. Recordemos que, en la columna histórica de la danza urbana, ella formó parte de un estilo de vida alternativo a las bandas delictivas y a la violencia, brindándole la posibilidad de establecer lazos sociales y de expresarse de una manera creativa y no violenta a través de una multiplicidad de bailes. En los años 70, en el sur del Bronx, Nueva York, se bautiza la danza callejera (Street dance) (SD) como el término que se utilizará para describir esos estilos de danza que, por naturaleza, son danzas sociales, de mucha improvisación y contacto entre espectador y bailador.

The Concept, en su poética coreográfica y en el sistema de entrenamientos, ha sabido maquinar y trascender la columna histórica de la SD, la estructuración del baile de suelo y el baile de pie. El break-dance que conocíamos y sus recomposiciones de figuras, el círculo en el suelo con una preparación para el descenso (top-rock), aquí deja de ser la vieja referencia conocida para mostrar una nueva jerarquía en el papel de las partes del cuerpo modificando los principales puntos de apoyo. Sitúan en el baile de pie, en su amplia variedad de estilos basados en la contracción y relajación muscular, el énfasis de su modus danzante. Con The Concept, se ratifica que el hip-hop no puede catalogarse como una serie de técnicas. Todo el juego creativo tiene lugar a nivel de las articulaciones: entre el detalle y los grandes cambios, entre el baile de pie y el baile en el suelo, entre la referencia a las bases académicas y la investigación en varios campos, entre el trabajo sobre el tema de la forma y la exploración de universos de emancipación cultural.

Training demandante en The Concept, su sistema de clases técnicas desarrolla la coordinación y el sentido del ritmo, combinado con un fuerte trabajo aeróbico que potencia la capacidad cardiovascular y un óptimo estado físico. Así, la presencia escénica y su ejecutoria motriz se estructura entre la iniciación y la creación con sentido inseparable: de lo micro a lo macro, de lo ancestral a lo contemporáneo, de lo íntimo al mundo, tantos pasajes, cruces, abandonos y ofrendas que el imaginario del espectador no deja de asociar lecturas.

De un espacio a otro, de la caída al nacimiento, del silencio a la emergencia, del recóndito ocultamiento a su revelación más extrínseca, de la solemnidad al goce y así sucesivamente, como deseo perpetuo de reinventar la constricción del rito y de la iniciación. Entonces, el “estilo” finalmente transforma el cuerpo en un medio, un soporte adecuado y más. No puede reducirse a un mero efecto temporal, aunque su habitual mediatización y mercantilización puedan hacernos creer que sí. Pero no. Es el cuerpo que resiste, el cuerpo que hace visible, el cuerpo que transforma el espacio social trastocando la norma.

Hay en la poética corporal de la agrupación, de sus bailarinas y bailarines, una disposición para traducir el dinamismo de la juventud creativa recomponiendo formas dancísticas mediante la creación de cortes-collage-recuperación-muestreo de ese gran imaginario de las danzas urbanas, propios de un arte popular. Incluso, cuando hip hop y funk se mezclan con pasos de jazz, de ritmos afro o de la danza contemporánea; en los movimientos, al contrario de la danza clásica (esbeltez vertical), la calle baja el centro de gravedad hacia el suelo. Y es ahí donde nos corresponde entender cómo estos cuerpos hoy han calado el hormigón, la piedra, la calle y sus polvos para redimensionar el papel de madre tierra.

El cuerpo no es pensamiento antes del movimiento, el movimiento desarrolla un pensamiento del cuerpo. La postura y los gestos, la forma de moverse y comportarse, este “estado de movimiento” nos informa de la existencia de quien ocupa este cuerpo, y también de la calidad del espacio social que el cuerpo interioriza, sus limitaciones, sus divisiones, sus fracturas. El estado de movimiento caracteriza esta conciencia de estar en movimiento en estos momentos particulares de la existencia, que hace de la propia vida una obra al compás de una pulsación del mundo y sus situaciones singulares; allí donde el cuerpo de The Concept está escribiendo en libertad, escribe las metáforas.


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