Concurso “Adolfo Guzmán”: Siento que te perdí y eso me hace pensar que estás en «zona de peligro»


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El Reality show es una expresión de la lengua inglesa que tiene un uso frecuente en nuestro idioma. El concepto, que puede traducirse como “espectáculo de la realidad” o “demostración de la realidad”, se refiere a un formato televisivo que pretende mostrar sucesos reales que le ocurren a la gente común en un determinado marco.

Los participantes de un reality show son elegidos a través de un proceso de selección (casting) por el equipo de producción del programa. Dada la demanda del público, el formato de reality show comenzó una expansión que parece interminable, hasta abarcar un gran número de temáticas, que incluyen las competencias musicales.

Cualquier persona que desee hacerse su espacio en Youtube, por ejemplo, sabe que uno de los consejos básicos es exponer su vida personal tanto como sea posible; esto atrae más vistas, porque crea la sensación de que se trata de un ser real, de carne y hueso, con problemas como los del resto.

Después de tres emisiones televisivas, nadie pudo imaginar que tanta coincidencia con la realidad fuese casual. Pido por ello permiso a la familia del Maestro Adolfo Guzmán para utilizar su nombre (grabado en letras doradas para varias generaciones de cubanos) en este comentario sobre el regreso del concurso que lleva su nombre, a pesar de todo.

He leído en los últimos días, artículos escritos por los colegas Pedro de la Hoz, Paquita de Armas, Soledad Cruz y Ceci Villanelle, por sólo citar algunos. Las opiniones de los lectores han estado, dicho en buen cubano, “candentes”. Unos apuestan por la necesaria continuidad del concurso, otros, que este sea más atractivo a los actuales consumidores de televisión en la Isla (quiénes son y de qué edades en cifras mayoritarias…) y la gran mayoría que debe repensarse más las estructura del evento musical que sí marcó época e historia en Cuba y que en su versión actual —no representa continuidad— si nos basamos en los cánones contemporáneos de los concursos de música o los reality shows.

Ese justamente es el primer desafío para sus actuales directivos, separar el diseño actual del Guzmán 2019 y devolverle para la próxima edición los sellos distintivos en su creación y conceptualización.

Concurso Adolfo Guzmán, 1978. Nicolás Guillén entrega el premio a Marta Valdés.

No es tarea difícil para el equipo de RTV y mucho menos para Manolito Ortega. Algo que muchos reclaman es el retorno al Teatro Karl Marx (aquí se han visto espectáculos de gran factura y formato adaptados a los más modernos diseños escenográficos, de luces y sonido y dotaría nuevamente). El proyecto LUCAS es nuestro mejor referente. No es necesario para ello 10 programas, ni 10 jornadas para definir los ganadores. Con apenas 4 o 5 galas es más que suficiente. El público en el coliseo de 1ra y 10 en Miramar y el resto a través de la televisión cubana y Cubavisión Internacional, mucho lo agradecerán.

El sistema de competición de ahora se aleja mucho de la seriedad en el momento de aprietos que siente el jurado al tomar decisiones que un concurso de su magnitud requiere y que evidentemente debe recaer en más miembros que emitan su veredicto en dos fases (todos contra todos y un corte semifinal). Así se haría mayor justicia a los autores e intérpretes.

Concurso Adolfo Guzmán. Rosita Fornés interpreta No puedo ser feliz.

Claro que puede haber noveles cantantes, siempre los hubo, pero ha sido un error imponer a los compositores intérpretes salidos de un casting. Eso está bien para Sonando en Cuba u otros programas en aquello de descubrir talentos, pero cómo justificamos ello si los actuales cantantes que ya tenemos en los últimos veinte años solo están pendientes de hacer giras nacionales e internacionales para darse a conocer ante la carencia de posibilidades que los promuevan ante el gran público. No es ni puede ser aplicable al Guzmán, y en esto tampoco tienen nada que ver las nuevas tecnologías en la televisión. Hágase un estudio a ver cuántos jóvenes entre 20 y 30 años prefieren ver un televisor que estar en un telemóvil…

Pienso que si las canciones se defendieran por la voluntad propia de seleccionar los autores de estas a los “deseados cantantes” el espectáculo habría crecido y causado mayor interés en los televidentes.

Talento joven consolidado existe. Yaíma Sáez, Heidi Chapman, Luna Manzanares, Leoni Torres, Haydée y Lynn Milanés, Christian Alejandro, Ivette Cepeda entre muchos otros.

Concurso Adolfo Guzmán. Asenneh Rodríguez y Arcaño.

¿Y la oportunidad para ellos cuándo es? Si se trata de medir fuerzas ante tan notorio concurso que históricamente acogió a grandes voces de Cuba, es sin dudas este, otro de los lamentables desaciertos: el poder disfrutar de todos ellos. Solo así volaríamos más alto.

El hecho mismo de no estar el Ballet de la Televisión cubana, el coro y su orquesta pone en entredicho la función social que estos representan para un organismo que como lo es el Icrt ha apartado otro de los símbolos imperecederos del Guzmán. Y con ello que conste que no dejo de valorar el excelente desempeño de la “banda gigante” que a pesar de su juventud ha acometido una loable labor, para mí uno de los pocos aciertos, amén que no ha sido protagonista para los televidentes ni el público en el teatro como históricamente lo fue a modo que ni las cámaras se acuerdan que ahí están durante cada jornada.

Dar por hecho que Luna Manzanares ha triunfado en su condición de “anfitriona” es proporcionar una bofetada a esa pléyade de numerosos actores, actrices, animadores y locutores que muy bien conoce el director del Guzmán 2019 y a quienes ha seleccionado incluso para anteriores programas.

Concurso Adolfo Guzmán. Cepero Brito y Teresita Segarra, presentadores.

Luna, digna de elogios por su amplio registro vocal, no merece ser ni cuestionada ni criticada, pero la televisión, los concursos de este tipo, el teatro, exigen códigos visuales que no han resultado en ella convincentes a la hora de escogerla como “la única” que lleve las riendas del concurso musical televisivo por excelencia.

Véase la historia de grandes nombres, algunos ya fallecidos, otros aún en vida para contarlo, Germán Pinelli, Consuelito Vidal, Eva Rodríguez, Héctor Fraga, Teresita Segarra, Marialina Grau, Cepero Brito, Ana Margarita Gil, Eduardo Rosillo, Josefa Bracero, Asseneh Rodríguez, Dinorah del Real, Gladys Goizueta, Julio Acanda, Elena Rode, Rosalía Arnáez, Bobby Salamanca, Margarita Balboa, Verónica Lynn, Marta del Río, Odalys Fuentes, Eddy Martin, Sarita Reyes, Gretchen Galindo y Alden Knight, entre muchos otros. Si en algo nuestra bella isla es prolífera es en profesionales de la animación y conducción para grandes espectáculos.

Pienso además que definir el corte de cada espacio, cada programa, cada concurso, es tarea vital del Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt). Para nada estamos autorizados los que ahora vivimos esta generación, a obviar la historia y hacer del presente televisivo el producto que creemos o consideramos que funciona mejor guiándonos por varios estereotipos internacionales, tan ajenos a nuestra propia identidad y que a ver por los criterios emitidos sería un fracaso en pantalla. Ninguna televisora en el mundo se somete a tales riesgos. ¿Por qué tendría que asumirlo la nuestra?

Cuando fuimos jóvenes, por allá en la década de mediados de los ´80, nunca recuerdo haber criticado o cuestionado el hacer de muchos concursos y festivales que ya existían. Había una continuidad, existía el respeto de lo hecho y sumábamos para su mayor lucidez de lo que proponíamos, las tecnologías disponibles en microfonía, luces y elementos de escenografía y vestuarios.

Hay que definir entonces por qué llevar el Guzmán hacia un reality show cuando no lo es, no lo fue y no lo puede ser jamás. No es el Astral el espacio adecuado. Tanto presupuesto dispone RTV para proponer el retorno del Guzmán y ver tan solo transcurridas tres semanas las oleadas de opiniones negativas.

Con menos recursos técnicos fuimos auténticos y admirados dentro y fuera de Cuba en este mismo espacio musical. Exhorto a RTV Comercial a retomar, sí, el Concurso “Adolfo Guzmán”, a volver a la originalidad de sus inicios; pero atención, no se trata de hacerlo tal y como fue 35 años atrás, se trata de reinventarlo mejor, pero siguiendo aquellos cánones visuales que sí movieron a todo un país a través de las pequeñas pantallas cuando se subían las cortinas del grandioso teatro y y quedaba descubierta la majestuosidad de escenografías que perduran en el recuerdo de muchos y que curiosamente hoy, varios jóvenes al ver esas legendarias grabaciones me preguntan… ¿y ese es el Karl Marx?, ¿pero qué pasó con ese escenario, con ese teatro?.

Concurso Adolfo Guzmán. Teatro Karl Marx.

Recuerdo la primera vez que pisé el Karl Marx, sentí algo tan bello y alentador: solo bastó imaginar cuántas estrellas pisaron esas tablas, cuántos bailarines, músicos. Una inspiración a seguir por las actuales generaciones es recuperar el sentido de pertenencia de lo que fuimos, somos y aún podemos ser.

Recordemos todos esos eventos, tratemos de recuperarlos, de devolverlos al panorama escénico y televisivo de la isla. Cuba lo necesita, su pueblo lo merece, varias generaciones lo añoran y los que hoy llegan a un mundo cada vez más desigual e incomprensivo, donde las nuevas tecnologías arrasan también para sepultar la televisión como ya lo hizo con el cine, es notorio el empeño de traer de retorno a casa espacios como Para bailar (hoy Bailando en Cuba), Todo el mundo canta (actual Sonando en Cuba) y Que siempre brille el sol (popularizado en La Colmena TV).

Algo en particular los caracterizaba, y es que en los tres casos eran programas seriados que se transmitían durante un año. De ahí que el público no sienta tantas diferencias en las actuales propuestas ya que ganaron en sus diseños y empaque final.

Pero hay otros eventos que merecen mayores espacios de trabajo de mesa antes de traerlos al ruedo. Muchos sabrán que me refiero al Festival Internacional de la Canción de Varadero, al Concurso de la popularidad “OPINA”, al Festival “GALA” que movía desde Europa y Asia hasta Cuba a cantantes que fueran capaces para interpretar temas de autores cubanos en idioma español, al Festival de Música Campesina “Eduardo Saborit” y por supuesto, el gran concurso por excelencia «Adolfo Guzmán», todo un referente para quienes veían aquí la posibilidad de medir fuerzas de cara a otros concursos internacionales. 

Será posible que muchos acompañen con sus opiniones mis criterios, otros a lo mejor se suman a la lista de los que creen que el producto contemporáneo debe regirse por otras maneras de hacer y estar perennemente en ZONA DE PELIGRO.


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