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Contra el fascismo en defensa de la cultura


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Batalla del Ebro: El contingente internacionalista cubano, sin precedente por su masividad, estuvo integrado por hombres y mujeres, los cuales inscribieron sus nombres en las listas de combatientes.

Imbuidos del espíritu del 70 Aniversario de la derrota del fascismo, los cubanos no podemos menos que evocar nuestra contribución al derrocamiento de Hitler y sus secuaces, victoria que también fue regada generosamente por la sangre de los jóvenes cubanos Aldo Vivó y Enrique Vilar.

El movimiento mundial contra el fascismo y la guerra interpretó los sucesos de España como que en esa tierra se definiría la posibilidad de la toma revolucionaria del poder del proletariado, y con ella, la suerte del capitalismo a escala mundial. Ello favoreció la más activa solidaridad con los luchadores antifascistas españoles desde muchos países del mundo.

Al respecto, cuando el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, reflexiona acerca de esos acontecimientos y afirma, tras referirse a la Primera Guerra Mundial, que… “Apenas 20 años después, otra espantosa guerra mundial se desató en Europa, cuyo preámbulo fue la Guerra Civil en España, iniciada en 1936” (1), se precisa rememorar aquella gesta donde alrededor de mil cubanos marcharon a los frentes de guerra españoles mientras toda la Isla se convertía en una suerte de abastecedora de cuanto podía mandarse desde Cuba para ayudar a los frentes de guerra y a la población civil.

Los comunistas cubanos y el resto de las fuerzas de izquierda, enfrascados en ese momento en la concertación de la unidad popular a través de la organización de un frente único y popular capaz de enfrentar la situación política interna y luchar contra el avance del fascismo, llamaron de inmediato a la solidaridad moral, material y combativa con el pueblo español.

La tarea de organizar la ayuda a España le fue encargada al legendario dirigente comunista Ramón Nicolau González, quien de inmediato creó una comisión a tales efectos, integrada por representantes de diversas filiaciones políticas y sociales aglutinados por su oposición al fascismo. (2)

Dicha comisión organizó el reclutamiento, avituallamiento y traslado de los voluntarios a España en medio de la más estricta ilegalidad, debido a las muy adversas circunstancias para el movimiento revolucionario cubano.

Con el respaldo de numerosos compatriotas, se logró la preparación del primer grupo de internacionalistas, que partió el 15 de abril de 1937. La misma incluía la preparación de la documentación oficial para la salida del país; la vestimenta de los combatientes y un riguroso examen médico, que realizaban los doctores Luis Díaz Soto, Luis Álvarez Tavío, Pedro Rabiña Méndez y Gustavo Aldereguía. Dicho grupo estuvo integrado mayormente por militares de academia que habían figurado en los cuadros de oficiales de las fuerzas armadas disueltas en 1933, y que se unirían a las fuerzas republicanas españolas en calidad de especialistas. De este grupo vale recordar a Andrés González Lanuza, Julio Valdés Cofiño, Rafael Fernández Martén, Pedro Naranjo Dalmau y Jorge Agostini Villasana, quienes cumplieron con honor y entrega la misión encomendada, escribiendo heroicas páginas de lucha y de victoria, entre ellas, en Teruel.

Simultáneamente en Estados Unidos se preparaba también el reclutamiento, mediante la organización de la brigada Abraham Lincoln. En ese país, bajo la dirección del militante comunista Gabriel Gelt (O'Hara), representante del PCC ante el PC de Estados Unidos, se organizó la integración a esa brigada de aquellos cubanos que, en ese momento en el vecino país, decidieron incorporarse a la guerra antifascista.

El contingente internacionalista cubano,  sin precedente por su masividad, estuvo integrado por hombres y mujeres de procedencia obrera, campesina y de las capas medias, deportistas, artistas, intelectuales de distintas profesiones, oficios y militancia política, los cuales inscribieron sus nombres en las listas de combatientes de Teruel, Gandesa, Madrid, Aragón, Guadalajara, Ebro, Carbanelles, Brunete, Guadarrama, Cuartel de la Montaña y otros muchos lugares y en las de sus muertos gloriosos, entre ellos, Florentino Alejo Fuentes, Rodolfo de Armas Soto, Santiago Candia León, Policarpo Candón Guillén, Florentino Flores, Homero Meruelos, Pedro Ortodovski, Moisés Raigorodsky Suria, Rafael Fernández Martén (jefe de la unidad Cuba), Alberto Sánchez Menéndez, Julio Valdés Cofiño y Pablo de la Torriente Brau, por mencionar a algunos de los 89 caídos registrados.

 

No menos importantes misiones cumplieron Pía Mastellar Maesa, María Luisa Lafita Juan y Rosa Pastora Leclère, como parte del grupo de mujeres cubanas que también dio su aporte internacionalista en tierra española.

Pero la solidaridad cubana con el pueblo español no se circunscribió a la participación en las brigadas internacionales. Simultáneamente en el país se desplegó un amplio movimiento de respaldo moral y cooperación material con los luchadores antifranquistas que se tradujo en la realización de numerosos mítines, manifestaciones y publicaciones de todo tipo que divulgaban los sucesos de España y exigían constantemente el respeto a la República Española y el aplastamiento del fascismo, a tiempo que, no sin esfuerzo, se hicieron importantes donaciones de azúcar gracias a largas jornadas de trabajo de los azucareros, transportistas y portuarios, quienes exigieron su envío tanto a los dueños de centrales y al propio gobierno, hasta conseguirlo. También, fruto de donaciones del pueblo, pudo enviarse gran cantidad de leche, ropa, dinero, medicamentos, juguetes, material escolar y muchos otros artículos y productos, mientras en Sitges (Barcelona) se fundó la casa Cuba, bajo los auspicios de Rosa Pastora  Leclère, quien, como presidenta del Comité Cubano de Ayuda al Niño Español, viajó a España para realizar esa hermosa labor hasta la caída de la República, cuando regresa a Cuba, aunque antes comprobó que “sus niños”, trasladados a Bélgica, estaban bien alojados.

El inicio de la Guerra Civil Española encontró a Cuba en un difícil momento político, cuando desde la ilegalidad y burlando la represión pugnaban por reconstruir sus organizaciones sindicales, estudiantiles, campesinas, femeninas e intelectuales, su Partido Comunista y sus agrupaciones sociales de izquierda, a fin de emprender una lucha exitosa por sus derechos y libertades democráticos, la legalidad de sus instituciones representativas; el logro de la amnistía para los miles de presos políticos y la convocatoria de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana. En esa coyuntura, las grandiosas movilizaciones públicas de solidaridad con el pueblo español que la dictadura de Mendieta-Caffery-Batista no podía impedir, se fusionaron en la práctica con las demandas y el esfuerzo unitario y organizativo interno, convirtiéndose, de consuno, en uno de los factores que contribuyó decisivamente a la obtención de importantes demandas populares a partir de 1937 y, sobre todo, a la forja de la unidad patriótica, revolucionaria y antimperialista del pueblo cubano.

Como es conocido, lo mejor de la intelectualidad cubana, alineada históricamente a las ideas de izquierda, revolucionarias y comunistas, tuvo una destacada representación en la lucha contra el fascismo en España, justamente para dignificar que aquella guerra se desarrollaba también en defensa de la cultura frente a la barbarie.

Esas verdades fueron bella y claramente expresadas por nuestro poeta Nicolás Guillén, cuando en sus palabras en la sesión de clausura del Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, efectuado precisamente en España en julio de 1937, expresó:

Yo quiero afirmar aquí esta noche una triple causa de adhesión en mí al pueblo español: como escritor, porque estoy convencido de que nadie puede serlo honradamente sin poner su esfuerzo al servicio de la defensa de la cultura; como cubano, porque mi país se halla también en lucha contra el fascismo, representado por una minoría que lo esclaviza y explota y de la misma calidad de la que alzó sus armas contra el gobierno legítimo de España; y como negro, porque el fascismo supone un dique a la universalización del espíritu humano, una frontera a la difusión  de las más puras normas democráticas y un estúpido regreso a etapas que se hallan en vía de superación por el desarrollo de la sociedad.

 

Notas:

(1) Castro, Fidel: Nuestro derecho a ser Marxistas-Leninistas. Artículo. Periódico Granma, La Habana. 8 de mayo de 2015. P.3.

(2) En ella figuraron, por el Partido Comunista, Joaquín Ordoqui Mesa, Víctor Pina Cardoso y el Dr. Luis Álvarez Tavío, capitán médico del disuelto Ejército Nacional; el teniente Emilio Laurent Dubert, jefe de la expedición de Gibara en 1931 y el teniente José A. Martínez Méndez, por el ala radical del autenticismo; el comandante Juan R. O'Farrill de Miguel, graduado de academia militar francesa y el capitán Jacinto Llaca Argudín, de tendencia política tradicional así como el alférez de navío Gastón Fernández Supervielle, de la disuelta Marina Nacional, quien después ingresó al Partido Comunista.


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