David Beltrán: “Quiero dejar una huella en cada cuadro que pinte”


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Fotos: Ariel Cecilio Lemus.

Desde los inicios de la XIII Bienal de La Habana, en los pasillos del Centro Wilfredo Lam los cuadros de David Beltrán resaltan a la vista por la peculiaridad de su propuesta. La colección Arqueología del color es el seguimiento de un trabajo que comenzó el artista hace cuatro años.

La muestra estudia la anatomía pictórica y surgió a partir de una invitación que le hizo el Museo de Nacional de Bellas Artes de Cuba a Beltrán para que trabajase con los archivos de la institución. “Trabajé en colaboración con el Departamento de Restauración del Museo. De sus almacenes tomé muestras de un paisaje clásico de Enrique Crucet que se titula la Ermita de Monserrat. Después utilicé las muestras de los tres colores fundamentales del paisaje, que vienen siendo el color tierra, el color azul y el color verde”, describió el artista cubano.

La segunda parte de este proyecto se desarrolló en la Universidad Complutense de Madrid, en el Departamento de Restauración. “No soy restaurador, estudié Artes Plásticas en la Escuela Elemental 20 de Octubre, en la Academia de San Alejandro y en el Instituto Superior de Arte. Conocía algo de restauración, pero no es mi especialidad”.

La técnica parte de un tipo de fotografía que se llama estratigrafía, o sea, una pintura vista desde un corte transversal a través de un microscopio electrónico de cinco focos. El equipo de restauración congela esa muestra y ese fragmento que se ve en el microscopio es llevado después por Beltrán a pinturas nuevas.

Según el artista: “Me resulta muy plástica la imagen, parece otro mundo pictórico que hay debajo de la obra, como algo que el propio creador no pudo ver. El espectador se imagina otro mundoque hay debajo de la pintura. Obras que son parte de la cultura tradicional o de íconos de la historia del arte, obras que están en el museo, pasan al laboratorio de fotografía científica y terminan siendo una nueva obra pictórica”.

David Beltrán utiliza principalmente las técnicas de óleo sobre tela y acrílico. “También depende porque en cada obra trato de adentrarme un poco en el estilo de cada pintor seleccionado. Entonces, por ejemplo, en la obra basada en una pintura del Greco trato de que en algún momento haya una zona del cuadro que recuerde los azules y las formas medio geométricas que él trabajaba”.

¿Cuál es la idea fundamental que quieres trasmitir con tus pinturas?

A un medio tan trabajado como es la pintura, al medio más longevo prácticamente de la historia del arte, quiero darle un nuevo vuelco, un giro de tuerca más. Es una manifestación en la que se ha hecho mucho. Llevaba prácticamente 10 años sin pintar porque nada me llamaba la atención, todo me parecía una repetición. Veía obras de nuevos artistas, pero siempre me recordaban a otro artista anterior. 

Esta técnica permite ver la pintura desde otro modo. Es como alejarse de ella de un modo más frío y, a la vez, termina siendo también pintura; es una relación extraña la que se crea. Después de todo el proceso termina siendo una obra de arte, pero desde otra forma, desde otra perspectiva.

¿Cómo valoras el arte contemporáneo cubano?

Creo que hay como una especie de laguna. Existen algunos artistas que han logrado hacer algo más original. Se ve que existen tendencias de creación, pero es muy difícil ver algo más novedoso. Asímismo, hay mucho desconocimiento actualmente de la historia del arte, de la propia historia del arte cubano. Se están haciendo muchas obras que repiten patrones de obras que se hicieron en los años 80 y en los 90. 

Hay muy pocos críticos y curadores, en este mismo momento, que logren disertar sobre  lo que se está haciendo; o también podríamos hablar de una falta de estudio en el tema. Aunque las obras no tienen que ser novedosas del todo, veo que se está haciendo un arte muy superficial, que no se adentra mucho al concepto.

Lo más importante es ser franco, que sepas que de verdad estás haciendo algo que disfrutas; y no sólo que lo disfrutas, sino que de verdad te sientes identificado con eso. Cuando estudiaba ―me gradué del Instituto Superior de Arte en el año 2004― se hacían obras mucho más espontáneas o más consecuentes con la actitud de los artistas. Hoy la realidad es diferente, porque todo está muy marcado a ubicarlo en un mercado determinado.

¿Qué crees que necesiten hoy los artistas cubanos para exponer su arte?

Creo que les hace falta documentarse más, buscar los antecedentes de lo que están haciendo. Tal vez deban consultar con críticos, ver mucha más información. Salir de Cuba, viajar, ver otras formas de cómo se mueve el mundo, de cómo funcionan las cosas en el arte. 

Somos una isla, pero en el arte estamos metidos en nuestra propia cápsula de términos; pese a esto, los artistas en general necesitan información. Ya desde hace un tiempo se logra la comunicación por Internet, se pueden buscar y consultar las cosas. Hoy se tiene el acceso a la información y la oportunidad de participar en otros proyectos de carácter internacional.

¿Consideras suficientes los espacios que tienen los artistas plásticos en el panorama cultural cubano?

Creo que todavía hacen falta más espacios para poder mostrar el trabajo, no son suficientes; a veces hay muchos sitios que ya existían que no están funcionando todo el tiempo. Creo que debería abrirse otra red de galerías nacionales e internacionales donde los artistas puedan mostrar lo que están haciendo.

¿Cuál es el concepto que quieres defender como artista plástico?

Primero, hacer algo que sienta que debo hacer, algo que me atraiga de verdad. Y por supuesto, que esa idea se concrete mediante un estudio a profundidad del tema; y que a la vez el resultado sea consecuente con ello. Repensar todo lo que aprendí, y dejar una huella propia en cada cuadro que pinte.


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