Portal Cubarte  -  De la africanía en Cuba. Obeyono II

De la africanía en Cuba. Obeyono II


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Appetebi era el verdadero nombre de la esposa de Orunmila. Ella presumía de tener un enamorado debajo de cada árbol y mira que había árboles en la región. Cansada de tanto genio, “porque usted se incomoda mucho”, un día terminó por amenazarlo en abandonarlo y a la mañana siguiente lo abandonó.

Appetebi salió en busca de un buen camino y fue cuando entonces se encontró con Blandino Pokamonta, quien vivía en tierra de cementerio y a quien le tenían prohibido comer palomas y cuidarse de embolias, colitis, virus, operaciones, presión alta y del corazón. Morena, sensual, bella y de mirar provocador; Pokamonta, quien no debía llevarse por provocaciones, se dejó provocar y se enamoró de ella.

Como el lugar donde vivía Blandino no le gustaba a Appetebi, decidió llevarlo al Ilé donde vivía con Orunmila, con el argumento de que era su primo.

Orula decía que en la vida había que aprender el arte y la eficiencia de la perseverancia, que las medicinas y los preparados diabólicos podían fallar, pero la paciencia es tan constante como la existencia del cielo y la tierra; por ello, cuando Appetebi y su enamorado llegaron a su casa les hizo comida, los invitó a almorzar, vistió la cama y se fue al río.

De regreso a su hogar decidió salir a caminar y visitar a unos amigos.

“El calor del agua hervida, no dura desde el anochecer hasta el amanecer”, se dijo Orula mientras pensaba en la conducta de su mujer y aquel extraño.

Pokamonta desconocía que el okuní de Appetebi era Orunmila. En realidad, él no tenía mucho interés en acostarse con aquella mujer. “Fuego engendra ceniza” y él no deseaba quemarse tan rápido por una apasionada desconocida. Además, desconfiaba de la amabilidad de aquel esposo tan servicial y bondadoso. Después de vacilar durante algún tiempo, Blandino Pokamonta decidió abandonar por la madrugada aquella cabaña sin oficale trupon.

No tardó mucho en que la mujer de Orula creyera que Blandino Pokamonta se había marchado sin hacerle el amor por temor a su okuní. Ella se dispuso a persistir. Temprano en la mañana salió a trenzar su pelo con dos tejidos perpendiculares; un peinado llamado Shukú, e insistente como era Appetebi, fue nuevamente en busca de Pokamonta.

Tres años pasaron ambos conviviendo juntos. Orunmila no hizo nada por mostrar su ira. “Dúru dié” (un día detrás de otro), se decía, “Dúru dié”.

Entretanto, otras deidades comenzaron a ridiculizarlo por su excesiva paciencia y falta de valor para enfrentarse al amante de su mujer. Un día se apareció en su casa Ogún y lo acusó de ser un kolera (un débil). Orula le preguntó si él estaba disgustado como resultado de la actuación de su Appetebi.

- Si a mí alguien un día me ofende de esa manera, puedes dar por seguro que respondería con la fuerza de un león, dijo Ogún.

- Pues si tu cólera es tan grande, entonces ve y haz lo que yo no hice, exclamó Orunmila.

- ¿Qué me pagarías si te la traigo de vuelta?

- Te recompensaría con un akukó (gallo).

A la noche siguiente Ogún se fue a la casa donde pernotaban Pokamonta y Appetebi, atacando a esta cuando en su cama dormía. Pokamonta que había salido en busca de aguaodó (maíz) para su mujer, al llegar y verla desfallecida, salió corriendo por adivinación. Durante el osodé, le dijeron que entregara un gallo al esposo anterior. Viendo que su mujer no se recuperaba, a la mañana siguiente Blandino Pokamonta le llevó el akukó a Orunmila, pidiéndole a la vez su perdón.

Orunmila hizo ebó y Appetebi se curó.

Cuando Ogún fue en busca de su recompensa, recibió el gallo entregado por Pokamonta. Transcurrieron varios días y en el ilé de Orunmila, se apareció Shangó.

- Si a mí me hacen lo que a ti te hicieron, seguro les parte un rayo, dijo el dueño del trueno y del rayo.

- Me acusan por no usar mis poderes, si tú también estás tan enojado demuestra lo que puedes hacer.

- ¿Cuál será mi recompensa?, preguntó Shangó.

- Te pagaré con un akukó.

Por la noche desapareció la luna, las nubes se congregaron y Oyá convirtió un relámpago en luz para que Shangó viera a la esposa de Orunmila haciendo ofikale con Blandino Pokamonta. Fue entonces cuando un penetrante ruido se escuchó en el cielo, era el rayo de Shangó que todo lo estremecía. Appetebi sufrió un infarto quedando adormecida. Pokamonta, desesperado, salió corriendo en busca de adivinación. Otro gallo, le dijeron, debía entregar a Orunmila y así lo hizo. Appetebi se recuperó, pero no volvió con Orula.

Las deidades estaban feroces por haber agotado sus capacidades en vano, ya era hora de que Orunmila reaccionara con sus poderes. Ante esta circunstancia, Orula decidió mandar a buscar a Eshu, su árbitro favorito:

- Agénciatela como puedas, tráeme de vuelta a mi Appetebi y te entregaré un macho cabrío, dijo Orunmila. Eshu entró en acción con todas sus artimañas.

Por la mañana, Blandino encontró a su mujer aparentemente dormida. Transcurrieron varias horas y viendo que no despertaba, salió en busca de la madre de Appetebi a quien se la entregó creyendo que estaba muerta, y aterrorizado se fugó.

Dormida la llevó la madre para que Orunmila la salvara. Le dieron un ounko (chivo) a Eshu y Appetebi se recobró.

- Baba reré (padre bondadoso), boko nilei (aquí estoy) kofiedemi (perdóname), dijo la esposa arrepentida y arrodillada. Mientras lo hacía, Orunmila la apuntó con su vara de autoridad y le dijo:

- Tú has deshonrado mi masculinidad y dignidad divina retando mi autoridad como tu esposo. Te ha tomado tres años arrepentirte y solo lo has hecho cuando estás entre la vida y la muerte. De ahora en adelante pisarás el suelo en la posición que lo haces ahora, con manos y pies; y el peinado que llevabas cuando me abandonaste por otro, se convertirá en tarros sobre tu cabeza.

 

Appetebi le imploró perdón gritando:

- Moobee, Moobee, Moobee. Luego se transformó en la cabra que los yorubas llaman Ewuree, en nombre de la infiel esposa de Orunmila. Su llanto es el mismo de la cabra de hoy en día.


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