Declaran la obra de Fernando Ortiz como Patrimonio de la Nación Cubana


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Fotos: Alexis Rodríguez.

El conjunto de la obra de don Fernando Ortiz merece este reconocimiento y muchos más, a escala mundial, si consideramos la validez y actualidad de sus significativos aportes al pensamiento y accion humanista, descolonizador, antiracista y antimperialista que lo guió muy tempranamente en la investigación e interpretación de los complejos procesos socioculturales, ejemplos de transculturación (concepto orticiano) multicultural, especialmente en los países que fueron colonizados en América (siglos XVI-XIX), caso de Cuba, por potencias europeas, donde se implantó por la fuerza el sistema esclavista sobre los pueblos originarios y de otros similares procedentes mayoritariamente de África, y hasta de Asia. 

Fernando Ortiz (La Habana, 1881- íd.,1969) contribuyó con su trabajo profesional al desarrollo de distintos campos de las Ciencias Sociales en Cuba: historia, antropología, etnología, derecho, sociología, entre otros.  En general, respondió al llamado de un momento histórico harto difícil, el inicio de la falsa república independiente, lastrada por los intereses neocolonialistas yankis a través de la Enmienda Platt, cuya intención esencial fue hacer valer ante los poderosos europeos de aquel tiempo la Doctrina Monroe, e imponer en base a la política intervencionista su corolario de “América para los americanos”, desde luego refiriédose a los ciudadanos de los Estados Unidos de América.

La unidad del pueblo cubano como inminente necesidad histórica, su integración total en oposición a cualquier tipo de segregación racial proveniente de la época colonial o de las influencias neocolonialistas norteñas, su autoreconocimiento cultural, marcaron claramente la ruta de los estudios orticianos. Recordemos que fue en 1886 cuando se proclamó la emancipación de los esclavos negros, africanos y criollos, poco menos de dieciseis años antes de la inauguración de la República de Cuba el 20 de mayo de 1902.  

La tarea del reconocimiento a la igualdad ciudadana de negros y blancos ya se había iniciado bajo las guerras independentistas y fue llevada a la letra en las constituciones mambisas. Pero, ¿qué se conocía de aquella masa de hombres y mujeres en su mayoría iletrada, sin recursos, desprotegida por los nuevos amos neocolonialistas y los gobernantes lacayos criollos; qué valores poseían las distintas culturas africanas que portaban, frente a la cultura europea legada por los colonialistas o la que pronto se fue imponiendo como vía de dominación la política estadounidense hacia Cuba?

Inclusive las manifestaciones culturales de los pueblos aborígenes o indígenas de nuestro archipiélago estaban olvidadas; fuera del contexto urbano donde se pretendía desarrollar la modernidad cubana, existían sus descendientes expropiados de sus tierras, en las zonas más aisladas e inaccesibles, rurales, en gran parte monte arriba.  ¡Difícil tarea la de identificar la raíz primigenia de nuestra nación y cultura!

La unidad soñada de la ciudadanía cubana, del pueblo en tu totalidad, fue más que nunca antes una tarea de fundadores gigantes que Ortiz sintetizó en una frase emblemática: “Ciencia, conciencia y paciencia”. Su conocimiento del pensamiento martiano y la práctica del mismo, no obstante los obstáculos y prejuicios a enfrentar, le permitió continuar en la vía de desarrollo intelectual y material de la aspiración de la república enunciada por Martí en otro pensamiento clave: “Con todos y para el bien de todos”. 

Es así como la obra de Fernando Ortiz aborda prácticamente todas las aristas del problema de la unidad e igualdad de los cubanos desde una visión científica cultural y política. Había que identificar, escuchar, ver directamente en un trabajo de campo infatigable, todos y cada uno de los componentes del “ajiaco”, que fue como Ortiz bautizó aquel problema. Había que divulgar los conocimientos obtenidos, las teorías decantadas, los enfrentamientos y denuncias a las mentalidades retrógradas, a través de innumerables publicaciones, muchas de ellas fundadas por él; accionar en la sociedad civil, he ahí su papel en la Sociedad Económica de Amigos del País y la reactivación de Revista Bimestre, la fundación de la Sociedad del Folklore Cubano y su revista; en las relaciones con las diversas culturas formadoras de la cubana, incluida la española, para eso creó la Institución Hispanoamericana de Cultura, la Sociedad de Estudios Afrocubanos; hizo aulas nuevas en la Universidad de La Habana sobre Etnografía cubana; y mucho más había que hacer, y se rodeó con tal fin de jóvenes talentosos y de pensamiento revolucionario. 

Por todo ello, no obstante lo poco de la obra orticiana que he mencionado al vuelo en escualidos párrafos, es que celebramos esta declaración de la obra y de su autor Patrimonio de la Nación Cubana, y agradecemos los esfuerzos y resultados del trabajo desplegado por la Fundación Fernando Ortiz para que esta sea una hermosa e histórica realidad.


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