Diana Balboa: “Lo que yo quería decir, algunos lo decían maravillosamente por mí”


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El Movimiento de la Nueva Trova cumple 50 años ya, lo que determina que no es tan joven. Sin embargo, tal y como le pasa a muchos mayores, su esencia y espíritu siguen frescos en algunos de sus cultores más experimentados y, claro, en los más jóvenes que aportan sus aires de renovación.

De todas maneras, el MNT merece mucha veneración. Sus canciones han sido, a lo largo de su vida, himnos de amor, del amor grande, el amor a todo, y muchas conservan, a pesar del paso del tiempo, esa cualidad.

El MNT fue en sus primeros años un fenómeno peculiar de ruptura y a la vez veneración de los ancestros musicales. Son muchos los creadores cubanos que están afiliados a este movimiento; diferentes generaciones con denominadores comunes: voz, poesía y música, para compartir ideas de revolución, rebeldía, irreverencia, compromiso, fidelidad, patriotismo y amor.

El Periódico Cubarte ha querido tributar al programa de conmemoración de este aniversario 50 del MNT una serie de entrevistas a trovadores de diferentes generaciones, herederos todos, tanto de Sindo Garay, Pepe Sánchez y Manuel Corona, como de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola y Vicente Feliú.

Sara González, una de las figuras fundadoras más queridas y admiradas dentro de la Nueva Trova cubana, compartió su vida, durante 30 años, con una reconocida artista de las artes visuales cubanas: Diana Balboa (Cienfuegos, 1945).

Pintora, grabadora, dibujante, ceramista, con una sólida formación autodidacta, la creadora ha mostrado sus obras en Cuba y en galerías foráneas en una cifra superior a las 60 muestras personales y 200 colectivas.

Algunas de sus piezas se exhiben en autorizadas galerías de diversas naciones y otras se atesoran en La Capilla del Hombre, en Ecuador.

Imposible, para muchas generaciones de cubanos, recordar a Sara y a Diana por separado, por eso hemos querido recoger las evocaciones de Diana, esas vivencias perennes junto a la cantora y a la vez sus estimadas y atinadas apreciaciones sobre el fenómeno musical que es la Nueva Trova cubana.

Diana es una persona fuerte, tierna, muy segura y muy certera. Diana es sabia, y se torna en una entrevistada convincente y grata.

—¿Su primer recuerdo de la NT llega junto a qué figura? 

Yo creo que todos los jóvenes de mi generación y un poquito antes, y tal vez un poquito después, que teníamos inquietudes por la poesía, la música, por un mundo estético nuevo que se abría ante nuestros ojos con el triunfo de la Revolución, tuvimos, claro, un acercamiento a la Nueva Trova, a sus figuras y a qué nos decían y cómo nos lo decían.

En principio, para mí Silvio Rodríguez fue como el detonante de mi interés por esa manera de crear y de hacer, y a partir de ahí pues empezaron ellos, los trovadores, a crecer en número y nosotros, los jóvenes de entonces, empezamos a crecer en admiración y respeto por esa nueva canción que se estaba produciendo en Cuba y en América Latina, porque en definitiva no podemos olvidar que nació en toda la América y que Cuba pues posteriormente se incorporó y fue puntera, junto a ídolos también tan grandes como Mercedes Sosa, o Chico Buarque, Maria Bethania, y Caetano Veloso, en Brasil; Luis Eduardo Aute y Joan Manuel Serrat, en España, y allí más tarde Joaquín Sabina; en fin, toda esa canción social interesante, importante y diferente nos fue llevando a un conocimiento.

Dije conocimiento pero realmente no era solo eso, era también un disfrute, una aceptación, una concientización de las imágenes poéticas; antes te había dicho que la primera figura que me fascinó fue Silvio, y después, pues Noel Nicola, por ejemplo, que tiene un lenguaje con muchísima poesía y muy atractivo; muy cerca de lo que yo sentía y de lo que yo quería decir, algunos lo decían maravillosamente por mí: Silvio, Noel, Vicente Feliú y Pablo Milanés con sus imágenes románticas, poéticas y , bueno, vamos a decir que los clásicos, los fundadores, me acercaron a ese mundo.

—¿Cuál fue su relación inicial con este movimiento?

Había terminado yo mis funciones en el magisterio, pues me gradué de maestra, y me iniciaba en el mundo de la imagen visual, de las artes plásticas, como se llamaba entonces, ahora artes visuales, que es más amplio, y estudiaba en la Academia San Alejandro, donde se hizo un proyecto precioso, que desconozco si se reeditó alguna vez, pero no creo, y del cual hay un documental por ahí que nunca he conseguido volver a ver, sobre una Escuela al Campo de 45 días en Vertientes, Camagüey, donde se reunieron las escuelas de arte de La Habana, los conservatorios, Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, las escuelas de Ballet, Bibliotecas, Diseño, y San Alejandro.

En esta Escuela al Campo yo conocí a Sara González, tendría 16 años y era una jovencita que estudiaba música en el Conservatorio Amadeo Roldán; allí estaban otras después grandes figuras femeninas de la música cubana como Ele, fundadora junto a su compañero Carlos Alfonso del grupo Síntesis; Lucía Huergo, Ana Nora Calaza que derivó luego al mundo de la televisión, junto a otras muchas.

Yo soy bastante mayor que Sara y que ese grupo, y nos correspondía a las mayores asumir las responsabilidades del campamento, yo era militante de la juventud en ese entonces, y teníamos que enfrentar las indisciplinas, vamos a decirlo así, y Sara era muy destacada en todo; también era destacada en su comportamiento…

—¿Alguna anécdota…?

Son muchas pero… por ejemplo, Sara se quedaba dormida de pie en el surco apoyada en una caña de azúcar de las que nos daban para sembrar. ¿Por qué?, bueno pues porque se pasaba las noches haciendo actuaciones y trovando; ella imitaba muy bien a Meme Solís, a quien admiraba, y a otros cantantes, esto hacía que —ya muerta de cansancio y sueño— por las mañanas Sara se durmiera en medio del surco.

—¿Usted cree que los fundadores del MNT «enseñaron a pensar » a los jóvenes cubanos? 

Yo no sería tan básica con esto de que los trovadores enseñaron a pensar a los jóvenes cubanos, yo creo que a los jóvenes cubanos nos enseñaron a pensar desde el año 1959, las circunstancias del momento, la Revolución, la educación que se nos permitió, el confrontar y enfrentar desde nuestro punto de vista todas las situaciones sociales.

Podemos decir que los fundadores de la NT nos expusieron temas por delante sobre los cuales pensar, pero no nos enseñaron a cómo pensarlos, más bien nos decían que ahí estaban y que estaban porque eran de así, y así y de acá, pero la juventud cubana, sabe pensar, sabía pensar, supo pensar.

Nuestra sociedad siempre ha sido muy justa y en las familias cubanas siempre se bebió del pensamiento martiano, al igual que en las escuelas, en las que los maestros nos ensañaban a amar a Martí y a seguir sus ideas.

Los jóvenes trovadores nos mostraron realidades, pero no nos enseñaron a pensar; este país, la juventud cubana siempre tuvo un pensamiento martiano y justo, lo que se demuestra con Julio Antonio Mella, el Moncada y toda la historia de lucha de lucha que hemos tenido.

Y tengo fe en que la juventud cubana de hoy seguirá sabiendo pensar todas las cosas que estamos viviendo y que necesitamos mejorar; como dice Tony Ávila, que es un gran trovador también, «hay cambios que mi casa necesita».

Cuando te digo esto de Tony Ávila es porque estoy pensando justamente en que siguen los trovadores mostrándonos las cosas en las cuales pensar, como Frank Delgado, por ejemplo, me faltó por allá Augusto Blanca y me faltan tantos…, pero sería una lista muy larga.

Frank Delgado estuvo muy cerca de Sara, no porque Sara fuera maestra de, sino que era compartidora de, siempre estaba compartiendo.

—¿Cómo era la Sara González no trovadora? ¿Se separaba ella alguna vez de esta condición?

Yo creo que Sara nunca separó su condición de trovadora, su condición de artista, de su condición de mujer, de su condición de revolucionaria, de mujer de las izquierdas. No, Sara nunca separó nada ni de su vida privada tampoco, es decir, Sara era íntegra, ella era Sara González.

Para mí Sara González es un concepto, después de 30 años viviendo a su lado sigue siendo un concepto para mí de libertad, sobre todo de libertad, pero libertad sin medida para defender las barreras de su libertad individual y de la libertad colectiva; era un fenómeno que arrastraba con ella, y ella iba por delante, era un fenómeno de convocar pero iba por delante siempre, estéticamente, musicalmente, poéticamente y personalmente.

—¿En qué medida considera que Sara influyó en otras trovadoras?

En nuestra casa, la casa donde Sara y yo convivíamos, lo normal era el encuentro con las trovadoras; aquí vi nacer yo, no como trovadora pero sí como trovadora individual, a Marta Campos, porque cuando la conocí ella tenía un dúo con José Antonio Quesada, pero recuerdo que Sara le decía, «Martica tú puedes, tú puedes hacer tu vida musical, artística, estética, de composición individualmente, tú eres una cantante y una músico…» y bueno, la vida ha demostrado eso y Sara la impulsaba en ese camino.

Aquí conocí a Xiomara Laugart, que venía a casa buscando a Sara, buscando el magisterio de Sara, su apoyo, su impulso, el análisis de su comportamiento musical.

Yusa, que estaba también en un dúo, igualmente venía a casa y participaba de nuestras reuniones, a las que venían asimismo Heydi Igualada, y Liuba María Hevia, que estuvo, incluso un tiempo viviendo en casa.

Pero sí, las trovadoras venían buscando a Sara y las más jóvenes la sentían como su madre estética o como su guía o hermana mayor, y….era muy bonito, se hacían unas trovadas donde se intercambiaban temas y canciones, después aparecieron Lázara Rivadavia y Rita del Prado, por cuya poesía y su manera de hacer Sara sentía un amor intenso, en fin no quisiera omitir a nadie, porque la memoria es terrible y el espacio es poco.

— ¿Qué recuerdos guarda de Pablo Milanés?

Los recuerdos que tengo asociados a Pablo Milanés son muy cercanos, muy íntimos, muy privados. En un tiempo Sara y yo éramos asiduas a su casa, él estaba operado y en una rehabilitación que fue muy, muy extensa, entonces tuvimos un acercamiento pero más a su vida privada, a su vida íntima y así es como lo recuerdo: en su casa, con su familia, jugando dominó con otros grandes como el guitarrista y tresero Octavio Cotán, Eduardo Roca, Choco, y su familia; esto son los recuerdos que tengo de Pablo, los recuerdos de su intimidad, en su casa, en su tiempo.

—¿Cuál considera es el aporte fundamental de la NT a la historia de la música cubana?

A la música cubana, la NT no tengo yo que decir qué aportó. Creo que solamente viendo el hecho de que al fin se ha declarado Patrimonio Cultural de la Nación toda la trova, y cuando se reconoce a la trova se están reconociendo e incluyendo a los nuevos trovadores, porque no vamos a etiquetar cosas que son innecesarias, porque tendríamos que decir, la NT, los novísimos, los de antes, los de después, no, yo creo que eso no lo tengo que decir yo, lo ha dicho la vida.


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