Buenas noches,
Hoy inauguramos en circunstancias
excepcionales la edición trigésimo octava del Festival. El líder histórico de
la Revolución Cubana, el comandante en jefe, el intelectual cubano Fidel
Castro, no está con nosotros. Él fue motor impulsor de nuestro Festival, y el
inspirador del surgimiento de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que
presidió su amigo Gabriel García Márquez, y de la Escuela Internacional de Cine
y Televisión de San Antonio de los Baños. Sin su impronta y sin su especial
interés por el cine y por la cultura, la historia de nuestro cine, del nuevo
cine latinoamericano me refiero, sería diferente.
Quiso el azar que Julio García Espinosa,
fundador junto a Alfredo, Titón y Santiago del nuevo cine cubano, nos
abandonara el año en que la escuela celebra su treinta aniversario. A Julio y a
su entrañable Escuela, le estaremos dedicando este Festival.
En este contexto inauguramos una sección
dedicada a películas clásicas que han sido restauradas. Con esta novedad
queremos subrayar la importancia de salvar nuestra memoria. Cuatro filmes
cubanos la conforman en esta ocasión: Retrato de Teresa de Pastor Vega y tres
de Tomás Gutiérrez Alea: Los sobrevivientes y Una pelea cubana contra los
demonios, restaurados por el Archivo de la Academia de Artes y Ciencias
Cinematográficas de los Estados Unidos de Norteamérica, y Memorias del
subdesarrollo, cuya restauración estuvo a cargo de la Cinemateca de Bologna.
Pero salvar no es solo proteger, sino también, y pretendemos que sobre todas las
cosas, es redescubrir, ofrecer a las nuevas generaciones la posibilidad de que
conozcan nuestro cine. Tenemos el deber de devolver estas películas a nuestras
salas cinematográficas, ahora que regresan como nuevas en su formato digital,
lo cual nos permitirá hacer otras lecturas y aproximaciones.
Hace cincuenta años, en diciembre, comenzó la
prefilmación de Memorias del subdesarrollo. Hoy en la mañana hemos querido
preinaugurar el Festival con la presentación de su copia restaurada. Memorias
del subdesarrollo, pieza maestra de nuestro cine, es ejemplo de cuánto puede
perdurar una obra que expresa la complejidad de su época. En este filme se
conjuga de manera virtuosa la responsabilidad del artista al abordar temas
polémicos de su contemporaneidad, con la coherencia de la institución que
produce la obra. Pocas veces en nuestra historia cinematográfica ambas
tensiones encontraron mejor equilibrio. Responsabilidad es rigor; coherencia es
compromiso.
Al revisar la programación de las 38
ediciones del Festival, su trayectoria, es justo reconocer de dónde venimos y
cuánto hemos logrado. En los últimos años el cine latinoamericano se ha
instalado por su propio peso en los escenarios más renombrados del planeta. Un
cine que rompe las barreras de los géneros cinematográficos clásicos, las
desdibuja, las recompone; un cine que propone constantes rupturas, nuevas
formas de expresión, posibilidades y combinaciones.
En su discurso de clausura del séptimo
festival Fidel nos dijo: “Para mí esta lucha, este movimiento del Nuevo Cine,
constituye una gran batalla, de una enorme trascendencia no solo para nuestra
identidad, sino para nuestra liberación, para nuestra independencia, para
nuestra supervivencia. Porque si no sobrevivimos culturalmente, tampoco
sobreviviremos económica ni políticamente”.
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