Dos mujeres han dejado su impronta en la más reciente premiación del Concurso David de Literatura. Convocado cada año desde 1967 por la Asociación de Escritores de la UNEAC, fue fundado para escritores inéditos por Nicolás Guillén, primer presidente de dicha institución.

A propuesta de César López el certamen recibió el nombre de David en homenaje a Frank País, joven combatiente del movimiento revolucionario clandestino. Su seudónimo de guerra ha servido durante más de medio siglo para premiar el tesón de los jóvenes que se inician en el camino de la literatura.

Presidieron el acto el Vicepresidente de la Uneac Pedro de la Hoz y también el Presidente de la Asociación de Escritores, Alberto Marrero, quien pronunció las palabras de apertura de la ceremonia.

Al decir de Marrero, “el Premio David de la Uneac, instituido en 1967 ha devenido con el paso de los años uno de los más importantes certámenes literarios para escritores inéditos” y afirmó también que “ha contribuido al crecimiento de todo género con obras de obligada referencia a lo largo de estos cincuenta años en la literatura cubana”. Con notables jurados, excelentes editores y valiosos diseñadores busca dignificar y estimular la labor creativa, siempre desde los más altos valores epistémicos y humanistas, y reafirma el compromiso con las aspiraciones y destino de la nación cubana.

Para la presente edición, la número 55 del premio, se convocaron tres géneros: poesía, novela y ensayo. En poesía se presentaron 29 concursantes, en novela 9. El ensayo quedó desierto por falta de textos. Queda la tarea de estimular a los jóvenes escritores, aún inéditos, en el desarrollo de este género.

El destacado intelectual Rafael Acosta de Arriba dio lectura al acta de premiación. Él, junto a las poetas Carmen Serrano y María Liliana Celorrio, reunidos en la BNCJM el 8 de junio del año en curso y luego de evaluar casi una treintena de poemarios decidieron otorgar unánimemente el galardón en la categoría Poesía al cuaderno La de abajo, de Lisett Páez, por su despliegue sensorial cargado de erotismo y sensualidad y la muestra de un conocimiento cabal del lenguaje poético. Además, el libro posee poemas ingeniosos en los que la escritura se articula armónicamente con su mensaje lírico. Recibió mención el libro Breviario de a bordo con las enfermedades de Cristóbal Colón, de Carlos Manuel Gómez Pérez por su lenguaje visceral y la versificación libre del texto concursante.

Lisett Páez

Mercedes Melo Pereira leyó el acta del jurado correspondiente al género novela. Fue galardonada la obra Elipsis o La música de donde vienen las palabras, de Janelle Pumariega Santana, por su sólida estructura narrativa, el intenso entramado en las distancias entre lo real y los deslizamientos hasta los estados alterados de la conciencia: la alucinación, el sueño y la imaginación. Además del excelente manejo de los diversos modos de la elipsis temporal. La mención la recibió Ernesto Adrián Monzó con su obra El Violín.

Janelle Pumariega

La presentación de un total de 38 obras confirma la importancia y la necesidad de estos espacios para los noveles escritores como forma de difundir su trabajo y una vía expedita para hacerse un camino dentro del contexto literario de la Isla.

Fotos: Cortesía de la autora