Investigadores y estudiosos de las Ciencias en Cuba coinciden que durante el siglo XIX existió un interés marcado de desarrollar el conocimiento científico el país, camino que fue inaugurado por el doctor Tomás Romay en su continuo proceder por establecer en esa centuria una vinculación entre pensamiento científico y pensamiento burgués.
En suma, por establecer no sólo una vinculación, sino también una identificación de los hombres de ciencias y los ideales independentistas.
Así observamos un evidente surgimiento de una tradición científica perfilada hacia el desarrollo de materias como las ciencias biomédicas y farmacéuticas ligadas a una ética de compromiso patriótico; sin lugar a dudas, antecedente secular y base de la estrategia científica actual.
Y algo notable en ello es que se dicha ética procede de un sentimiento que surge de la Cubanidad en sí misma; una ética exenta del apoyo de las autoridades coloniales y un siglo después de las de la neocolonia o período pseudo-republicano.
Si algo es justo rememorar es que durante la primera mitad del siglo XIX tan sólo existió un denominado apoyo nominal a las ciencias por parte de algunas instituciones oficiales, lo que por supuesto no contribuyó en manera alguna llegar a ser—o hasta lograr--, aportes significativos a las ciencias en la Mayor de las Antillas.
No es hasta el triunfo revolucionario de Enero de 1959 que el país inicia una verdadera etapa en el desarrollo de las ciencias, y de su impronta histórica. Expectativa esta última que, al igual que nuestro triunfo independentista en 1898, había quedado frustrado como resultado de políticas neocoloniales aplicadas durante la primera mitad del siglo XX para renacer elevada a planos superiores tras el triunfo de la Revolución.
Hoy más que nunca, los doctores Tomás Romay y Carlos J. Finlay, entre otros muchos, constituyen la vanguardia antecesora de nuestros dignos Embajadores de Batas Blancas, o Brigadistas Henry Reeve, portadores de salud y solidaridad humanas, al igual que los actuales investigadores y científicos impulsores de las vacunas contra la COVID-19.
Esta ha sido, es y será la respuesta de Cuba, a partir de su impronta histórico-científica en cada rincón del mundo y dirigida, en especial, a los más desfavorecidos.
Dr. Tomás Romay Chaçón
Al eminente vacunador doctor Tomás Romay Chacón, la Ciencia cubana debe innumerables aportes. En este Aniversario 174 de su partida física tan sólo nos limitaremos a efectuar una reseña de uno de ellos que podemos calificar como de los más relevantes: la lucha contra la viruela, enfermedad que aquejó a buena parte de la población de América y del mundo.
La actividad profesional de ese inolvidable galeno no se limitó tan sólo en Cuba, sino también en buena parte de Europa, en especial, España, a partir de sus numerosos ensayos o manuscritos iniciados en 1813 cuando a principios del siglo XIX --y aún hasta la fecha--, la mortalidad infantil era muy alta en América y en la Península.
Pero este dato se dramatiza aún más si nos referimos a niños abandonados y en época de epidemias, como eran los casos de los alojados en la habanera Casa de Beneficencia.
¿Cómo efectuar, entonces, un proceso general de vacunación en menores? ¿Cómo llevar a cabo la práctica de la vacuna en dicha institución?
En uno de esos manuscritos, titulado Informe de la Junta Central de Vacuna de La Habana. Año de 1813, conjuntamente con el documento impreso de 19 hojas, Establecimiento, progresos y actual estado de la Casa de Beneficencia Extramuros de La Habana. Finales de marzo de 1813, el doctor Romay destaca:
“Las enfermedades, las que se presentan en forma de epidemias, constituyen un
lastre para el progreso económico de una sociedad (…) La misión de un médico es reducir sus estragos y, si es posible, erradicarlas para salvar vidas que desarrollarán todos los sectores de la economía del país”.
A partir de esta idea, Romay pondrá la medicina al servicio de la salud con el fin de aumentar la población en la Isla. Tuvo conciencia de los beneficios económico-sociales deducibles de la propagación de la vacuna.
Por otra parte, las plataformas de trabajo desde donde llevará a cabo sus proyectos será la Sociedad Económica, y la información sobre los progresos la comunicará desde el Papel Periódico de la Habana, del que fue uno de sus fundadores.
El único método contra las viruelas que se conocía en Cuba era la inoculación,
uno de cuyos defensores fue Romay. El método de vacuna fue divulgado y publicado en Madrid en 1802, y se da a conocer el cuatro de febrero de 1902, durante una sesión ordinaria de la Sociedad Patriótica
Dicha Sociedad ofrecerá al médico la posibilidad de convertirse en uno de los mejores conocedores y defensores de la vacunación. Descubrió que, cuando se habla de vacuna, no se puede hablar exclusivamente de introducción, porque este concepto carece de sentido social si no va aparejado con su conservación y propagación.
Resumen de las personas vacunadas desde el año de:
1804 En esta ciudad ...................... 7.469 En toda la Isla ................. 16.779
1805 .............................................. 4.990 .......................................... 6.613
1806 .............................................. 4.879 ........................................ 15.824
1807 .............................................. 2.714 .......................................... 6.675
1808 .............................................. 2.150 .......................................... 9.648
1809 .............................................. 1.837 .......................................... 5.213
1810 .............................................. 9.350 ........................................ 13.477
1811 .............................................. 7.521 ........................................ 11.634
1812 .............................................. 9.279 ........................................ 14.334
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En nueve años, total 90.135 100.197
Notas:
El doctor Tomás Romay Chacón comenzó a estudiar medicina en la Universidad de La Habana, y alcanzó el grado de Licenciado en Medicina el 8 de diciembre de 1791. Casi al mismo tiempo obtiene la cátedra de Patología, lo que le valió el grado de doctor, título que recibirá el 24 de diciembre del mismo año. Fue directivo de la Sociedad Económica de Amigos del País, promotor de la enseñanza de las artes, profesor activo y médico en ejercicio, casi no existió actividad en Cuba en la que no dejara huella con su presencia y participación. El día 10 de febrero de 1792 publicó el primer artículo médico en el Papel Periódico de La Habana. En 1832 fue nombrado decano de la Facultad de Medicina, además de diputado de la Junta de la Real Casa de Beneficencia de extramuros de La Habana. En esa institución ejerció vocacionalmente las funciones de médico. Allí prestó sus servicios gratuitamente hasta poco tiempo antes de su muerte.
Así y durante más de sesenta años vivió al servicio de la medicina y de la cultura en Cuba. Fallece el 30 de marzo de 1849. Recibió sepultura en la capilla de la Real Casa de Beneficencia.
Bibliografía
(1) Revista Cubana Tecnología de la Salud—No.2, 2011.
(2) Dr. López Sánchez, J. (1908) Vida y Obra del sabio médico habanero Tomás Romay
(3) Le Riverend, J. (1966) Obras Completas, T. I. La Habana. p.p. 9 y 10
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