Eddy Socorro en la memoria / Por Esther Suárez Durán


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Entre las novedades de los últimos tiempos se halla esta: la banalización de la muerte. La muerte se nos está convirtiendo en un suceso trivial y depende de nosotros detener tal proceso y recuperar la dignidad de la vida en todo su esplendor. La partida de un colega no ha de pasar inadvertida. Es nuestro asunto, el de los individuos de su gremio, de su familia profesional que así no suceda.

Tras años de someterse, con absoluta valentía, a un proceso de hemodiálisis —feroz como lo son todos— el director y amigo Eddy Socorro ha dejado esta vida. Vida que vivió lleno de alegría, firmeza y amabilidad para quienes la merecían de su parte, a pesar de cruentos golpes familiares. Hasta el último momento de consciencia hizo planes para llevar a la escena con el Espacio Teatral Aldaba una obra nueva, mientras colaboraba con los colegas de Teatro-Museo El Arca, quienes trabajaban en los preparativos de una nueva producción de procedencia alemana.

Eddy nació en la hermosa Matanzas, en el municipio Pedro Betancourt, en 1950. Con 15 años se incorporó al movimiento de Maestros Populares del territorio. Fue seleccionado Vanguardia Nacional del Ministerio de Educación y viajó por vez primera a Europa. A su regreso inició sus estudios de la lengua germana y tomó parte en el Seminario-Taller que brindaron los teatristas alemanes en el Teatro Político Bertolt Brecht. Como consecuencia de estos pasos ganó una beca, viajó a Alemania y realizó estudios superiores de Dirección Teatral en los Institutos de Teatro de Berlín y Leipzig.

A su regreso, que coincidió con la fundación del Ministerio de Cultura, fue promovido al cargo de Director General del Teatro para Niños y Jóvenes de Matanzas, en 1976, cuya sede, desde el cierre oficial del Guiñol de Matanzas hasta octubre del referido año, había sido usada como almacén de suministros para la Dirección Provincial de Cultura. Eddy Socorro recuperó el espacio para su función primigenia, reorganizó el grupo de artistas y técnicos y recomenzó allí la labor de creación. Como reconocimiento a su intenso trabajo, en 1980 ocupó esta misma responsabilidad en el Teatro Nacional de Guiñol donde encontró un paisaje artístico desolador, con una nómina de trabajadores desarticulada y una inercia creativa que ponían en peligro su propia continuidad como institución. Con el apoyo de los más valiosos artistas, técnicos y administrativos, que eran a su vez los más entusiastas, no solo reagrupó las fuerzas sino que el Teatro Nacional de Guiñol restableció su carácter de centro cultural. A los estrenos en sala se sumaron las presentaciones en otros espacios alternativos (fue la época del estreno de La lechuza ambiciosa, puesta antológica de Xiomara Palacio y Armando Morales); se reinició la programación para el público adulto, en la sesión vespertina, con el estreno de Carnaval de Orfeo, de José Milián; tuvo lugar allí uno de los primeros conciertos públicos en homenaje a Los Beatles, protagonizado por Luis Manuel Molina y su grupo de rock; una actriz de la talla de Elena Huerta regresó a las tablas cubanas, desde la pequeña salita de la calle M, en funciones-conciertos; artistas visuales como Antonia Eiriz y Antonio Canet encontraron en su vestíbulo una galería donde exponer sus obras, que se organizaban como muestra de cada mes, en tanto el compositor Héctor Angulo desarrollaba los sábados en la tarde, previo a la función teatral, Los Pequeños Conciertos para Niños. Vale recordar que es durante este período cuando el Teatro Nacional de Guiñol fue reconocido con el Premio Ollantay.

Desde 1979 Eddy fundó el Centro Cubano de la Assitej del cual fue su Presidente; poco después, ocupó, además, una de las Vice Presidencias del Comité Ejecutivo Internacional de la organización. Desde entonces fueron frecuentes las estancias en Cuba de personalidades del teatro europeo para niños y jóvenes impartiendo seminarios y talleres para los colegas interesados, permitiéndonos el intercambio de saberes y experiencias al más alto nivel. A Eddy, a su carisma y su labor internacional, al prestigio de Cuba y la efectividad de las autoridades del sistema institucional de la Cultura en esos años también  debemos una proeza del teatro y la cultura cubanos: la celebración del 9no Congreso Internacional de Assitej en La Habana de 1993, en pleno período especial.

En 1994 Eddy regresó a Alemania. Entre algunas otras labores, desarrolló allá trabajos en el teatro y recibió por ellos, en el 2002, el Premio Hans Otto, en la ciudad de Dresde; pero siempre mantuvo su mirada en Cuba, vino cada vez que fue posible y llevó a cabo nuevas puestas en escena. Ya su obra era conocida en Moscú, Berlín, Varsovia, Praga, Estocolmo, Madrid, León y Lisboa.

Sobre el inicio de la segunda década de este siglo XXI volvió a Cuba de manera permanente y dirigió varios espectáculos con diversas agrupaciones; el más reciente fue Odi, en una versión personal del texto de Bruno Storni El gran cuento del mundo, con el Espacio Teatral Aldaba. Su estreno a inicios de enero del año en curso fue una ocasión hermosísima de reencuentro y celebración de los miembros del gremio del teatro para niños y jóvenes de la capital. Sin duda fue un regalo que nos hicieron Eddy y Aldaba.

Durante toda su vida profesional Eddy sostuvo que lo único que diferencia al teatro para niños y jóvenes del teatro para adultos es el público al cual ambos van dirigidos, puesto que en todos los casos se trata de arte teatral realizado por profesionales del teatro, por lo tanto la entrega y el rigor artístico deben ser exactamente los mismos. Es este un criterio que corroboró durante sus años de estudios teatrales en Alemania, en los años setenta, y ante el cual no realizó nunca concesión alguna.

Eddy Socorro es Miembro de Honor del Centro Cubano de la Assitej y nos deja siendo un amigo entrañable, un ejemplo a imitar y una fuente de inspiración. Honremos, pues, su memoria.


4 comentarios

Enrique Pérez Díaz
8 de Junio de 2018 a las 06:38

Esther: Hermoso, justo y entrañable homenaje!


Fernando de Jesus Quiñones Posada
10 de Junio de 2018 a las 00:33

Excelentes palabras llenas de pasiòn y ternura hacia un teatrista que lo merece.


JUAN GARAVITO
14 de Junio de 2018 a las 22:42

Es importante reconocer el trabajo profesional que hacen los maestros como el legado que deja el maestro Eddy Socorro de Cuba en las Artes Escénicas para América Latina y el Mundo.


Nelson Toledo
29 de Junio de 2018 a las 18:20

Con mucha pena nos acabamos de enterar Linda (Mirabal) y yo del fallecimiento de Eddy. Buen artista, gran amigo,persona encantadora . Tuve la satisfacción de trabajar bajo su dirección en varias obras, entre ellas la inolvidable -La gata que iba sola-. Desde Madrid elevamos una oración por su alma.

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