El Danzón en Mayabeque


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La historiografía musical cubana reconoce a Las alturas de Simpson como el primer danzón que se interpretó en Cuba. Su autoría y estreno se deben al matancero Miguel Ramón Demetrio Failde Pérez (23 de diciembre de 1852- 26 de diciembre de 1921), quien lo tocó el 1ro. de enero de 1879 en los salones del Club de Matanzas, luego Liceo Artístico Literario (hoy Sala White); lo hizo con su Orquesta Los Faildes, fundada en 1871, en la que también tocaban sus hermanos Eduardo y Cándido.

Rápidamente el nuevo ritmo, que sustituyó a la contradanza, se adueñó de los salones de baile del país y ya en pleno siglo XX se le declaró “baile nacional”. El ejemplo de Miguel y su Orquesta Los Faildes fue seguido por otros músicos, entre ellos, compositores y directores de orquestas de la actual provincia de Mayabeque. Entre estos estuvieron Nicolás González y Pedro Plutarco Rojas y González.

Nicolás González (Güines, ¿?-1892), clarinetista, conocido como “el sinsonte güinero”, profesor y director de la Banda de Bomberos de Güines, fundador y director de una popular orquesta de baile a mediados del siglo XIX; ya en 1837 era notable ejecutante del clarinete y en 1881 el Rey Alfonso XII lo condecora por sus méritos artísticos. Pedro Plutarco Rojas y González (Güines, 1860-1911), trombonista, conocido por Perico, fundó su orquesta en 1884 y en 1904 vivió una segunda etapa de la agrupación, en la que contó con Andrés Rojas en el violín y Miguel Rojas en el clarinete; esta se conoció como Orquesta Típica de Pedro (Perico) Rojas. Los Rojas constituyeron una familia de músicos que formó a nuevas generaciones. Hoy en Güines se logró revitalizarla como Orquesta de los Hermanos Rojas y mensualmente, con músicos aficionados de la localidad, ofrecen retretas dominicales en el parque. También existe la Orquesta Melodías Danzoneras.

Otros que también se destacaron fueron Félix González Albelo y Juan De Dios Alfonso.

Félix González Albelo (Madruga, 1877-La Habana, 1967) fue director de orquesta de baile, compositor y figlista. Integró la orquesta de Enrique Peña, donde tocó el fingle. En 1915 creó su propia orquesta que duró hasta 1967. Compuso numerosos danzones, entre ellos: Alma mía, Edad de Oro, Las lágrimas se me salen y Un recuerdo. Grabó para la Víctor y para la Columbia. Su orquesta típica o de viento fue la que más tiempo estuvo en activo (52 años); Juan De Dios Alfonso (San José de las Lajas, 1825-Guanabacoa, 1877), se desempeñó como clarinetista, compositor y director de La Flor de Cuba, la cual fundó a mediados del siglo XIX.

Mención aparte merece la cantante Dominica Verges (Tapaste, San José de las Lajas, 19 de septiembre de 1918-12 de enero de 2002), por ser la única fémina que fue intérprete del danzón cantado y del danzonete. Cantó, entre otras, con la Orquesta Siglo XX.

Por supuesto, hubo muchos músicos mayabequenses que en etapas diferentes tocaron en orquestas danzoneras. Es el caso, por ejemplo, del güinero Alberto Montero Flores, quien tocó con la Orquesta de Arcaño y sus Maravillas y con la de Barbarito Diez (antes, Orquesta Antonio María Romeu).

Pero sin lugar a dudas, dentro de todos ellos los más importantes fueron los integrantes de la familia Urfé, en Madruga, encabezados por José Urfé, sus hijos José Esteban, Odilio, Orestes y su hermano Jesús, clarinetista. También la esposa de José, Leonor González, quien fue profesora de Música. En Madruga también se revitalizó la Orquesta Urfé e igualmente ofrece hoy sus presentaciones al público.

También Antonio María Romeu Marrero y su hermano Armando Romeu Marrero, ambos de  Jibacoa, Santa Cruz del Norte, y sus familias, han hecho historia en la música cubana, en las que se inscriben los nombres de Zenaida Romeu González, autora del danzón Sueño de un anochecer, Armando Romeu González, Mario Romeu González y Gonzalo Romeu, quien orquestó danzones para la Orquesta Filarmónica de México, entre otros. Ninguno nació en predios santacruceños.

El musicólogo Odilio Urfé escribió sobre su padre: “(…) José Urfé buscó un nuevo elemento rítmico en el son oriental, para estructurar su famoso danzón El bombín de Barreto (dedicado a Julián Barreto), el cual por la liberalidad expresiva de su último trío definió la forma actual del danzón cubano. Por El bombín de Barreto, se transformó la tradicional coreografía clásica del danzón de cierto rigor, por una más abierta a los más variados pasillos…”

José Urfé (Madruga, 6 de febrero de 1879 – La Habana, 13 de noviembre de 1957), fue compositor, clarinetista, profesor y director de orquesta y banda. En 1894, en su pueblo natal, inició estudios musicales bajo el cuidado del profesor Domingo Ramos. Entrar a la orquesta del teatro Payret le permitió perfeccionar sus ejecuciones en el clarinete, bajo la guía de Pedro Pablo Diez. En 1902 estuvo entre los fundadores de la orquesta típica de Enrique Peña. Más tarde, junto a José Belén Puig, pasó a la orquesta de Félix González (coterráneo suyo). Autoralmente legó destacadas obras, entre habaneras, criollas, caprichos y sobre todo danzones, aparte de alguna música de corte religioso. Viajó en diversas ocasiones a México y Estados Unidos integrando orquestas de teatro. Aportó al danzón elementos rítmicos procedentes del son que definieron, desde entonces, la actual forma del danzón cubano (le otorgó nueva estructura al último trío, lo que apareció, por primera vez, en El bombín de Barreto, en 1910). De su orquesta, fundada precisamente en el 1910, formaron parte sus hijos José Esteban y Orestes. Otros danzones suyos muy escuchados y conocidos fueron Fefita (el cual dedicó a María Josefa González y que estrenó el 24 de febrero de 1925 en el Centro Familiar de Madruga), Nena, El churrero, El dios chino y El progreso.

José Esteban Urfé (Madruga, 1910 – La Habana, 23 de diciembre de 1979), también compositor y director de orquesta. Doctor en Pedagogía. Cursó estudios musicales bajo la orientación de su padre y luego de otros profesores. Fue pianista, pero fundamentalmente director de orquestas de teatro. Autor de canciones corales, piezas para clarinete y piano, danzas, preludios y canciones para voz y piano, además de música para ballet y zarzuela.

Odilio Urfé (Madruga, 18 de septiembre de 1921–Ciudad de La Habana, 6 de junio de 1988). Musicólogo, pianista, profesor y director de orquesta de baile. Su padre lo inició en los estudios musicales, primero en la Banda de Música de Madruga y después en la orquesta de baile que sostuvo por años. Trabajó como pianista en diversas agrupaciones. En 1938 funda (y después dirige) la orquesta Ideal. De 1942 a 1950 es flautista de la orquesta de Cheo Belén Puig y, en 1945, pianista de la Orquesta de Cámara del Conservatorio Municipal de Música de La Habana. Estimulado por Leopoldo Stokowski y otros funda el Instituto de Investigaciones Folklóricas (en la antigua iglesia de Paula) con la colaboración de destacadas figuras de la cultura cubana. En 1962 organiza y dirige el I Festival de Música Popular Cubana, con todos los géneros y estilos registrados en más de tres siglos de desarrollo. Fue director general de Música del Consejo Nacional de Cultura, director de la Charanga Nacional de Conciertos y del Seminario de Investigaciones de la Música Cubana. Ofreció cursos y conferencias dentro y fuera de la Isla y publicó diferentes artículos acerca de este tema en múltiples revistas y periódicos.

Orestes Urfé (Madruga, 30 de octubre de 1922–La Habana, 9 de marzo de 1990). Contrabajista y profesor. Luego de cursar estudios con su padre obtuvo, en 1947, una beca por dos años en el Berkshire Music Center (Estados Unidos), donde fue discípulo de George Edmund Moleux. Tocó, más tarde, en la Orquesta Filarmónica de Boston. Fue contrabajista de la Orquesta Filarmónica de La Habana. En 1961 ingresó en la Orquesta de Teatro y Danza. Trabajó como profesor de la Escuela Nacional de Música en Cubanacán y asesor nacional de enseñanza del contrabajo. Formó parte de la Charanga Nacional de Conciertos del Ministerio de Cultura.

Conocido como “El mago de las teclas”, Antonio María Romeu Marrero (Jibacoa, 11 de septiembre de 1876–La Habana, 18 de enero de 1955), empezó a tocar en bailes a la edad de diez años. El 5 de agosto de 1887 debutó como pianista en el Casino Español de Aguacate, donde ejecutó por primera vez un danzón: Carió no hay mejor café que el de Puerto Rico. Su primer danzón fue Ten dollar o Ten days; luego llegó a escribir más de 500 danzones, entre los que han alcanzado extraordinaria difusión: Marcheta, Alemán prepara tu cañón, Eva, Siglo XX, La danza de los millones, El servicio obligatorio, Cinta azul, El mago de las teclas, Jibacoa, Los frescos y, sobre todo, La flauta mágica, en colaboración con Alfredo Brito. Arregló para danzón, con gran éxito, numerosas canciones criollas. También instrumentó algunas obras operísticas, como El barbero de Sevilla, de Rossini. Pero, sobre todo, la composición suya que más se ha universalizado es el danzón Tres lindas cubanas —elaborado sobre los motivos melódicos de un viejo son de Guillermo Castillo—, estrenado en 1926 y donde aparece por primera vez un solo de piano. Dio nacimiento a un estilo singular en la interpretación del danzón, con lo que llegó a fijar la trayectoria posterior de este. Durante su vida musical obtuvo diferentes premios: Medalla de Oro en la Exposición de Sevilla (1928); de Plata en la Expo de Filadelfia; la del Cincuentenario de la República (1952) y la Carlos Manuel de Céspedes. En 1950, dejó de trabajar como pianista, para dedicarse solo a la composición e instrumentación. Fundó su orquesta en 1910.

La pasión de los mayabequenses por el danzón tendrá su mayor expresión durante la IX edición del Festival Danzón Habana, que organizado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) se realizará desde este miércoles 24 al 28 de junio. Nuevamente, por parte de orquestas como la de Barbarito Diez, Estrellas Cubanas, la Charanga de Oro del Maestro José Loyola y la propia Urfé, se escucharán piezas antológicas, algunas de compositores de la provincia.

Hoy el danzón sigue atrapando a las nuevas generaciones de músicos de Mayabeque como lo demuestra el jazzista quivicanense Chucho Valdés en su Danzón para Alicia, pieza con una gran fuerza experimental y que de cierta manera rinde tributo a todos los danzoneros de Mayabeque.

 

 

FUENTES:

 

—Linares, María Teresa: La música popular (Serie Introducción a Cuba). La Habana, Instituto del Libro, 1970.

—Orovio, Helio: Diccionario de la música cubana; Biográfico y técnico. 2da. Edición. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1992.

—Giró, Radamés. Diccionario Enciclopédico de la Música en Cuba, Editorial Letras Cubanas, 2007.


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