El Día de la Rebeldía Nacional


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Cuando se analizan los acontecimientos en Cuba del 26 de julio de 1953, en ocasiones nos parece algo muy difícil de creerlo posible. En esencia, ese día, un grupo de jóvenes altruistas dirigidos por Fidel Castro Ruz –que tenía 26 años de edad- atacó dos fortalezas militares del Ejército de Cuba, en momentos en que esas fuerzas armadas estaban al servicio incondicional del sanguinario tirano Fulgencio Batista Zaldívar, “el hombre fuerte de los Estados Unidos en Cuba”.

El joven Fidel Castro Ruz

Había nacido el 13 de agosto de 1926 en un punto perdido de la geografía oriental de Cuba llamado Birán, hijo del terrateniente Ángel Castro Argiz, natural de Galicia, España, y de Lina Ruz, una criolla oriunda de Mantua, en la occidental provincia de Pinar del Río.

Estudió la primaria en la escuelita pública rural que su propio padre construyó en Birán y puso al servicio del distrito escolar correspondiente, como había construido todo lo que había en Birán y era de su propiedad: hostal, fonda, almacenes… 

En el colegio de La Salle, en Santiago de Cuba, comenzó el estudio de la enseñanza secundaria concluyéndola en el colegio de Belén, en Marianao, La Habana.

En 1945 matriculó el doctorado en Derecho en la Universidad de La Habana, a la vez que, por enseñanza libre, estudió otras dos carreras: Licenciatura en Derecho Diplomático y Doctorado en Ciencias Sociales. Como confesara en 2005, fue en el recinto universitario donde se hizo revolucionario.

Ideología definida y valentía increíble

Por mucho que se discuta sobre su adhesión a una ideología específica, lo cierto es que Fidel dejó claro en varias entrevistas y reflexiones que, cuando ocurrió el golpe de estado de Batista en 1952, ya era un marxista convencido, aunque no militara nunca en la Juventud Socialista ni el Partido Socialista Popular, las organizaciones comunistas de entonces en Cuba. Sí lo hizo en la Juventud Ortodoxa y en el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos) fundado por Eduardo René Chibás en 1946 y que ofrecía una perspectiva de moralidad y limpieza a la corrupción que imperaba en la república.

Siendo estudiante se involucró como líder ocasional en los sucesos del “Bogotazo” tras el asesinato de Eliecer Gaitán, candidato presidencial liberal de Colombia así como la fallida expedición de Cayo Confites de dominicanos y cubanos, para liberar a la República Dominicana de la tiranía trujillista.

Se enfrentó por medio de discursos y textos a la corrupción del presidente Carlos Prío Socarrás y cuando Batista asalta el poder, solicita valientemente al usurpador “cien años de cárcel” ante el Tribunal de Urgencia enumerando las disímiles violaciones a la legalidad que entrañaba el golpe.

Fulgencio Batista y su poder de facto

La otra cara de la moneda, Fulgencio Batista Zaldívar, era un desconocido hasta el 4 de septiembre de 1933 en que emergió a la política criolla cuando triunfa el golpe de estado de las clases y alistados en contra de la oficialidad del ejército que había servido a la tiranía de Gerardo Machado Morales –derrocada el 12 de agosto de ese año- y también con el propósito de deponer al presidente provisional Carlos Manuel de Céspedes Quesada. De momento, Batista es ascendido en grado y promovido en cargo por los gestores del movimiento: de sargento a coronel y de taquígrafo del estado mayor a Jefe del ejército. Antes de alistarse, había sido retranquero de trenes en su natal Banes, al oriente del país.

Su mente asesina pronto la dio a conocer. El 29 de septiembre de 1933, a sólo 25 días de su ascenso, dio la orden de masacrar al pueblo que acompañó las cenizas de Julio Antonio Mella que habían arribado desde México, donde fuera asesinado el 10 de enero de 1929 por órdenes de Machado. Entre los caídos por la matanza, se encuentra Francisco González “Panchito”, un niño que pertenecía a la Liga de los Pioneros, organización infantil orientada por el Partido Comunista. De hecho, no se le pudo dar sepultura definitiva a Mella y su cadáver fue escondido hasta después del triunfo de la Revolución.

Batista dirigió otras masacres urbanas en la época. Una de ellas contra los oficiales machadistas de alta graduación alojados en el Hotel Nacional. Otra, contra los miembros de la organización ABC en el castillo de Atarés. 

El 15 de enero de 1934 dio un golpe de estado para derrocar al presidente Ramón Grau San Martín, al frente del gobierno revolucionario conocido como “de los cien días” o “Grau-Guiteras”, por la labor profundamente revolucionaria que jugara dentro de él, Antonio Guiteras Holmes, al frente de dos carteras: Gobernación y Guerra y Marina.

En marzo de 1935, Batista reprimió fuertemente a la huelga general convocada ese mes y el 8 de mayo de ese año, asesinaría en El Morrillo, Matanzas, a Guiteras y su compañero de luchas, el venezolano Carlos Aponte Gutiérrez.

En 1936 promovió un “golpe suave” al presionar al congreso para que depusiera al presidente Miguel Mariano Gómez a favor de Federico Laredo Brú. Nuevamente se autoasendió, ahora a mayor general y entre 1938 y 1940, cumpliendo órdenes de Washington, cambiaría su política, a tenor con la nueva situación internacional creada por el eje Berlín-Roma-Tokío y sus aliados y la respuesta de la coalición antifascista, integrada por 26 naciones –entre ellas Cuba- bajo el liderazgo de la Unión Soviética, el Reino Unido y los Estados Unidos.

En ese contexto se legalizaron la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) y el Partido Comunista y se convocó a una asamblea constituyente que le dio al país una  constitución democrático-burguesa de las más avanzadas en este continente para la época. Se jubiló de las fuerzas armadas y fundó su propio partido: Partido Acción Unitaria (PAU) y se postuló para la presidencia con la llamada Coalición Demócrata Socialista, ganando las elecciones y tomando posesión el 10 de octubre de 1940, hasta igual fecha de 1944 en que la cede a su rival del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) Ramón Grau San Martín.

Fue entonces Batista electo senador, cargo que sostuvo en los años siguientes, a pesar de que residiera la mayor parte del tiempo en el exterior, en Daytona Beach, Florida y ello, iba en contra de la constitución y las leyes de la república.

Su regreso al panorama político ocurrió de manera fulminante: entró por la posta 3 de la Ciudad Militar (Campamento de Columbia) el 10 de marzo de 1952 y de pronto, se le subordinó el estado Mayor Conjunto de las fuerzas de aire, mar y tierra y desde allí, en breve tiempo se adhirieron al golpe todos los mandos, regimientos y distritos militares y la policía y otros cuerpos represivos. El presidente Prío huyó fuera del país sin presentar combate a pesar de que la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) le pidiera armas para defender el orden constitucional.

Disolvió el congreso y suspendió la constitución y con ello, las garantías que de ella emanaban. El 4 de abril, sus “Estatutos Constitucionales” fueron jurados, en sustitución de la Constitución de 1940, por los ayuntamientos municipales, a los cuales, los concejales ortodoxos y comunistas más algunos de otros partidos, se opusieron y cesaron en esas funciones. Se creó un Consejo Consultivo, por personas designadas por el presidente de facto, en sustitución del congreso y se le daban todas las facultades legislativas al consejo de ministros.

Este caos político, jurídico y anti-constitucional, se acompañaba de una temprana represión policial y del ejército así como de otros cuerpos represivos como el Buró de Investigaciones, el Buró Represivo de Actividades Comunistas (BRAC), el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia Naval (SIN), entre otros, más fuerzas paramilitares como los gánsteres de Rolando Masferrer. Y todo ello, en la previa del cincuentenario de la república que sería el 20 de mayo y de las elecciones generales, del 1ro. de junio –que se suspendieron- en las que se vislumbraba una victoria rotunda del Partido Ortodoxo.

Hay una realidad, desde su puesto de Jefe del Ejército, Batista había ejercido un poder de facto por encima de los presidentes de la república desde su golpe de estado del 15 de enero de 1934 hasta que tomó posesión como presidente constitucional el 10 de octubre de 1940, por lo que estuvo al frente de los poderes de la nación, garantizando los intereses imperialistas de los Estados Unidos durante diez años: de 1934 a 1944 y ahora regresaba en el 52 con una promesa terrible: estaría en el poder por veinte años, vaticinaba, pero subestimó al pueblo cubano y a Fidel Castro. Realmente sólo estuvo esta vez por seis años y nueve meses.

La República traicionada y la Revolución inconclusa

La república que cumplía 50 años el 20 de mayo de 1952 estaba muy distante de la soñada por Carlos Manuel de Céspedes Castillo, Ignacio Agramonte Loynaz, Antonio Maceo Grajales, Máximo Gómez Báez y José Martí Pérez, como máximas figuras de las tres guerras y treinta años de lucha por la independencia (1868-1898). Muy distante del manifiesto del 10 de octubre de 1868 en La Demajaguaque iniciara esas luchas y de la primera república, proclamada el 10 de abril de 1869 en la asamblea constituyente de Guáimaro y ratificada por las siguientes constituciones mambisas de Baraguá, Jimaguayú y La Yaya, en 1878, 1895 y 1897, respectivamente.

Gracias a la oportunista intervención estadounidense en la guerra y de la firma del Tratado de París por Estados Unidos y España el 10 de diciembre de 1898, el archipiélago cubano fue ocupado militarmente por Estados Unidos a partir del 1ro. de enero de 1899, fue disuelto el Ejército Libertador Cubano, el Partido Revolucionario Cubano que organizó y dirigió la última de las guerras independentistas en 1895 así como el último órgano de gobierno de la república en armas: la Asamblea de Representantes de la Revolución.

Con esas premisas se preparó una falsa república cuya Constitución, la de 1901, tendría como apéndice la Enmienda Platt, aprobada por el Congreso de los Estados Unidos, que permitía que aquél país interviniera en Cuba cada vez que lo deseara, con el pretexto de proteger la independencia (¿Qué independencia?), que Cuba tenía que pedirles permiso para celebrar pactos o tratados de cualquier tipo con un tercer país, que debía cederles bahías para establecer bases navales o carboneras, que la Isla de Pinos –actual Isla de la Juventud- se omitía de los límites de Cuba pasando a ser territorio de los Estados Unidos.

Los puertos que exigían ser cedidos a perpetuidad para sus bases navales eran cuatro inicialmente: dos en la costa norte (La Habana y Banes) y dos en el sur (Cienfuegos y Guantánamo). Por la oposición del pueblo a la afrenta de una base yanqui en la propia capital, La Habana fue cambiada por Bahía Honda y siguieron las oposiciones hasta que quedó en dos puertos la propuesta: Bahía Honda y Guantánamo y finalmente sólo esta última pero con 117 kilómetros cuadrados. Hay varios estados insulares y continentales más pequeños.

Respecto a la Isla de Pinos –Isle of Pines, como le llamaban- sólo fue ratificado el derecho de Cuba a su posesión por el Congreso de Estados Unidos el 13 de marzo de 1925. Es la sexta isla en tamaño de las Antillasdespués de Cuba, La Española, Jamaica, Puerto Rico y Trinidad, con más de cuatro mil kilómetros cuadrados de extensión.

Las inversiones norteamericanas en Cuba llegaron a que sus monopolios se apoderaran de las mejores tierras en grandes extensiones, de la industria azucarera, de la tabacalera, de la minera así como el comercio, la banca y las aduanas. Cuba fue una verdadera colonia política y económica estadounidense, esa fue la segunda república, proclamada el 20 de mayo de1902.

La Revolución por dos objetivos estratégicos: la plena independencia y toda la justicia social posible, iniciada con el alzamiento del 10 de octubre de 1868, continuada por la Protesta de Baraguá el 15 de marzo de 1878, la Guerra Chiquita entre 1879-1880 y la nueva contienda el 24 de febrero de 1895, estaba por hacer todavía.

Existió el proceso revolucionario de los años 30, iniciado el propio año 1930 con huelgas obreras y estudiantiles y que tuvo momentos clímax en 1933 con el derrocamiento popular de la tiranía machadista y el establecimiento del gobierno revolucionario provisional de los cien días que tomó diversas medidas sociales de gran beneficio popular. 

En el contexto de la Revolución del 30 fue derogada la Enmienda Platt –de todas formas, el dominio económico y político estadounidense estaba garantizado por otros mecanismos-, se estableció la jornada laboral de 8 horas, por primera vez un salario mínimo, el voto femenino, se rebajaron las tarifas de electricidad y teléfonos –revertidas después por la reacción-, se nacionalizó el trabajo, entre otras reformas. Ese proceso terminaría con la Constitución de 1940 pero sus artículos progresistas quedaron en “letra muerta” y no se cumplieron. En el cincuentenario de la segunda república, estaba por hacer todavía la revolución.

La última fase de la lucha por la liberación nacional

La temeraria acción de aquellos jóvenes martianos el 26 de julio de 1953 tenía como objetivo provocar un levantamiento general popular o al menos, con las armas que fueran capturadas en los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, marchar a la Sierra Maestra e iniciar la guerra irregular contra la tiranía. No se lograron esos objetivos pero, el alegato de autodefensa de Fidel, conocido por sus palabras finales: “La historia me absolverá”, se convirtió en un manifiesto de lucha y en el programa mínimo de la Revolución.

Se iniciaba la última etapa de las luchas por la liberación nacional que continuaría con el asalto al cuartel Goicuríaen Matanzas el 29 de abril de 1955, el levantamiento de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956, el desembarco de la expedición del yate Granma el 2 de diciembre de ese año, la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, el levantamiento de Cienfuegos el 5 de septiembre de 1957, la apertura de cuatro frentes en Oriente, uno en Camagüey, dos en Las Villas, uno en Matanzas y otro en Pinar del Río, así como una columna guerrillera en La Habana, es decir, frentes y columnas guerrilleras en las seis provincias de entonces. La Huelga general del 9 de abril de 1958. La lucha clandestina en las ciudades, pueblos y poblados con células, milicias y comandos y el 1ro. de enero de 1959, cinco años, cinco meses y cinco días después del Moncada, triunfó la Revolución.

El 26 de julio, es el Día de la Rebeldía Nacional y el 1ro. de enero, es el Día de la Liberación. La justicia social llegaría en una revolución de los humildes, por los humildes, y para los humildes, tras mucha sangre derramada.


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