El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso


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Foto: Jorge Luis González.

Al reconocer los aportes de Alicia Alonso, prima ballerina assoluta, a la cultura  cubana y mundial, el Consejo de Estado de la República de Cuba, con carácter excepcional, acordó denominar al Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Su figura esculpida será colocada en el vestíbulo de la institución, mientras continuará con el nombre de Federico García Lorca la sala principal del Teatro, sede del Ballet Nacional y de los Festivales Internacionales del Ballet de La Habana, desde 1960.

Alicia Alonso por siempre será la asombrosa y extraordinaria leyenda de la danza.  Sus triunfos se hallan en las memorias de los más importantes escenarios y compañías del ballet  de América y Europa, así como sus célebres versiones coreográficas, que bailan destacadas compañías de ballet como la Ópera de París, la Ópera de Viena y el San Carlos de Nápoles, la Ópera de Praga y el Teatro alla Scala de Milán.

Alicia Alonso devino en intérprete suprema de célebres obras del repertorio clásico y romántico, como sus representaciones de  Giselle y Carmen.  Precisamente, a Giselle la interpreta por primera vez, en 1940, en Nueva York.  Pocos años después la crítica la reconocería por su extraordinario aporte a las técnicas de la danza, lo que ha influido en el desarrollo de varias generaciones de bailarines. Es la bailarina que más años ha ofrecido su arte en el escenario, pues bailó desde 1930 hasta 1990.

No es por azar o capricho, sino es por orgullo que al Gran Teatro de La Habana posea el nombre de Alicia Alonso, lo que ha coincidido con la fiesta en su tierra natal por los 95 años de edad. La figura cimera del ballet en Iberoamericano y leyenda de la danza mundial, Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo, nació en La Habana, el 21 de diciembre de 1921, donde a los 9 años de edad inició los estudios de ballet en la Escuela Pro-Arte Musical, continuados en Estados Unidos. 

Al cumplir 15 años se casó con Fernando Alonso y cambia su apellido Martínez por Alonso. En Nueva York contó con eminentes profesores y debutó, 1938, en Broadway e ingresó en el American Ballet Theatre en 1939. Y, ya en la década de 1940 como prima ballerina del American Ballet Theatre of New York actúo en numerosos países de América y Europa.

El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso es la más antigua institución teatral en activo de América Latina y uno de los edificios emblemáticos por la extraordinaria belleza arquitectónica de la capital cubana. Su fama comenzó a partir del 15 de abril de 1838 cuando fue inaugurado como Teatro de Tacón y reconocido como el más elegante de España Ultramar.

En 1906 la colonia gallega en Cuba compró el teatro primigenio, que sería casi totalmente  demolido, y la manzana donde se hallaba ubicado, por 525 mil pesos, con miras a la construcción del Centro Gallego, o sea el palacio con la forma actual,  edificado entre 1907 y 1915.  El ]edificio ubicado en Prado entre San Rafael y San José, frente al Parque Central de La Habana, comprendió  el Gran Teatro Nacional del Centro Gallego, dos salones de baile, un casino, salones de juegos, oficinas, caja de ahorros, tesorería, restaurantes, y cafés.  La construcción del edificio costó 1.800 mil pesos. La obra estuvo a cargo del arquitecto belga Paul Belau. El estilo del palacio es neobarroco europeo, por lo cual abundan tallas y esculturas en piedra. Los cuatro grupos escultóricos que adornan la fachada son de mármol blanco, alegóricos a la Beneficencia, la Educación, la Música y el Teatro, realizados por Giuseppe Moretti.

En 1915,  el admirado Teatro reabrió sus puertas a la temporada de ópera con la célebre Aida, de Giuseppe Verdi, coincidiendo con la inauguración del Centro Gallego. El acontecimiento fue comentado en la revista Galicia: “El coliseo es una verdadera maravilla de construcción y ornamentación.  Ofrece un aspecto deslumbrador y estuvo completamente colmado de un público tan culto como selecto, que escuchó en la mayor atención y el más rígido silencio la soberbia partitura del colosal maestro italiano.”

Eventos como la ópera y el ballet han contribuido a situarlo entre los teatros más conocidos internacionalmente, mientras que por iniciativa de Alicia Alonso en 1985 todo el edificio fue denominado Gran Teatro de La Habana y su principal sala, Federico García Lorca, la que tiene capacidad para 1 500 personas.

Desde su fundación ha pasado por varias denominaciones, así en la colonia fue llamado Teatro Tacón, y en el siglo XX indistintamente le nombraron Teatro Nacional, Teatro Estrada Palma, Teatro García Lorca y Gran Teatro de La Habana.  Por los escenarios del viejo y actual coliseo han desfilado prestigiosas figuras y compañías de ballet, ópera y drama extranjeros. También se recuerda que en el antiguo coliseo, el 27 de enero de 1860, fue coronada Gertrudis Gómez de Avellaneda, la gran poetisa de la literatura hispanoamericana.

En las crónicas del Teatro perviven las bailarinas Fanny Elssler, Sarah Bernhardt y Anna Pávlova, entre otras grandes danzarias de los siglos XIX y  XX.  También se presentaron Guido Ciccolini, Lucrecia Bori, Beniamino Gigli el tenor Enrico Caruso (cantó en nueve conciertos), el tenor Giovanni Martinelli y, además, debutaron geniales músicos como los guitarristas Andrés Segovia y Leo Brouwer,  el chelista Pablo Casals, el violinista Jascha Heifetz, los pianistas Serguei Rachmaninov, Arthur Rubinstein, Daniel Barenboim y Frank Fernández con obras propias y de otros compositores.

En la década de 1930 el maestro Sánchez de Fuentes ofreció numerosos conciertos para dar paso a la canción lírica cubana con interpretaciones del tenor Eusebio Delfin.  También en este año fue presentada la Opera Priveé de París. Asimismo, durante el siglo XX fue presentado el ballet de Antonio Gades con Cristina Hoyos y otras destacadas figuras del ballet mundial.

En 1922 debutó el joven y gran pianista Ernesto Lecuona, autor de la universalmente conocida Siboney, quien dejó subyugado al público con sus interpretaciones. No se olvida la presentación de la compañía española del maestro Federico Moreno Torroba con la zarzuela Luisa Fernanda; Carmen Amaya bailó allí en 1939 y Jorge Negrete deleitó con sus rancheras en el decenio del cuarenta.  

Se suman a la constelación de estrellas que desde el antiguo coliseo a la actualidad han deleitado al público cubano las cantantes Titta Rufo, Victoria de los Ángeles y Teresa Bergaza; el gran mimo francés Marcel Marceau; también realizaron presentaciones el Ballet Kirov de Leningrado y el Ballet del Siglo XX de Maurice Béjart; Ballet Clásico de Francia; Ballet Rumano de Bucarest; Les Grands Ballets Canadiens. Alicia Alonso presentó el 24 de febrero de 1950 su compañía de ballet. Otras luminarias del arte nacional han dejado su huella en el Gran Teatro, entre quienes recordamos a Ignacio Cervantes, José White y Rita Montaner.

No quedan en el tintero dos acontecimientos interesantes, uno tuvo ocasión en el antiguo Teatro Tacón cuando el mecánico y tramoya italiano Antonio Meucci inventó el teléfono (1849), cuya patente le fuera negada, la que finalmente se le concedió a Graham Bell. No obstante, en 1886 la Corte Suprema de Estados Unidos reconoció a Meucci como el primer inventor del teléfono en La Habana, para entonces el florentino se hallaba pobre y enfermo; murió poco después del reconocimiento. Otro hecho interesante sucedió el 20 de diciembre de 1907 en el Teatro Nacional del Centro Gallego con el estreno por primera vez, o sea antes que en Galicia, del Himno Regional Gallego.


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