El Indio Naborí, siempre entre nosotros


el-indio-nabori-siempre-entre-nosotros

No hay iris. Se difumina

el color de las violetas

y convivo con siluetas

en un mundo de neblina.

Una mujer me encamina

y de guijarros y abrojos

va librando mis pies flojos...

!Ay, quién me diría que

los ojos que ayer canté

hoy fueran mis propios ojos! (1)

Infinito amor y profunda tristeza y nostalgia es el hermosísimo mensaje que nos presenta en este poema Jesús Orta Ruiz, El Indio Naborí, en su poemario Con tus ojos míos, dedicado a Eloísa, su esposa y compañera de toda la vida, a quien "ha de confiar sus pasos a los ojos de ella".

Él enfermo, frágil, ciego, tras su casi “resurrección” de una operación quirúrgica a corazón abierto en 1993, llega a ser quien a casi menos de transcurrir un año de aquella intervención escribe dichas estrofas. Para muchos especialistas, su mejor poemario o título, en cuanto a contenido y forma, y donde logra (una vez más) esa fuerza expansiva y espontánea que lo han continuado haciendo un poeta de la cantoría, improvisador genuino de lo más genuino de lo cubano. Un poeta que, en 1938, cuando presentó su primer poemario, fue reconocido de inmediato; al realizar una revolución en la décima cantada e improvisada.

En una reciente obra publicada por Ediciones UNIÓN, El telescopio de la hormiga. Los períodos creativos del Indio Naborí, su hijo Fidel Antonio Orta, tiene doble orgullo: el de testimoniar sobre su padre y el de analizar y profundizar sobre los períodos narrativos-creativos de su obra. Estos son: entre 1939-1949; 1950-1959; 1960-1972; 1973-1993, y 1994-2005.

Con tus ojos míos, el cantor no espera ni llama a la muerte. Todo lo contrario, en ella es intérprete y protagonista de "sensaciones-actitudes" que la poesía se ocupa de dilucidar en muerte y vida con el objetivo insospechado de trasladarnos un proceso de renacimiento, de reencarnación, de sincera espiritualidad. Algo que recuerda aquel pensamiento de nuestro José Martí cuando escribió: "Pasa el espíritu de construcción sobre el de destrucción que por ley humana le sale siempre al camino". (2)

Mas, continuemos analizando la última etapa —quizás, la más difícil a título personal para el inolvidable bardo—, en la que Fidel Antonio exhorta en uno de sus capítulos a leer el poema Oración, de cuatro estrofas de versos pentasílabos asonantes "utilizados para, a partir de una simplicidad cristalina, y casi a ritmo de canción, expresar la tragedia de estar ciego:

Santa Lucía

dame mis ojos

que se cayeron en negro pozo,

tal vez buscando no sé qué fondo

en donde Dios

esconde el rostro.

Santa Lucía,

dame mis ojos

que quiero ver

en mis contornos

reír mis nietos

pequeños bólidos

en la alegría

de sus retozos

como tres ángeles

idos del coro (...).

El Indio Naborí no solo deja ni dejará nunca de ser un torrente de lirismo e improvisación en el recuerdo de todos, sino también un paradigma de algo que resulta muy difícil en ocasiones de observar (apreciar y anunciar) en algunos seres humanos, y son sus increíbles atributos personales que van desde el hombre culto, intelectual, el poeta, el folklorista, al hombre que escribe y declama lo popular, lo más enraizadamente popular en el plano de la décima y a todo lo que ella conlleva de lo sentimental y lo cubano.

No olvidar que el recuerdo y promoción de su vida y de su obra en Cuba y el mundo son el mejor aporte que podemos hacerle al artista-adalid de la Décima cubana, de nuestra genuina poética y música tradicional, al igual que a su basamento sincero como revolucionario y como excelente ser humano.

NOTAS:

(1) El telescopio de la hormiga. Fidel Antonio Orta. Ediciones UNION. La Habana, 2015.

(2) José Martí. Obras Completas. Periódico Patria, 14 de marzo de 1893. T. 2, p.251.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte