El Maestro Chucho Valdés está de cumpleaños


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El multipremiado músico cubano Chucho Valdés, considerado por la crítica especializada como uno de los cuatro mejores jazzistas del mundo, cumple este viernes 79 años de vida. Nacido en Quivicán (La Habana), un 9 de octubre, igual que su padre el también pianista de jazz afrocubano Bebo Valdés (1918-2013), Chucho se ha presentado con éxito en los más importantes escenarios del mundo.

Creció en un ambiente musical. A los seis años de edad aprendió solfeo con Oscar Boufartique, y a los dieciséis debutó como pianista de Sabor de Cuba, la célebre orquesta de su padre. Estudió en el Conservatorio Municipal de La Habana y en el Instituto Superior de Arte de Cuba (ISA).

Premio Nacional de Música (2009) y fundador del grupo Irakere este maestro de generaciones brilla en géneros como el jazz, la música popular bailable y la música clásica. Es Embajador de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, desde 2006, y cuenta entre sus múltiples premios y reconocimientos con varios Grammy el primero lo obtuvo en 1979, en los Estados Unidos) y Grammy Latino.

Recibió el Disco de Plata que otorga la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales de Cuba, Egrem, Cuba (1980); y el Grammy Latino a la Excelencia Musical (2018).  Ostenta, además, la Medalla Félix Varela (Cuba).

Es uno de los mejores pianistas del orbe y ha desarrollado, al mismo tiempo, una intensa labor como compositor y pedagogo. Fue profesor de la Royal Academy of Music, de Londres, donde le impartió clases al famoso pianista inglés Monty Solomo; y ofreció cursos en varias universidades de California, entre ellas la de Berkeley; la Universidad de Victoria, Canadá, y el Instituto Superior de Arte de Cuba (ISA). Este último le otorgó, en 1999, el título de Doctor Honoris Causa.

Chucho Valdés cree firmemente en la necesaria inspiración a la hora de asumir el proceso creativo. Al respecto expresó en una ocasión: “Es imprescindible el dominio técnico, pero apoyado en una total inspiración. Eso se siente. Es diferente. Confieso que trabajo cuando ella llega. Entonces, quedo a su disposición todo el tiempo necesario, días, noches, madrugadas. Tampoco la fuerzo (...). A la inspiración, a ese proceso que lo transforma a uno, yo le llamo “lo grande”. Y cuando eso falta, hay poca autenticidad en la creación”.


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