“El pensamiento dirige, escoge y aconseja; pero el arte viene, soberbio y asolador,
de las regiones indómitas donde se siente”
(José Martí, 1889)
Conocí a José Ignacio Sánchez Rius (La Habana, 1963), o simplemente Josignacio, a través de sus pinturas. Fue uno de esos sábados que me “voy de cuadros”, en que tuve la dicha de toparme con su exposición Martí visto por Josignacio, en la galería El Reino de este Mundo de la Biblioteca Nacional de Cuba.
Aun bajo la impresión de esa “ópera visual” que me trasladaba a ese “frondoso monte que es el Martí natural”, escribí una reseña en la que destacaba, entre otros brillos, “el diálogo armonioso entre la forma y el contenido, el gesto y la intención, entre lo espontáneo y lo racional, lo esencial y lo accidental, lo personal y lo compartido, que resuena en cada pieza y entre sus agrupamientos…”.
Señales de que no solo era un pintor de Martí, era un “pintor atrevido” y “vencedor de la luz”, es decir, un pintor martiano.
Días después, me sorprendió la invitación de Josignacio a la clausura de su muestra personal. Esa noche, tuvo otros gestos, donó un díptico y un políptico a la Biblioteca y al Consejo Nacional de Artes Plásticas y con humildad me prometió esta copiosa entrevista, de la que presento una muestra.
Comencemos con la exposición Martí visto por Josignacio. ¿Por qué ese título?
Fue idea de los curadores, yo lo hubiera titulado simplemente así: Mi Martí.
¿Cuáles fueron tus motivaciones?
Martí visto por Josignacio es un resumen de la vasta obra que de Martí he pintado durante toda mi vida. Además, el deseo de poderla exhibir en un lugar a la altura del Apóstol. Siempre quise hacer una exposición dedicada a él, mas no quería al mismo tiempo que fuera en un lugar cualquiera y tenía razón, la trascendencia que ha tenido el haberla hecho en la Biblioteca Nacional ha sido inmensurable. Valió la pena esperar el lugar propicio.
Háblame más de tu José Martí, ¿por qué tu acercamiento a su obra y a su espíritu?
Martí es uno de los seres humanos más interesantes que he conocido, obviamente a través de la lectura. Ha sido inspiración en mi vida y en mi carrera por más de 30 años. Desde niño lo pinto. El primer retrato de Martí que hice con mi técnica estuvo expuesto, es de mi colección personal. Fue realizado entre 1985 y 1986, no recuerdo bien, porque no lo firmé, ni feché.
De niño una de las cosas que más me gustaba hacer eran los retratos y hacer uno de Martí se me hacía muy fácil, por sus rasgos definitorios. Cuando los mostraba a mis amistades lo reconocían al momento, eso me motivó a seguir pintándolo, uno siempre busca ser alagado por lo que hace, sobre todo si lo haces bien.
Luego, empecé a leerlo como todos. La edad de oro es una obra maravillosa. Ya de adulto tuve que releer su obra para verdaderamente entenderla. Martí no es fácil y eso me motivó aún más. Cuando tú lees, inconscientemente te identificas o no con el escritor o con su trama, si esto no te sucede, pierdes el interés por uno o por ambos.
La primera vez que exhibí algo del Apóstol lo hice en el Salón de la Ciudad de 1988, como parte de un díptico titulado Alejandro el Gigante y el Autor Intelectual, que consistía en dos retratos sobre los azules claros, blanco y negro de Fidel Castro y José Martí. Dicho díptico fue adquirido por el Premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez, quien me sorprendió con una elogiosa nota.
Martí es un tema muy delicado, pues él usa mucho colorido en sus escritos. Siempre que pinto sobre algo relacionado con él soy muy cuidadoso, pues siento un profundo respeto y admiración por él, el más grande de los cubanos. Cuidadoso en el uso del color y en la proyección de la forma, especialmente en su retrato. Es muy difícil crear una obra de Martí que lo llegue a honrar en su verdadero nivel.
Me llamó mucho la atención el dato de que la mayoría de esas piezas son propiedad de coleccionistas...
Sí, todo lo relacionado con Martí y su memoria es de mucho interés, incluso internacional.
¿Son cubanoamericanos?
Muy pocos, La muñeca negra es de un coleccionista cubano, pero El pacto es de un coleccionista norteamericano.
Y, por cierto, Josignacio, ¿cómo te ha ido con el mercado del arte?
Yo nunca había estado en una subasta, me inicié en estas lides en el 2014, y desde ese entonces hasta la fecha he tenido muy buena acogida internacional; en Estados Unidos, Rusia, Europa, Asia y América Latina, en ese orden.
¿Qué se vende más, el abstraccionismo o lo figurativo?
Neofigurativo y abstraccionismo dominan, pero más neofigurativo. Es muy reducido el mercado del arte abstracto puro.
¿Ese resultado o preferencia ha estado marcando la línea de lo que has estado haciendo en los últimos tiempos?
Yo voy de un lado al otro constantemente. Hasta ahora el mercado no ha afectado mi creación, si vienen buscado Neofiguración y la tengo se las vendo, pero no las hago para vendérselas.
¿Cuál fue última obra que te compraron?
El alma trémula y sola, el de la bailarina española, que hice este año.
Sabes que Martí apreciaba mucho la espontaneidad, “el pincel y el espíritu libre”, y en tu caso, en las obras de Martí visto… es apreciable la armonía, el equilibrio, entre la espontaneidad y el control, lo abstracto y la figuración. ¿Hay intención en ello, o es instintivo? ¿Haces boceto o vas con idea preconcebida de los colores o los elementos simbólicos?
Muy pocas veces hago bocetos, el boceto casi siempre te "amarra". Hay entonces, de las dos, intención y cálculo al mismo tiempo que lo instintivo.
¿Cuánto aporta a ese resultado la técnica creada por ti? ¿Te adecuas a su impronta y sus caprichos, la dominas o te sigue sorprendiendo?
Tuve un adiestramiento no-escolástico, mas sí directo de maestros de la pintura cubana los cuales me enseñaron el uso de casi todas las técnicas convencionales usadas por los pintores, fundamentalmente Yánez. Pero a partir del 1984 donde conocí la resina epoxy y la pigmenté con óleo, me enamoré perdidamente de ella. Técnica que uso desde ese entonces, pues se adapta precisamente a mi temperamento. Increíblemente, a pesar de estarla trabajando por más de tres décadas, cada día le descubro algo nuevo, y ¡mira que he experimentado! Y me pasan las tres cosas: La domino, me adecuo a sus caprichos y me sigue sorprendiendo.
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