El mejor regalo


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Esta mañana los trabajadores del Ministerio de Cultura se reunieron para un matutino muy especial, dedicado a José Martí. Fue un hermoso homenaje al Maestro en vísperas de un  nuevo aniversario de  su nacimiento el 28 de enero.

El Coro Nacional Infantil creado por Digna Guerra cantó el Himno Nacional y una pieza de Sindo Garay, La bayamesa. El autor de estas líneas habló de los últimos diarios de José Martí, el de Montecristi a Cabo Haitiano y el de esta ciudad haitiana a Dos Ríos, textos ambos que probablemente ni él mismo pensó que llegaría a la imprenta. María Elena Pena cantó unas décimas de poetas matanceros referidas al paisaje y a la cultura artística cubana. Y todo cerró con el coro infantil, que entregó una versión de La guantanamera. Mientras, al fondo del patio en que nos reunimos, Kamil Bullaudy daba sus trazos, rápidos y diestros, para descubrirnos a un Martí insólito sobre el lienzo en que los trabajadores del Ministerio habían estado pintando desde días antes. Al fondo, otra imagen del Maestro, de varios metros de altura, creada por el mismo artista, nos contemplaba con satisfacción y ternura. 

 

 La sorpresa final fue el regalo del Ministerio de Cultura a quienes compartimos con sus trabajadores: una bandera cubana confeccionada por el propio organismo. Confieso mi emoción y proclamo mi agradecimiento. No pudo haber mejor obsequio que esa tela con las franjas blancas y azules, y la estrella solitaria  en medio del triángulo rojo, la bandera limpiada de oscuros orígenes con la sangre mambisa, la única bandera de José Martí.

Fue un bello momento ese pedacito de la mañana, de cubanía real, de sano orgullo patriótico, sin altisonancias ni frases huecas ni lugares comunes.       Nos hicimos entre todos un pequeño regalo de amor y sensibilidad. Nos damos las gracias entre todos.


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