El misterio de la fundación de La Habana


el-misterio-de-la-fundacion-de-la-habana

La empresa militar española para la conquista de Cuba tuvo como primer momento la “pacificación”, es decir, el sometimiento de los aborígenes o su exterminio. Hatuey o Yahatuey ─como lo escribía Diego Velázquez─, antiguo cacique de la región haitiana del Guahabá, fue el más famoso entre quienes hicieron resistencia en una guerra de piedras y macanas contra armas de fuego, mallas, cascos, espadas, puñales, picas, caballos y perros.

Las Villas fundadas: Baracoa fue la Primada

Desde Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, fundada hacia 1511 por Velázquez, salieron expediciones para explorar el oriente de la Isla. Francisco Morales fue a Maniabón; Pánfilo de Narváez, a Bayamo, donde fundó en 1513 la segunda villa, San Salvador de Bayamo, que poco tiempo después cambió su asiento original, sin alejarse mucho del primitivo.

Siguió viaje para conquistar otras regiones, como Caonao, en el cacicazgo de Camagüey, escenario de una cruel matanza de indígenas; en su paso hacia occidente llegó a los cacicazgos de Habana, y Guaniguanico y Guahanacabibes, en la actual provincia de Pinar del Río. Velázquez, después de visitar a Bayamo, salió a navegar por el golfo de Guacanayabo yarribó el puerto de Jagua, donde dio por concluida la conquista.

Para 1514 ya se habían fundado las villas de la Santísima Trinidad y de Sancti Spíritus, también movidas de los lugares inaugurales, pero relativamente cercanas a estos. Al año siguientese fundó Santa María del Puerto del Príncipe en una zona de la actual de Nuevitas; años después fue ocupando los territorios interiores de Caonao hasta su ubicación definitiva, junto al río Tínima─la razón fundamental del traslado fueron las rebeliones de indígenas y los ataques piratas.

Plano fundacional de La Habana, 1691

En un sitio no precisado de la costa sur surgió San Cristóbal de La Habana

Por ese año se instauró San Cristóbal de La Habana en un sitio no precisado de la costa sur. Santiago de Cuba, convertida en capital de la capitanía general, apenas fundada se movió del lado oeste al este, más adentro de la propia bahía, y resultó un puerto ideal para la navegación por la zona y para el control de la conquista. Todas las villas, excepto la primada, se desplazaron de su espacio original. Si bien la selección inicial dependió de su proximidad a pueblos indígenas y a minas de oro, resultaba asimismoimportantela existencia de fuentes de agua potable; posteriormente se valoró mucho la protección ante ataques piratas.

El oro y la plata, además de joyas y objetos suntuarios para exhibir en las cortes europeas, eran los productos más buscados por los colonizadores. La posesión de los territorios continentales, proveedores de estas riquezas en cantidades considerables, hicieron cambiar el interés y modelo para la colonización en las islas, ya poco atractivas en relación con el imperio azteca. Desde entonces Cuba sería factoría o almacén, abastecedora para las flotas de casabe, carnes saladas, frutas y vegetales conservados, tan necesarios para la conquista americana; producirlos en grandes cantidadesy proporcionar las maderas para la fabricación de más barcos, fueron las prioridades.

Las villas fundadas se reacondicionaron a estas nuevas funciones de facilitadoras para la conquista y colonización de Tierra Firme. Por otra parte, debían tener más misioneros para cumplir las tareas típicas de la colonización, pues una vez que la conquista por las armas hizo su función, entrarían en escena, hacia mediados del siglo, la cruz y los símbolos ideológicos.

1519 Fundación, pintura del artista francés Jean Baptiste Vermay

San Cristóbal de La Habana fue quizás la Villa de menor interés

Sea cual haya sido el primer sitio fundacional de La Habana, era la villa más desconocida y, quizás, la de menos interés en los primeros años de la centuria. Emilio Roig de Leuchsenring ubica el extenso cacicazgo regido por Habaguanex o Yaguacayex ─como lo escribía Velázquez─ en la costa norte, de Mariel a Matanzas. Lo primero que aprovecharon los conquistadores en esta zona fue la rada de la actual ciudad de La Habana, cuando el marino gallego Sebastián de Ocampo tuvo que reparar en 1506 sus embarcaciones durante la circunnavegación de la Isla; sin embargo, el primer sitio donde La Habana se asentó estuvo en la costa sur occidental, en un puntoaún envuelto por el misterio. El lugar y las fechas fundacionales de la villa y su movimiento siguenhasta hoy ocultos en la bruma.

De obligada consulta para rastrear investigaciones e hipótesis resulta el ensayo “La Habana del sur y del norte: un enigma de más de 500 años”, de Roger Arrazcaeta Delgado, Marcos A. Acosta Mauri, Osvaldo Jiménez Vázquez y Rebeca T. Ortiz Linsuaín,incluido, como segundo capítulo, en el libro La Habana. Dimensión arqueológica de un espacio habitado, coeditadopor Ediciones Boloña y Ediciones Polymita y presentado durante los festejos por el aniversario 502 de la fundación de la villa.

El volumen, precedido por una síntesis de las palabras de Eusebio Leal en la presentación del número 12 del boletín Gabinete de Arqueología y por una Introducción breve y enjundiosa de Alicia García Santana,contiene además un primer capítulo, “La Habana arqueológica, convergencias de un espacio habitado”, de Sonia Menéndez Castro y Beatriz A. Rodríguez Basulto, en que se destaca la importancia de la intervención de los arqueólogos para interpretar los hallazgos en los subsuelos y las diferentes metodologías que los han acompañado, mientras el capítulo tercero, “Génesis y desarrollo de San Cristóbal de La Habana”, de Rosalía Oliva Suárez, Lisette Roura Álvarez y Osvaldo Jiménez Vázquez, cuenta la prehistoria de un hábitat,su transformación y la acción constructiva desus habitantes.

El Templete (Foto antigua)

No es posible que pase inadvertido en este bello libro─impreso porEgondi Artes Gráficas, S. A., de España, bajo la coordinación académica de Roger Arrazcaeta Delgado, la dirección editorial de Julio A. Larramendi, quien también tuvo a su cargobuena parte de las fotografías, la esmerada edición de Silvana Garriga y el laborioso y funcional diseño de Jorge Méndez─, el texto de Lisette Roura Álvarez dedicado al“Legado material indígena en la ciudad”, un temapendiente, en buena medida, en nuestros estudios históricos, al cual la Arqueología deberá contribuir sustancialmente.

Esta útil selección recoge, asimismo, el estudio “Bahía y puerto: estructuras dinamizadoras”, de César Alonso Sansón y Carlos A. Hernández Oliva, en que se ubica el contexto geográfico e históricode la colonización de América, sus rutas navales y el papel de Cuba en ellas, así como las sinergias de la ciudad y su bahía. Completan esta entrega sustanciosa y sustancial sobre la ciudad,“Comercio, producción y consumo en La Habana”, de Carlos A. Hernández Oliva, César Alonso Sansón y Osvaldo Jiménez Vázquez, y “Participaciones arqueológicas: entre las narrativas de la nación y los relatos de la ciudad”, de K. Mahé Lugo Romera.

Alameda de Paula (Foto antigua)

El primero tiene en cuenta la producción, comercio y consumoen la villa, especialmente la economía en general,la ganadería y la preparación de alimentos y bebidas, así como el comercio de cabotaje, intercolonial y trasatlántico; el segundo nos acerca a las reescrituras que han conformado una prehistoria e historia, no solo de la capital sino de la nación, desde textos educativos, científicos y culturales que han resignificado conocimientos y sabereshasta el presente, moviéndose entre la tradición y el cambio, hacia un redescubrimiento de la ciudad, cuyo eje indudable ha sidoen las últimas décadas la labor de Eusebio Leal.

Contribuyen a la solidez de los textos y a su disfrute no solo por lectores especializados, sino por un público más general, las fotografías, mapas, planos, tablas, croquis, esquemas, grabados…, colocadoscon exactitud donde pueden ser más útiles a la lectura, y,particularmente, los breves estudios ubicados al final de cada capítulo, para dar a conocer hallazgos en una casa, intervenciones en una fortaleza o en instituciones públicas y religiosas, la aplicación de la geofísica a la investigación arqueológica, el arte decorativo del siglo xviii en una mansión, los restos de instalaciones en zonas de baños de mar, las prácticas funerarias o las monedas antiguas encontradas intramuros.

Parque de La Punta, Glorieta (foto antigua tomada en 1923)

Cada uno de estos acápites da fe de la aplicación práctica en el Centro Histórico habanero de los principios teóricos y metodológicos manejados por los autores de los ensayos a los que se adjuntan.

Todo este arsenal de conocimientos está referido, fundamentalmente, al asiento actual de la capital cubana; sin embargo, continúan en la oscuridadsus diferentes asentamientos anteriores, y en especial el primero, que va,desde argumentos atendibles, de la “seductora hipótesis de Onicaxinal-Bija-Mayabeque”, a otros que, siguiendo razonamientos no menos interesantes, sitúan el sitio primarioenlos alrededores de laensenada de Cortés en la actual provincia de Pinar del Río;se defienden también con fuerza la boca del río Mayabeque y la playa del Rosario, el surgidero de Batabanó y la boca de Río Hondo, con lo cual el llevado y traído sitio fundacional se ubicaría en una extensa área que va desde la ensenada de Cortés hasta la boca del río Hatiguanico, en la ciénaga de Zapata.

Fuente de la India (Foto antigua)

Los historiadores del siglo xviii ya manejaban diversas hipótesis. El obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz afirmaba en 1757 que San Cristóbal fue fundada en Batabanó, y después trasladada a la desembocadura del río Almendares ─llamado Casiguaguaspor los aborígenes, y, sucesivamente, por los conquistadores, La Chorrera, y luego Almendares, por vivir cerca de allí el obispo Enrique deArmendáriz.

José Martín Félix de Arrate, uno de los tres primeros grandes historiadores cubanos, sostenía en 1761 que el ríoOnicajinal es el Bija, y que el llamado Pueblo Viejo, mercedado por el cabildo habanero al indígena Diego Hernández en 1569, no era ni más ni menos que la primera Habana.

Otro relevante historiador nuestro, Ignacio José de Urrutia, sitúa la fundación de San Cristóbal en las inmediaciones de la ensenada de Cortés. En 1841 José María de la Torre afirma que el río Onicajinal es el Güines, y que en esas márgenes se fundó La Habana; sin embargo, Antonio Bachiller y Morales halla un documento de 1603 donde se lee que el indio Diego y otros testigos aseguran haber sido pobladores y vecinos de los pueblos viejos de Yabuena y el de la boca de La Chorrera.

Lonja del Comercio (Foto tomada antes de 1909)

Las hipótesis sobre la primera fundación de La Habana pasan al siglo xx. En 1936 Manuel Pérez Beato sugiere como la playa El Rosario; al año siguiente, Gerardo Castellanos y Félix Duarte realizan exploraciones en Batabanó para buscar restos de aquella villa perdida; Castellanos, junto a Carlos de la Torre y otros investigadores realizan exploraciones en 1938 en el cauce del río Mayabeque y la costa contigua.

En 1946 Jenaro Artiles afirma que el segundo asentamiento, ya en la costa norte, fue en el cruce del río La Chorrera por la estancia de los Rojas. En 1960 Julio Le Riverend sostiene que sobre el tema “todo es forzosamente conjetural”. César García del Pino ha estado entre quienes más se han dedicadoa encontrar los primeros vestigios de esa Habana escurridiza y viajera; en 1979 dedujo que el río Onicajinal es el río Hondo o Ajiconal, en Pinar del Río, y que los restos de la primigenia villa se encuentran sumergidos en la albufera de Gato; en 1998, basado en el documento expuesto por Bachiller y Morales, postula que Yabuena es la actual Yabunal, en las márgenes del río Hondo.

Plaza de la Catedral (Foto antigua)

Trasladado el enigma al presente,Abilio González, Ricardo Álvarez y Sara Interián exploran entre 1990 y 2015la posible fundación de San Cristóbal en el área del ingenio La Teresa y la playa El Rosario, en las inmediaciones del río Mayabeque.

Pareciera que La Habana pretende ocultar sus orígenes y poner a prueba la tenacidad de arqueólogos, geógrafos, historiadores y otros especialistas empeñados en estudiarla. Eusebio Leal, sabio y honesto, no se dejó tentar y celebró el aniversario 500 en 2019, ateniéndose estrictamente a lo documentado sobre el emplazamiento actual.

Los autores de La Habana. Dimensión arqueológica de un espacio habitado demuestran con este libro ejemplar, al que ojalá sigan muchos otros, que tenacidad, sabiduría y honestidad tampoco les faltan, y que, sobre todo, los anima, como a su mentor, el amor por una ciudad de la cual tantos enigmas han ido esclareciendo, para hacérnosla más clara, más hermosa y más nuestra.

 

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte