El misterio que nos une


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Si el soplo de la vida es movimiento, si nunca cesa irremisible paso, si cada instante avisa del que viene y éste; que llega nos anuncia el otro, y otro, y así hasta el infinito, universal señal que todo llena, el movimiento será entonces acaso, el código secreto que nos une, que enlaza en cada ser que existe, humana estirpe, condición humana.

Será tal vez por eso que Alejo Carpentier dijera que en Alicia Alonso eI movimiento, el vuelo en Ícaro se funde, y se desborda, para hacer de la danza algo diverso, igual, distinto, señal que nos revela las esencias; será por eso que también afirme, y se pregunte, si es que la danza que en Alicia anida, vuela, no será señal símbolo clave, traducción que permite insertar en el alma el universo.

Será también por eso que recuerde que Stravinsky Igor remarcara que es la música, de entre todas las artes, la que recorre el tiempo en sus segmentos; Carpentier se sirve entonces remarcando a su vez que tocará a la danza, inscribir su lenguaje en el espacio. La música y la danza, danza música, son la unidad de espacio tiempo el símbolo ya he dicho, la señal, el pase hacia el misterio, de ese soplo inicial y sin inicio, del soplo que recorre el universo, la vida, el movimiento.

Toca a Cuba en su Diva mayor, en su divina, en Alicia encontrar la luz del universo, aquel instante en que el humano ser se eleva y toca en la belleza, en el amor, la puerta que permite avizorar la huella iridiscente del Ser oculto que lo impregna todo; al que Platón y Buda, Plotino Cristo, San Agustín José Marti Tagore Kavafis Moisés Pitágoras Pier Paolo Pasolini Lezama Einstein Jorge Luis Borges Gabriela Mistral Sor Juana y García Lorca, Esenin y Picasso, Vladimir, Vladimir Maiakovski, Raúl Martínez, Servando Cabrera y Glauber Rocha tocaron.

Te he querido rodear Alicia nuestra Alicia de una corte de príncipes, princesas, del pensamiento, el arie, de la idea, de la belleza, para decirte hoy, en esta noche, no puede haber, no habrá no ha habido, no puede ser, no es, no ha sido oscura nube; para ti no hay, no ha habido, no puede haber sino ese algo, apenas descriptible, que irrumpe en los más puros y que los hace, eternamente iluminados.

Eres la danza Alicia, y por la danza, revelas la esencia de ese soplo que en sucesión eterna nos recorre y eres también su íntimo resorte, entrelazado, subyacente, el amor que fecunda sin descanso, la belleza de que inundar el mundo es la tarea.

Gracias Alicia, por tu ejemplo y obra, gracias.

 

 

1997

 

*Palabras en la Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana, el 12 de mayo de 1997, en la Clausura del Concurso Internacional de Ballet Alicia Alonso. Publicadas en: Cuba en el Ballet, La Habana, Vol. 7, Nro. 3, 1997, p. 10.


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