Martí, siempre presente, siempre mostrándonos el camino de la unidad imprescindible. El Apóstol le escribía a José Dolores Poyo, director del El Yara, el 5 de diciembre de 1871:
(…) enseñar con mi presencia cómo están juntos, no ya en la aspiración retórica, sino en la obra sagaz y urgente, en la obra que ha de inspirar fe y cariño al país, en la obra de previsión y ordenamiento, de juicio amplio y acción cordial, todos los que tienen un pecho con que arremeter, y mente para ver de lejos, y manos con qué ejecutar. Y sin recelos y sin exclusiones. Y sin olvido de lo verdadero y de lo justo. Y sin antipatías tenacea. Es la hora de los hornos, en que no se ha de ver más que la luz.
Hora de la luz que Martí vislumbró, por la libertad de Cuba, con el alzamiento del 24 de febrero de 1895.
Hoy, nuevamente un 24 de febrero, nuevamente un Grito nos convoca; esta vez, para mantener la independencia cubana, la soberanía, la dignidad que se forjó en la lucha, el sacrificio y la inteligencia de los que nos antecedieron y se forja ahora en las necesidades del momento histórico que nos toca vivir. Hoy, para un ajuste necesario, aunque no agote el perfeccionamiento, para alcanzar nuevos peldaños, para seguir siendo.
Y en expresión dialéctica Martí nos alcanza y enseña: “Esa es buena manera de servir a la patria: grabar lo que se desvanece: dar molde nuevo al recuerdo viejo: reconstruirla”.
Pero, qué defendemos hoy, a dónde mirar; al bosque o a algunos árboles, al conjunto o al detalle. Qué nos estamos jugando; una idea particular que no compartimos, una redacción que pensamos debió ser diferente o que no incluyó un aspecto que estamos seguros era importante; quizá tengamos razón en alguno de ellos, pero, seguramente hubo más puntos de vista que personas que propusieron, incluso criterios opuestos entre las propuestas. ¿Entonces? ¿Cómo conciliar y redactar todas las posiciones?
Coincidir el cien por ciento de las personas con el cien por ciento del texto de cualquier articulado, o documento que analicemos, es utopía, por más que sea sana. Por suerte, hay diversidad de opiniones y ahí radica una fortaleza, una riqueza. Se dice que “la homogeneidad es la muerte del sistema”.
La diversidad no se contrapone a lo general, sino que es parte de él. Hace ya muchos años el autor de este artículo estaba en una de las oficinas de la iglesia de San Juan de Letrán, de sus paredes colgaban múltiples cuadros con idea tomadas del Antiguo Testamento y otros libros históricos de La Biblia, y motivado leía aquellos pensamientos. Me detuve en uno que me llamó particularmente la atención que decía algo más o menos así, “lo primero es lo primero”. Aquello, de primera instancia parecía una verdad de Perogrullo, pero menos de un segundo después comprendí la profundidad de aquella afirmación y confieso me ha servido de mucho en la vida. Comprendí mejor el valor de priorizar lo más importante, lo más trascendente y, presente está en mis decisiones de la más “diversa” índole y la aplico también ahora, en este momento histórico.
“La diversidad no demerita, complementa, pues por encima de lo individual, está lo grupal, y aun después, lo social, por ello y ante todo, primero el bosque… el que brinda refugio y alimentos y un modo de vivir honestamente a todos, y después y también, árboles y casas en la armonía del bosque.”
En la decisión que tomemos el próximo 24 de febrero, estaremos votando por más que un punto de vista particular y singular, estaremos decidiendo por la continuidad de la Patria.
Tomemos en cuenta si alimentamos el apetito de los que quieren devorar la “fruta madura” o, lanzamos al mundo el mensaje de unidad que muestre inexpugnables terrazas emergidas en el oriente cubano. O somos roca, como Blas, o nos mostramos como grietas por donde penetra la humedad, el lodo y la carcoma.
En 1893 Martí advertía, “es indispensable conquistar la patria”, y alertaba ver “Al sol, y no a la nube”. Patria, para Martí, es la palabra primera:“Si me preguntan cuál es la palabra más bella, diré que es patria…”.
Como es más que conocido, Patrimonio, deviene de Patria.
Según Wikipedia, Patria: (del latín patrĭa, familia o clan>patris, tierra paterna>pater, padre) suele designar la tierra natal o adoptiva a la que un individuo se siente ligado por vínculos de diversa índole, como afectivos, culturales o históricos o lugar donde se nace.
Según el Diccionario Larousse, patria es: Nación considerada como unidad histórica a la que sus naturales se sienten vinculados. Lugar, ciudad o país en que se ha nacido.
Pero Patria es mucho más que eso para Martí; “Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”.
Sobre ese concepto supremo expresó además otras muchas ideas, que nos ayudan a comprender y tomar decisiones.
Pensaba Martí:
“!Antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila!”
“[…] solo son amigos de la patria los que saben deponer ante ella sus iras y sus tentaciones.”
“[…] yo no puedo decir ni hacer cosas que no sea para el beneficio de mi patria.”
“[…] cuando a la patria, a despecho de sus agoreros, se palpa el corazón cualesquiera que sean las llagas del cuerpo y el corte del vestido, ¡el corazón está sano!”
“[…] en esta suprema hora, seamos dignos de la obligación que la patria echa sobre nosotros”.
“Patria: todo por ti…”
¡Usted decide!
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