El son, un género en las raíces de nuestra identidad.


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Por Decreto del Consejo de Ministros de nuestro país, desde hace cuatro años el son cubano tiene su Día. Para celebrarlo se escogió el 8 de mayo, fecha en la que por feliz casualidad vinieron al mundo Miguel Matamoros, en 1894, y Miguelito Cuní, en 1917, artistas que también con igual nombre figuran entre sus más valiosos cultores.

Los primeros sones y, al unísono con la música su correspondiente forma de bailarlo, surgieron en el oriente cubano de finales del siglo XIX, donde se habían fusionado tradiciones musicales africanas de origen Bantú con las españolas, manteniéndose ambas expresiones marginadas y hasta prohibidas por el gobierno que las tildó de inmorales, hasta que en 1920 la aparición de la radio hizo que alcanzaran gran popularidad.

Se dice que a principios de los años 30 el son era el género musical y el baile de mayor influencia en Cuba, oficialmente aprobados una vez que el entonces presidente Gerardo Machado invitó a su cumpleaños a La Sonora Matancera, una de las agrupaciones más aclamadas ya en aquellos tiempos.

Aunque en general es notable su impronta en el pentagrama latino, es en la salsa donde más se nota dicha influencia, pues la base de su ritmo es la clave del son y, en ocasiones, sus melodías guardan deudas con las empleadas en el son montuno.

Renacido internacionalmente en los años 90 producto del lanzamiento del documental y el CD “Buena Vista Social Club” que difundieron algunos de sus temas clásicos, es aun en la actualidad uno de los géneros de música bailable de mayor impacto internacional.

Como variantes del son los especialistas reconocen, no solo el son montuno, sino también el changüí, el sucu-sucu, la guaracha, la guajira son, el bolero son y el son habanero, por solo mencionar algunos.

Compositores e intérpretes nuestros sobresalen como excelentes soneros, entre ellos además de Matamoros y Miguelito Cuní, Ignacio Piñeiro, Bienvenido Julián Gutiérrez, Arsenio Rodríguez, Faustino Oramas y el Dúo Los Compadres.

Más recientemente el excelente desempeño de Adalberto Álvarez le ganó el sobrenombre de El Caballero del Son y, como tal, estuvo entre los principales defensores de este género, colaborando decisivamente a que en 2012 se le declarara Patrimonio Cultural de la Nación y, 8 años más tarde, comenzara la celebración de su Día cada 8 de mayo.

Lograr que la UNESCO incluyera al son en el Registro del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, era al morir uno de los anhelos del músico camagüeyano, propósito en el que trabajan las instituciones cubanas en representación de la sociedad que lo reconoce como un género raigal, cuyos valores culturales trascienden en el tiempo y más allá de nuestras fronteras.

 

 


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