El Tenor de las Antillas


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( René José de Jesús Cabezas Rodríguez) René Cabell

En el mismo pueblo de Alquízar, cuna del afamado compositor Luis Marquetti (1901- 1991) nació el 9 de marzo de 1914, René José de Jesús Cabezas Rodríguez, que adoptó como nombre artístico el de René Cabel, que gracias a su bien timbrada voz y talento, figura entre los cantantes de mayor prestigio en la historia de Cuba.

Empezó a estudiar canto en La Habana, con el profesor Arturo Gobbi, que había decidido quedarse a vivir en Cuba por algún tiempo, tras haber cumplido su contrato como director de los coros para las actuaciones del gran Enrico Carusso en 1919, cuando su sonada visita a La Habana.

De estatura (5´8”-5´9”) estándar para los cubanos de esa época, amplio tórax, cuello corto y sobre lo corpulento, condición que aumentó con su edad, tenía el biotipo ideal para un tenor, dramático en su caso, pero tras intentar hacer carrera en la ópera, tuvo la feliz idea de montar un repertorio de canciones y boleros que con su calidad interpretativa, vocal y técnica conquistaron de inmediato el favor del público y los más exigentes directores de espectáculos, como el Maestro Ernesto Lecuona, que lo incorporó al elenco de uno de sus espectáculos en el Teatro Nacional, donde arrancó aplausos con su interpretación de Yo quiero que tú sepas. Cuando tenía 23 años, muy temprano aún, realizó una exitosa temporada en México y allí lo vio el gran compositor puertorriqueño Rafael Hernández, a quien agradó tanto su voz y estilo, que años más tarde vino a Cuba para grabarle a Cabel 40 composiciones —la mayoría suyas— acción que el Gigante Boricua no hizo con más nadie.

Ya cuando su carrera despega y lo eleva a planos superiores en popularidad y prestigio, trabajó en los albores de la década del 30 en radio, con pianistas que eran habituales en ese medio, pero excepcionales en su enorme calidad, como René Touzet, Juan Bruno Tarraza, Julio Gutiérrez y Orlando de la Rosa, con quien más disfrutaba trabajar como nos cuenta el destacado investigador colombiano y de hecho, cubano por mérito: César A. Villegas Osorio, para el gran público “César Pagano”.

También trabajó con las orquestas más populares de su tiempo, como Los Hermanos Castro, Los Hermanos Palau, La Casino de la Playa, la de Alberto Brito y la que dirigía el maestro González Mantici. Además grabó con La Habana Casino, La Riverside y fue el cantante principal de la orquesta de Julio Gutiérrez, con quien grabó una excelente versión de  su bolero Inolvidable. Una anécdota interesante fue la del estreno de Nosotros la gran canción de Pedro Junco que estrenó el tenor en su programa radial el 24 de abril de 1943, lo que significaba un triunfo para el joven y brillante compositor, pero lamentablemente falleció al día siguiente, 25 de abril, a los 23 años.

Independientemente de sus innegables cualidades como cantante, siempre fue un hombre inquieto y divertido, siendo uno de los miembros destacados de una especie de “pandilla del terror” —que además incluía a Alfredo Cataneo, Guillermo Álvarez Guedes, al “Cesante” Carlos Mas y otros artistas— que andaba haciendo bromas terribles y  algunas hasta de mal gusto por La Habana. Recuerdo en una ocasión, tendría diez u once años, que dormía en casa de mi padre, pues al otro día salíamos temprano para Pinar del Río, para un reportaje de CMQ y sentí ruidos en el jardín y golpes en la ventana acompañados de un ulular tenebroso.

Yo, asustado me levanté y abrí la puerta del cuarto, topándome con mi padre que salía del suyo y le dije: ¡Papá, ladrones!, y él me respondió: No hijo, peor… jodedores.

Yo me quedé observando cuando él abrió la puerta y era la pandilla de marras, pero el viejo les explicó que teníamos que salir prácticamente dentro de un rato y se fueron tranquilos. Mi padre después de despedirlos e invitarlos para otro día, volvió a su cuarto y me dijo que tratara de dormir que ya casi había que levantarse.

Cabel alcanzó un gran prestigio en su profesión y por su carácter simpático era un excelente practicante de las “relaciones públicas” hasta las más altas esferas de la nación. Fue de dominio popular su amistad con Carlos Prío Socarrás, presidente de la República de 1948 a 1952 y en cierta ocasión, cuando se celebró una fiesta en la finca “La Chata”, propiedad del gobernante, Cabel le llevó al magnífico trío “Taicuba” y Prío en dos ocasiones llevó la mano al bolsillo diciéndole a Cabel: René, déjame darle algo a los muchachos, a lo que Cabel respondía: No me ofenda presidente.

Pero Cataneo, integrante del Taicuba, a la tercera ocasión, metió la mano por encima del hombro de René Cabel y le dijo a Prío: Oféndame presidente, no tenga pena.

René Cabel emigró en 1961, pero nunca mantuvo una postura belicosa en contra del gobierno revolucionario, lo que le costó varias desavenencias en Miami, pues cuando alguna facción de las agresivas en contra del estado cubano le pedía algún tipo de colaboración, él decía que no colaboraba porque si bien tenía amigos allá, también tenía amigos aquí.

En 1964 se radicó en Colombia, país que conocía y que lo conocía a él, pues René en sus múltiples viajes había hallado acogida en Colombia, adonde llegó contratado por la cadena Kresto; en 1955 fue famosa la anécdota cuando convence a William Gil para que contratara a Benny Moré, lo que le abrió las puertas de ese país. Ya radicado allí, actuó como cantante y empresario artístico, además de comercializador en varios países del famoso café colombiano.

Como manager artístico del prestigioso Hotel Tequendama contrató a varios espectáculos y artistas cubanos, como el show de Tropicana, Tata Güines y Bobby Carcassés, entre otros y estuvo en Cuba varias veces, manteniéndose activo a pesar de sufrir una diabetes intensa que terminó con su vida el 3 de abril de 1998, poco después de cumplir sus 84 años.

Sirva pues, este modesto reportaje a René Cabel en su centenario, que se está celebrando este año.

A pesar de su importante obra, “El Tenor de Las Antillas” es poco conocido en Cuba, para la estatura artística que consiguió en su carrera; el hecho de haberse ido y por tanto, prácticamente retirado de la difusión activa, contribuyó de alguna forma a irse alejando de la memoria popular, aunque en los últimos años ha ido surgiendo en Cuba una serie de programas, documentales y escritos sobre grandes figuras del pasado por encima de diferencias políticas, por lo que es bueno agradecer a investigadores y periodistas de otros países que contribuyen de forma valiosa a informarnos de la vida de estos seres excepcionales, que fueron capaces de lograr el mayor premio a que puede aspirar un artista, el aplauso más allá del tiempo.

 

Fuentes consultadas

César Pagano.

Archivo personal del autor.


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