El tesoro bibliográfico y documental de Sosabravo


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Cualquier cosa que venga de las manos de Alfredo Sosabravo es un tesoro; y, para el gusto de quienes lo conocemos, se hace más grande en la medida en que disfrutamos su excepcional longevidad. Y digo excepcional con toda intención, porque él es como un joven eterno, a pesar de los 89 años que cumplió recientemente.

El Sosabravo de hoy ―como ha sido siempre― se presenta mesurado, meditativo, jovial, sencillo, agradable, atractivo y elegante a la mirada femenina. A sus virtudes se suman su disciplina, capacidad para crear y re-inventarse cada día, porque usualmente trabaja en su taller, desde la mañana a la tarde, con planificada disciplina.

Hace un tiempo me dijo: “Yo quiero que para mi noventa cumpleaños tengamos una gran exposición, en el Museo Nacional de Bellas Artes, con lo último que estoy haciendo. No una exposición retrospectiva”, porque lo ilusiona que el pueblo de Cuba sepa que está vivo, saludable y creando.

Su producción —reciente o pasada— sirve de inspiración al especialista para pensar en una pluralidad de análisis. Basada en esa idea, queda para otro momento la tentación de escribir sobre el valor de sus lienzos, collages, papeles y esculturas; desplegadas en las salas permanentes del Museo Nacional de Bellas Artes; así como el conjunto de su obra, que hoy es parte del mayor tesauro de arte cubano de la nación. También escribiría en torno a sus murales o sus esculturas de vidrio, pero en estos tiempos, me parece importante hacer referencia al tesoro bibliográfico y documental de Alfredo Sosabravo.

La “mirada de curador” ―parafraseando a Corina Matamoros Tuma (1)― obliga a hacer justicia al valor de los catálogos y libros como informantes de datos referativos a la vida y obra de un creador o hecho cultural que trascienda para la posteridad. Esa es la tranquilidad que se siente, al saber que el legado del autor de Prostituta Peinándose (2) está asegurado para los que darán continuidad al estudio, preservación y promoción de sus aportes a la cultura nacional.

La idea anterior no merece demasiadas explicaciones para los que tenemos la responsabilidad de investigar, documentar y exponer nuestro patrimonio artístico. Si existieran dudas de por qué ponderar o magnificar los libros y catálogos de Alfredo Sosabravo; baste preguntarse: ¿Dónde y cómo encontrar un libro, un catálogo de amplio contenido dedicado a Antonia Eiriz, a Ángel Acosta León o a Santiago (Chago) Armada, por solo citar algunos ejemplos? Son deudas que están ahí, y que se vuelven más incisivas, en la medida en que somos testigos —para nuestro beneplácito— de la publicación de excelentes libros, con registros de temas particulares, de autores que produjeron junto con Sosa o de artistas hoy activos.

Volviendo al creador que hoy me ocupa, no pretendo hacer una relatoría del amplio repertorio de ensayos y escritos de toda naturaleza, publicados en casi todos los medios y formatos, que se articulan coherentemente con su producción artística. Lo maravilloso de estos tiempos son sus libros, sus catálogos, que desde hace tiempo nos encantan; fruto de un trabajo sistemático y sostenido, celosamente cuidado por varias personas —cuyo nombre encabeza René Palenzuela, artista, colaborador y representante del escultor de vidrios por excelencia, desde hace varias décadas. Todos ellos hablan de la integridad, visión, personalidad y amplitud de pensamiento de Sosa. Inevitablemente si esos libros existen, es porque él los ha merecido, pero también porque los ha estimulado, requerido y concebido.

La vida y obra de nuestro ceramista mayor se ha acompañado de una voluminosa crítica y lista de publicaciones. Por eso resulta difícil resumir en pocas páginas cualquier comentario relacionado con la literatura sosabraviana. Hablaremos de lo más reciente y abarcador, lo cual no le resta valor a sus primeras publicaciones. Lo interesante es que la producción de cada uno de sus libros, casi siempre ha superado a la anterior y eso lógicamente diversifica, el contenido y sus valores artísticos. Se puede hablar de los libros de este artista natural de Sagua la Grande de la misma manera en que se hace referencia a sus grabados, pinturas, murales, cerámicas y esculturas. Esta vez me concentraré a sus tres últimos volúmenes: Sobravavo. Las tres dimensiones; Sosabravo a todo color y Sosabravo sobre papel.

SOBRAVAVO. LAS TRES DIMENSIONES

Con los cuidados de René Martínez Palenzuela —como editor―, Sobravavo. Las tres dimensiones (3) contiene una galería de imágenes de inapreciable valor para reconocer la producción del artista desde 1966, hasta los primeros años del siglo XXI. (4) Sobravavo… se concentra en las obras tridimensionales (cerámica, vidrio y bronce) de este artista y complementa un volumen anterior que trata acerca de sus dibujos, pinturas, grabados y collages. (5) La obra cuenta con abundantes textos de Alejandro G. Alonso, escritos para diferentes momentos; e incluye comentarios de Marina Raffaeli, abordando las esculturas en vidrio, que desde hace un buen tiempo se manufacturan en Italia. También es posible apreciar un repertorio de 179 imágenes, una cronología mínima sobre la vida del artista, un listado bibliográfico y una catalogación, que bien ayudan al investigador.

SOSABRAVO A TODO COLOR

Pero como los libros de Sosabravo tienen añadida la virtud de la actualización, diez años después del comentado más arriba, en septiembre del 2015, vio la luz otra gran obra sobre el autor del mural América, con el título: Sosabravo a todo color; producido por el sello Arte Cubano. El volumen comienza con el ensayo “Aproximación”, el cual resulta valioso recorrido por la literatura y obra sosabraviana, escrito por la Dra. Llilian Llanes; mientras que Reynaldo González titula “Sonrisa y sapiencia” a sus personales reflexiones, en las que ubica —desde su mirada— el lugar de Sosa dentro del panorama plástico cubano contemporáneo.

Una aportación que bien se agradece en esta edición es el acápite titulado: “Sosabravo. Cronología abreviada”, a cargo de Ramón Vázquez Díaz (6) y Axel Li. Caracteriza este ejemplar la abundancia de imágenes representativas de la línea evolutiva del artista, desde la perspectiva cronológica, con un recorrido que se inicia en el año 1957 y termina en el 2014. Esas imágenes, página a página, son como una galería de arte, que explica al lector el amplio universo creativo del Premio Nacional de las Artes Plásticas 1997.

Esta cronología, en especial, obliga al lector a detenerse, en tanto trasciende como una de las mayores aportaciones de este libro, pues ¿cómo entender casi sesenta años de creación artística ininterrumpida sin este apoyo fundamental? Ramón Vázquez y Axel Li no se limitaron a realizar una simple relación de fechas; fueron más lejos, brindan el resultado de una investigación que transparenta conocimiento, minuciosidad y dominio del oficio. Ellos describieron el contenido de cada hecho, desde el natalicio del creador en Sagua La Grande, actual provincia de Villa Clara, el 25 de octubre de 1930, hasta diciembre de 2014 – enero del 2015, cuando Sosabravo participa en la exposición Manipulación Mediática en el Arte Cubano Contemporáneo, que tuvo lugar en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, asociada al 6to. Salón de Arte Cubano Contemporáneo.

 

También se explica que uno de los primeros monográficos de la colección Espiral (7), del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, fue dedicado a Alfredo Sosabravo. En esta publicación se compendian más de 90 páginas de fotografías personales, fragmentos de textos y obras de pintura, escultura, cerámica, grabado y dibujo. En el cierre de esta cronología, se hace referencia al catálogo Arte Cubano Contemporáneo. Colección Consejo Nacional de las Artes Plásticas (2008-2013) (8), donde Sosabravo está representado con imágenes y comentarios de sus piezas Transmutación # 7 (1965) y Hombre de hoy (2007). Se remarca, por Vázquez y Li, que la página web www.alfredososabravo.com prosigue online, con informaciones visuales y escritas de su obra.

La novedad de esta relatoría, de más de treinta páginas, es que en cada entrada resume la esencia de los hechos, ensayos, artículos, notas de prensa, palabras para catálogos, etc. De modo que se ha podido presentar al ser humano y artista objeto de estudio, así como su fortuna crítica. Estos dos investigadores, tal vez sin proponérselo, han logrado un trabajo modélico, que debe ser seriamente mirado por curadores, historiadores del arte e investigadores en general.

Finalmente, esta edición del sello ArteCubano incluye un valioso listado de sesenta y cinco referencias bibliográficas, que orienta a cualquier tipo de lector, desde el que busque información panorámica acerca del artista, hasta el más exigente, porque para este último están las opiniones autorizadas de una amplia lista de nombres y fuentes conocidas, como: Alejandro G. Alonso, Adela Jaime, María Elena Jubrías, Gerardo Mosquera, Leonel López-Nussa (Ele Nussa), Toni Piñera, José Veigas, Virginia Alberdi Benítez, entre otros.

Con textos en español e inglés ―como deberían ser todos y que, por suerte, se va haciendo tendencia― con traducción de Gloria Rivas, este regalo, está tocado por manos maestras, porque hablar de Llilian Llanes, Reynaldo González, Ramón Vázquez y Axel Li, es saber que estamos ante conocedores de la historia del arte cubano, cuyas opiniones siempre serán bien informadas e influyentes.

SOSABRAVO SOBRE PAPEL

Hace pocos días, cuando se diseñaban las celebraciones por los noventa años de Alfredo Sosabravo, el 25 de octubre del 2020, llegó a mis manos Sosabravo sobre papel. (9) De este libro mucho se hablará, por su belleza, su contenido, privilegiado con escritos de Israel Castellanos León (10), Rafael Acosta de Arriba (11), Aldo Menéndez (12) y René Palenzuela. Este último se ocupó también de la coordinación del proyecto. Las fotos estuvieron a cargo de Ricardo Elías, como en los anteriores volúmenes.

Lo significativo es que, paralelo con la obra multifacética de Alfredo Sosabravo, caminan sus libros, que solo han sido posibles gracias a la convergencia de un amplio listado de nombres y factores. Haber organizado toda la documentación de este artista, desde la etapa iniciática, en la mitad del pasado siglo hasta la actualidad, se ha convertido en la vía más expedita para estudiar su obra. Concentrar dichos estudios en estos volúmenes ha puesto en nuestros manos sustanciosos materiales para la investigación y conocimiento, que —como indica el título del último— son tesoros de papel.

NOTAS:

  1. Matamoros Tuma, Corina: Mirada de curador. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2009.
  2. Sosabravo, Alfredo: Prostituta Peinándose, 1967. Óleo y collage/ tela.140 x 98 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes. (Sala Permanente. Década del Sesenta).
  3. Ver: Alejandro G. Alonso: Sobravavo. Las tres dimensiones. Ed. ARG, s.l., Madrid, 2005.
  4. Gracias a las fotografías de Alejandro G. Alonso, Julio Bello, Ricardo Elías, Leovigildo González y Eloy Hernández; que se acompañan de la edición y tratamiento de imágenes de Ihosvany del Valle Domínguez; así como el diseño de Gonzalo Fernández Cáceres.
  5. Ver: Sosabravo, Alejandro G. Alonso, José Veigas y Carol Damian. Ed. ARG. s.l., Madrid, 2003.
  6. Experimentado investigador y curador de arte cubano de La Vanguardia Plástica.
  7. Ver: Alfredo Sosabravo. Colección Espiral. Artecubano Ediciones, LA Habana, 2013.
  8. Ver: Rubén del Valle (coordinador): “Alfredo Sosa Bravo (Sosabravo)” en Arte Cubano
  9. René M. Palenzuela: Sosabravo sobre papel. Collage Ediciones, La Habana, 2019.
  10. Ensayista, crítico de arte, curador e investigador.
  11. Acucioso investigador, crítico de arte, poeta, ensayista y Profesor Titular del Instituto Superior de Arte.
  12. Pintor, crítico de arte, grabador y diseñador.

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