El valor del cine documental


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El cine documental tiene un valor que va más allá del mero entretenimiento. Es, sobre todo, un testimonio de una época y un medio de conservación y transmisión del conocimiento. Su temática puede abarcar todas las esferas de la vida, de la naturaleza y el ser humano. Puede referirse al pasado o al futuro, además de al presente.

En Cuba hay una tradición de cine documental de muy alto nivel a partir del triunfo de la revolución de enero de 1959.

Santiago Álvarez fue un maestro en este género. Hasta su noticiero tenía una factura artística que trascendía la mera noticia. Los especialistas en cinematografía me perdonarán si yerro, pero tengo la impresión de que el documental Now fue precursor del videoclip en nuestro país. Menciono sólo a Santiago como símbolo del considerable grupo de excelentes realizadores que consolidaron el cine documental desde el ICAIC. Obra grandiosa que nos llena de orgullo.

El documental merecería, como ha propuesto Leonardo Padura en una añoranza del desaparecido cine Rex, de una o más instalaciones en nuestra capital dedicadas a la exhibición de documentales que se pueden combinar, pienso yo, con algún dibujo animado y un videoclip musical, por ejemplo.

La televisión cubana ha mantenido espacios para el cine documental. El canal Multivisión presenta cosas de mucho interés como los realizados por la UNESCO sobre los sitios de patrimonio mundial de la humanidad o excelentes documentales científicos. Recientemente ha comenzado a transmitir los sábados a las 7:00 p.m. documentales realizados por Estela Bravo. El aporte de esta documentalista constituye un invaluable testimonio de la revolución cubana, su dirección política y las relaciones Cuba-EEUU.

El sábado 22 de octubre de este año 2016 se transmitió el documental Operación Peter Pan.      

Este doloroso episodio permanece olvidado, a pesar de que fue una de las acciones más despiadadas organizadas por el gobierno de los EEUU contra Cuba. Si criminales fueron la invasión de Bahía de Cochinos derrotada en Girón, la creación de bandas armadas en las montañas del país capaces de asesinar a jóvenes alfabetizadores desarmados, sabotajes como el que destruyó la más importante tienda por departamentos de La Habana o las cargas explosivas en hoteles de la ciudad, la voladura de un avión de pasajeros de Cubana de Aviación; la Operación Peter Pan envió fuera del país a 15,000 niños cubanos. Lo más triste es que estos niños fueron enviados por sus propios padres como producto de una campaña enemiga que aseguraba que el gobierno revolucionario les quitaría a los padres la patria potestad y les arrebataría a sus hijos para enviarlos a campamentos de adoctrinamiento comunista o a la Unión Soviética. Este plan de la CIA que se canalizó a través de la Embajada de los EEUU en Cuba, tuvo apoyo de la Embajada británica y de la Iglesia Católica de los EEUU y de Cuba, para añadir una página más de ignominia a un historial manchado por el contubernio con la colonización, la trata de esclavos africanos y la Santa Inquisición. Con su prédica ganaron la asustada conciencia de los padres y promovieron la separación de sus hijos enviándolos hacia los EEUU.

Se trataba de niños pequeños, menores de 13 años la mayor parte, quienes fueron sacados por grupos y luego alojados allá en campamentos improvisados, en orfanatos de distintas ciudades de EEUU o entregados a familias de ese país. Los maltratos sufridos por estos niños, algunos abusados sexualmente por los sacerdotes de los lugares donde estaban, aparecen en este documental de Estela Bravo.

Los entrevistados por esta realizadora expresan puntos de vista diversos y encontrados. Hay sacerdotes católicos que tuvieron que ver con la operación y la defienden como acción humanitaria. Una de las organizadoras de dicha operación, familiar del ex presidente cubano Ramón Grau San Martín, la califica como una de las cosas más grandiosas hechas en el mundo en defensa de los derechos humanos. Junto a ellos son entrevistados hombres y mujeres que siendo niños fueron parte de la Operación Peter Pan. Sus historias son diferentes, unas desgarradoras, otras menos dolorosas, pero en todas está la huella de una niñez truncada por la separación de la tierra natal, de la familia, de los amigos. También son entrevistados algunos padres que enviaron sus hijos a los EEUU y luego se reunieron allí con ellos. Otra opinión es de un antiguo jefe de la Sección de Intereses de los EEUU en Cuba. Todos residentes en los EEUU. La única persona con cierta autoridad del gobierno cubano que da sus opiniones es el Historiador de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler.

El documental culmina con la venida a Cuba de un grupo de antiguos Peter Pan, quienes lo hacen por primera vez desde su salida. Vienen a participar en el Concierto Internacional por la Paz que tuvo lugar en la Plaza de la Revolución con la participación de Juanes, Cucú Diamante, los Van Van, Amaury. Algunos de ellos visitan sus lugares natales, las casas en las que vivieron. Hay encuentros emocionados. Finalmente, La Colmenita organiza una función para los visitantes y estos dialogan con los niños.

El documental no tiene declaraciones oficiales para condenar aquel acontecimiento. Las cosas se presentan como fueron, con objetividad, con los argumentos de quienes la promovieron. La respuesta a semejante barbaridad está en los testimonios de los niños que la sufrieron. La verdad aflora en los sentimientos de las víctimas.

Por supuesto que Estela Bravo tiene un punto de vista. Ella no es neutral. Ella condena la Operación Peter Pan. Pero lo hace sin discurso, sino con los hechos narrados por sus protagonistas.

La obra de Estela Bravo es una muestra de cómo hacer buen cine documental a partir de una posición revolucionaria sin caer en nada machacón ni reiterativo. Y no suprimiendo el punto de vista opuesto, sino incluyéndolo y derrotándolo con verdades evidentes que dicen más que una frase de condena.

Multivisión promete dedicar varios sábados a la obra de Estela Bravo, una oportunidad excelente para revisar la historia contada por esta norteamericana de nuestro tiempo que se puso del lado de la justicia.


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