Emilo Roig de Leuchsenring, desde nuestras históricas raíces


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Nació un 23 de agosto de 1889 y murió un 8 de agosto de 1964, por eso decimos, que agosto le pertenece y que no podemos dejar de recordarlo.  Era un habanero en toda la extensión de la palabra. Aquí nació y aquí murió. No había cumplido los 75 años.

Desde 1935, Emilio Roig de Leuchsenring, fue nombrado Historiador de la Ciudad y bien merecido que así se haya hecho.  Fue un genuino historiador y un verdadero animador de nuestra cultura nacional, uno de esos hombres imprescindibles del cual jamás podríamos dejar de hablar.

Como historiador, fue un estudioso investigador de nuestro pasado glorioso, un martiano irreductible, un defensor de nobles causas, un antimperialista vigoroso, un cubano de pura cepa con vibrante pluma para honrar lo que fuere necesario. Siempre estuvo al lado de la verdad y de la vida.

Fundó la Comisión Nacional de Monumentos y Centros Históricos, en 1940, con el objetivo de preservar y dar a conocer la memoria de la riqueza patrimonial y monumental de Cuba.

Fue un verdadero educador, un hombre que trasmitía los conocimientos, el que editaba materiales fáciles de conocer por nuestra sociedad como fueron los Cuadernos de Historia Habanera de los que se publicaron 75 números. 

Era Emilio, una verdadera cátedra que se concretó admirablemente cuando funda en su Oficina, la Biblioteca Histórica cubana y americana. Había que fomentar el estudio de la historia cubana y estimular las donaciones para enriquecer esta bella iniciativa. No descansaba ni un segundo. La Oficina del Historiador de la Ciudad, era motor impulsor de muchas ideas en aras del crecimiento cultural de nuestra población, al mismo tiempo, que su voz, se hacía sentir en los Congresos Nacionales de Historia, que se sucedieron a lo largo de los años. Para este cubano, el pasado en todas sus formas había que estudiarlo y protegerlo como tesoro para el futuro de la Patria.

El Museo de la Ciudad, es una hermosa institución creada por él, que hoy conservamos en todo su esplendor.

Su labor promocional se fue entrelazando con su habilidad de escritor. Colaboró intensamente con las publicaciones de la época. Fue el Redactor Editorial de la Revista Social.

Yo recuerdo haberlo leído tanto y mucho me sirvieron sus ideas para conformar las mías.  Desde mi hogar aprendí a amar a José Martí, a declamar sus versos, a sentirlo muy mío, y a través de Emilio Roig, comprendí a nuestro Héroe mucho mejor, a amar apasionadamente nuestra historia y a valorar la misma. Después, un día, leyendo a Ángel Augier, me dí cuenta, por qué, desde siempre, fue creándose en mí, ese sentimiento antimperialista que permanece hasta nuestros días.

Decía Augier: “fue Emilio Roig, de los que primero advirtieron y difundieron el mensaje intransigente revolucionario de José Martí, frente a quienes pretendieron distorsionar la vida y obra de nuestro Apóstol”. Con este comentario, comprendemos la fuerte influencia que ejerció José Martí, en la vida y obra de este distinguido cubano. Después Fidel (que por cierto nació un 13 de agosto de 1926), se encargó de perfilar nuestras conciencias revolucionarias y un buen número de cubanos, nos unimos al carro victorioso de la Revolución cubana.

Otros grandes educadores de nuestra historia fueron objeto de estudios por parte de Emilito, como solían llamarlo sus amigos, que eran muchos. No hubo Asociación, o Grupo de Vanguardia al cual, no perteneciera, siempre al lado de los esfuerzos por independizar la Isla, junto a las luchas contra gobiernos entreguistas, por nuestra cultura nacional y por defender a nuestro pueblo.

Cuando me he propuesto conocer todos los integrantes de la llamada Liga Antimperialista de Cuba, o del Grupo Minorista, para señalar un ejemplo, encuentro a Emilio Roig, acompañando entre otros a Carlos Baliño, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, a Juan Marinello. Cuando reviso las veces que el mexicano universal Don Alfonso Reyes, llegaba a la Habana a saludar a sus amigos cubanos, ahí encontré siempre, entre las noticias, su presencia inolvidable, de la misma manera, que estaba en el recibimiento que se le hizo a Federico García Lorca, cuando invitado por Fernando Ortiz, llegó a los muelles de la Patria.

Era Roig, un libre pensador, siempre en primera línea de combate, arqueólogo y etnólogo, un periodista destacado, abogado y miembro de la Sociedad Cubana de Derecho Internacional y del Colegio de Abogados, porque, además, se había graduado de Derecho civil y notarial en la Universidad de la Habana.

Así, queremos recordarlo. Dispuesto siempre a enseñar, a trasmitir el mejor de los consejos, a mantener el más interesante de los diálogos, con una modestia extraordinaria, como un padre, un amigo muy especial, como ese profesor, al cual acudimos felices de encontrarlo.

De niña lo conocí y justamente en su Oficina del Historiador en la Plaza de la Catedral. Nunca he podido olvidar aquel encuentro. Mucho he escrito sobre este momento de mi vida.  Yo estudiaba en el Instituto de la Víbora. Queríamos como él quiso un día, crear una Biblioteca y fuimos unos cuantos estudiantes a pedir su colaboración. Fue una tarde inolvidable, de clases, de risas, de libros regalados que no nos cabían en las manos. Nos trató el Historiador de la Ciudad, como si fuéramos adultos, intelectuales reconocidos y solo éramos un pequeño grupo de niños con muchos sueños por realizar, así era este hombre, así, lo conocimos.

Fue uno de los importantes intelectuales cubanos martianos y revolucionarios que pudieron disfrutar el triunfo revolucionario del primero de enero.

Fidel y sus audaces guerrilleros, soldados valientes de la Patria, podían contar aún con hombres como Emilio, Marinello, Nicolás, Raúl Roa, grupo de hombres ilustres, que, a pesar de largos años de lucha, aún estaban dispuestos a colaborar enérgicamente, con la obra revolucionaria de todo el pueblo.

En el propio año del triunfo, se reúne Roig, con Fidel y el Che, en el edificio de la Reforma Agraria, que servía de despacho al Guerrillero Heroico. Cuentan que, a instancias del mismo, Roig, le dedicó “Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos”, su obra   con restos de lluvia y fango que pertenecía al Che, como material de estudio de su tropa en los días de la lucha en la Sierra Maestra.

Comienzan los años de duro bregar revolucionario. No dejó el historiador, de trabajar ni un segundo, ofrece conferencias, edita, hace proposiciones, y demuestra su interés por proteger y resguardar nuestro Patrimonio Nacional.

El Comandante en Jefe Fidel Castro, en un acto en La Sociedad Espeleológica de Cuba, lo definió como “Un verdadero Maestro de nuestra historia”.

Fallece Emilio Roig de Leusenchring, en la capital de todos los cubanos, en el año de 1964.

Hace tiempo que no está con nosotros, pero un digno sucesor lo esperaba: Eusebio Leal Spengler, que ha sabido engrandecer su obra, con su misma humildad y talento, y con la fuerza incansable que le brinda hoy, en absoluta continuidad, una Patria libre, martiana y fidelista, que, sometida a las peores agresiones del Imperio voraz, se alza victoriosa y vence!!


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