En el 90 aniversario de su natalicio: Armando Hart Dávalos, un filósofo de la cultura cubana


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Siempre entre libros y presta a ayudar, María Isabel Landaburo Castrillón es, sobre todo, maestra. Y es esa profesión de amor, ligada toda su vida al ámbito de la cultura y de la filosofía, lo que la motivó a estudiar el pensamiento de Armando Hart Dávalos.

Obediente al aislamiento social de estos momentos, desde el lugar preferido de su casa –la biblioteca– María Isabel (o la Gallega, para los íntimos) recuerda el por qué, el cómo y el para qué de esta, su pasión.

María Isabel, ¿Por qué Hart?

Conocía a Armando Hart, como todos los cubanos de mi generación, por su trayectoria revolucionaria. Soy profesora graduada del 3er Contingente del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech en el Instituto Superior Félix Varela de Villa Clara, primero en la especialidad de Historia y, después, en la Licenciatura en Marxismo-Leninismo. A partir de 1981 trabajé en el Instituto Pedagógico Enrique José Varona y Hart, como Ministro de Cultura, sostenía estrechos vínculos con este centro estudiantil, realizaba encuentros, reuniones de trabajo, y nosotros teníamos información sobre ello.

En 1996 pasé a trabajar como especialista principal en la Dirección de Programas del Ministerio de Cultura, con nuestra amiga y directora Ana Mayda Alvarez y tengo que decir que lo primero que hizo ella fue entregarme todos los folletos de discursos de Hart que el Ministerio publicaba, así como el Programa de desarrollo aprobado en 1995; posteriormente intercambié con ella acerca de estos documentos, era la preparación inicial que debía tener para comprender los procesos a afrontar desde mi cargo.

Ese fue el punto de partida de mis motivaciones en el estudio del pensamiento de Hart, quien permaneció como Ministro de Cultura hasta febrero de 1997 en que fue designado para dirigir la Oficina del Programa Martiano y la Sociedad Cultural José Martí.

Como siempre me gustó la investigación y la docencia y el trabajo en la Dirección de Programas lo requería, comencé a investigar sobre políticas culturales y las formas de gestión, para lo cual la revisión de sus discursos me ayudaba mucho. Después pasé al Centro Nacional de Superación para la Cultura –del cual soy Profesora Principal– y me dediqué a la docencia y la investigación, hasta que inicié el proyecto de doctorado sobre el pensamiento filosófico de Armando Hart. Era para mí un tema insoslayable, porque destaca una faceta importantísima de este intelectual, poco estudiada en realidad; y no crean que fue fácil convencer al propio Hart, pero al final, accedió.

Como dice Silvio, “a casi todo el mundo le pedí prestado”, por lo que agradezco a instituciones como el Archivo Histórico y la Biblioteca Villena de la Universidad de La Habana, a la Biblioteca Nacional José Martí, a la Oficina del Programa Martiano, en especial a Graciela Rodríguez (Chela), con quien coordiné algunos encuentros con Hart. También agradezco al Proyecto Crónicas y los intercambios con la Dra. Eloísa Carreras; su directora; así como a la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. No puedo olvidar a mis compañeros de la Universidad de las Artes (ISA) que también me apoyaron, en particular, Norma Gálvez (mi tutora), Ramona Ruiz, Biosca, Alexander, entre otros. Especialmente agradezco las recomendaciones de la Dra. Rita Buch, de la Facultad de Filosofía de la UH y de la Dra. Lissette Mendoza, de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique J. Varona.

¿Cómo se inserta Armando Hart en el ámbito de la cultura cubana?

Si partimos de una noción amplia de cultura, creo que Armando Hart se inserta en el ámbito de la cultura cubana desde que era estudiante, porque su intensa labor como dirigente estudiantil en la Facultad de Derecho, sus vínculos con profesores eminentes, su participación en la Universidad en el Aire como discípulo contribuyó a enriquecer su cultura general, cimentada en su hogar donde existía un ambiente culto y, a la vez, comprometido con las cuestiones sociales. Desde la propia tesis de culminación de estudios en 1952 dedicada a la crisis del derecho en el siglo XX, con la finalidad de demostrar el derecho del pueblo cubano a revelarse contra la dictadura de Fulgencio Batista, aborda cuestiones relacionadas con la cultura. Se fue formando como un joven intelectual comprometido con la causa de Cuba y Latinoamérica; las fuentes teóricas de las que se nutrió fueron múltiples, en particular, el pensamiento cubano precedente y, en especial, como todos conocemos, el de José Martí y el de su compañero Fidel Castro.

Hart aportó a la cultura desde múltiples dimensiones. Ha sido uno de los ideólogos de la Revolución Cubana. Desde su propia labor política, las reflexiones y la obra práctica, no solo disertaba, sino que practicaba la política culta, y dialogaba con todos los sectores sociales. Ocupó diferentes cargos en la dirección política y del Estado: Ministro de Educación, a propuesta de Fidel y Celia (1959-1965); miembro del Comité Central del PCC desde su fundación, dirigente del Secretariado y Primer Secretario en la provincia de Oriente (1965-1975) y Ministro de Cultura (1976-1997).

El prestigio logrado por su vínculo con los intelectuales desde antes y después del triunfo de la Revolución, el sentido amplio que le atribuye al concepto  de intelectual (maestros, profesionales de diferentes especialidades, médicos, artistas, escritores, ingenieros, dirigentes), le permitió nuclear a lo más representativo de este grupo social en las difíciles misiones que emprendió, por lo que creó diferentes órganos de debate, consulta y asesoramiento, y los implicó en la dirección y el desarrollo de los procesos de transformación cultural y social. 

Veamos a Hart en Revolución. Para Ud., ¿cuáles fueron sus principales aportes desde una filosofía de la cultura?

Creo que cuando decimos Hart, decimos Revolución, porque su vida, pensamiento y acción estuvo consagrada a ella, desde cada una de las misiones. En ellas estuvo presente su cultura, la cultura y la promoción de la cultura y el arte, porque para él donde no estaba la cultura se encontraba la incultura, el camino de la barbarie.

Comprometido con el pensamiento martiano y marxista, le apasionaba la abstracción para concretarla en la acción, ambas se entretejen en su filosofía de la cultura. Para sintetizar algunos aportes desde el punto de vista teórico en diversos planos, –porque hay mucho que estudiar–, podría citar: la creación y el desarrollo de una concepción amplia, compleja y universal de la cultura que constituye la base conceptual sobre la que se sustenta toda su labor educativa, política y cultural, que incluye las diversas ramas del quehacer espiritual y brinda posibilidades de mejoramiento en todas sus dimensiones: educativa, ideológica, política, estética y artístico-literaria como aporte a lo social, en su proyección nacional, latinoamericana y universal; la asunción de la filosofía como compromiso con un sentido ético, que vincula dialécticamente el pensar y el modo de hacerlo, dado por las circunstancias y condiciones precisas.

Asimismo, aporta argumentos sobre la diversidad de formas en que se expresa la cultura y sus funciones en el enriquecimiento de la vida espiritual y el desarrollo de la sociedad; la necesidad de integrar como expresiones de la cultura, a través de la investigación y de acciones prácticas, a las diferentes ciencias humanas y sociales para, desde el enfoque transdisciplinar, promover el desarrollo en las múltiples esferas de la sociedad y en el impulso a los procesos socioculturales en las comunidades; legitima teóricamente el compromiso de los intelectuales con la Revolución, aplicando una política cultural inclusiva; la fundamentación de la necesidad y posibilidad del proceso de socialización de la cultura y de la democracia cultural participativa, pues solo a través de la cultura se puede brindar solución a los grandes conflictos que vive la humanidad; el estímulo al estudio de la historia patria como base de la formación ideológica y cultural, así como la aplicación original del pensamiento de José Martí y su promoción nacional e internacional.

Esta concepción filosófica de la cultura, amplia, compleja y universal, le permitió desarrollar su inmensa obra práctica de la que considero esenciales los siguientes aspectos: su protagonismo en la Campaña de Alfabetización; la promulgación de un cuerpo legal que promoviera la reforma del sistema educacional y la promoción de la cultura artística y literaria a través del sistema institucional que fue creado desde el propio año 1959, así como de un sistema de enseñanza artística que garantizó el acceso a todos los sectores sociales; la contribución a la unidad de los intelectuales latinoamericanos, su estímulo al compromiso revolucionario con la causa de nuestro continente y la de todos los pueblos; el aporte en la recuperación de la confianza de los intelectuales y artistas durante los años 70, con la aplicación de una política cultural que contempló al mismo nivel la creación artística de mayor elaboración profesional y la creación popular, y el estímulo a la creación joven, en permanente diálogo con ellos; el protagonismo en la fundación de una institucionalidad cultural pública hasta nivel local que determinó el surgimiento de un sector cultural amplio y diverso y del trabajador cultural que llegó a todos los rincones del país; la demostración de la importancia de la formación cultural de los dirigentes a todos los niveles; la promoción de métodos de gestión cultural que estimularon la democracia mediante la participación activa de los intelectuales y del pueblo a través de la creación de diferentes órganos, por medio del debate, el diálogo e intercambio de saberes, sin distinción de jerarquías, para construir las nuevas proyecciones de la cultura y la política cultural; el favorecimiento al desarrollo de las investigaciones culturales como vía fundamental para el estudio del patrimonio cultural y nacional, de la preservación y desarrollo de la identidad nacional y de la diversidad de nuestra cultura.

Desde su profesión, ¿cómo insertar el pensamiento de Armando Hart en los procesos docentes de la cultura?

Pienso que el pensamiento de Hart, su estudio e interpretación en las nuevas condiciones, debe promoverse por todas las vías. Debemos realizar un “viaje a la semilla”, como hizo él.

Creo que su estudio se debe insertar en las disciplinas que abordan la historia y el pensamiento cubanos en los diferentes niveles de enseñanza, en particular, en las carreras de Humanidades porque hay muchas aristas del pensamiento de Hart pendientes de una profunda investigación: política, ética, estética, jurídica, educativa…

En el sistema de escuelas de arte y la Universidad de las Artes, se debería incorporar a los planes de estudio de disciplinas afines, y en los temas de gestión cultural creo que son de obligada atención, sus reflexiones y experiencias son significativas para la cultura general y las artes.

Especial atención prestó Hart a la superación del capital humano –en especial los cuadros– del sistema de la cultura y de la educación, creo que estos pueden encontrar en el pensamiento y la obra de Hart muchos conocimientos y formas particulares de convertirlo en acción. Los Centros de Superación para la Cultura y las universidades, mediante postgrados, también podrían promover su pensamiento.

Me has preguntado en otra ocasión qué obras puedo sugerir para su estudio. Pues te digo: se está haciendo un esfuerzo editorial enorme desde el año 2017 en el que se le dedicó la Feria del Libro, por el Proyecto Crónicas, dirigido por la Dra. Eloísa Carreras Varona para publicar la Colección: Cuba, una cultura de liberación…, en esta se incluye una selección de su extensa obra, ya se han publicado siete tomos por temáticas, creo es necesario consultarlos. Están también otras publicadas anteriormente, entre ellas: Del trabajo cultural, Adelante el Arte, Aldabonazo, Perfiles, Cultura para el desarrollo. El desafío del siglo XXI, Ética, cultura y política, Con la honda martiana, Marx. Engels. Ideas para el socialismo del siglo XXI. Una visión desde Cuba, que son selecciones de discursos y ensayos.

Es de agradecer la oportunidad que me has dado para promover, una vez más, el estudio de la vida, obra y pensamiento de Armando Hart, uno de los políticos e intelectuales revolucionarios cubanos más destacados del siglo XX e inicios del XXI, precisamente en una fecha como esta, su 90 cumpleaños.

Así, desde un lejos que es cerca, dejo a María Isabel entre sus libros, en Santa María del Rosario, y cierro mi laptop, convencida de que hay mucho que estudiar.

 


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