En el Sábado del Libro “El cuaderno de los disparates”, de Julio Travieso


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Fotos: Cortesía de la autora.

En este Sábado del Libro fue presentado El cuaderno de los disparates, el más reciente título del escritor, traductor e importante intelectual cubano Julio Travieso Serrano, publicado por Ediciones Unión, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y que tuvo su primera edición el pasado año en México.

En manos del doctor Félix Julio Alfonso López y del periodista y crítico Fernando Rodríguez Sosa estuvo la  presentación de esta obra del reconocido autor de una de las novelas imprescindibles de las letras cubanas: El polvo y el oro (Letras Cubanas, 1996), Premio Mazatlán de Literatura de México; Premio de la Crítica Literaria de Cuba; finalista del Premio Rómulo Gallegos de Venezuela; publicada en México, Cuba, España e Italia y venerada por muchos.

El ensayista e historiador Félix Julio Alfonso dio lectura a un texto titulado «La disparatada lucidez de Julio Travieso» que desde la arrancada resalta la maestría con que el escritor esgrime en esta novela la sátira, que en su opinión es un elemento de gran complejidad  pues su finalidad implica muchas veces una diatriba explícita o velada a la sociedad, las instituciones o los individuos.

Es por esto, agregó, que El cuaderno… invita a una «lectura simbólica, satírica, por momentos  sarcástica y desencantada, pero al mismo tiempo penetrante, sobre los múltiples avatares que nos agobian cada día».

Planteó además, que en el texto se encuentran las obsesiones del autor acerca de cuestiones sensibles como el valor social de la literatura o la confianza en los discursos de la historia, obsesiones que se dan la mano con una visión incisiva sobre el propio acto de escribir y sobre la preocupante proliferación de una literatura ridícula y banal. 

El cuaderno de los disparates está compuesto por 32 capítulos  que tienen como personaje central a Antonio Trace, un loco universal que concibe disparatados proyectos para dar solución a muchos de los problemas universales del hombre en el siglo XXI.

Trace, diagnosticado esquizofrénico paranoide, escribe un manuscrito que entrega a su psiquiatra, el doctor Félix Fuente Fontana, el cual asegura a su amigo el escritor Javier de Santa Emilia, al entregárselo «son disparates y alucinaciones propios de un  esquizofrénico, pero interesantes», y más adelante le aclara «(…) por momentos, escribe cosas sensatas que no le van a gustar a mucha gente».

El doctor Félix Julio se refirió a los temas de algunos de estos disparates y alucinaciones, como por ejemplo a la fábula sobre la ordenada sociedad de las hormigas, a las que Trace supone felices por vivir en paz y armonía, sin envidias; el presentador llamó la atención hacia la áspera crítica que subyace aquí, dirigida al igualitarismo, así como a los homenajes que este fragmento hace al escritor checo de origen judío Franz Kafka, y al argentino Julio Cortázar.

Se detuvo en el análisis de «Liquidación de la historia y los historiadores» texto en el cual, con un toque de humor, se habla de un descubrimiento vinculado a Napoleón Bonaparte: «Napoleón nunca fue cordial, sino bien agresivo, por la ausencia de sus cordales», pretexto que desata el cuestionamiento de la naturaleza real o embaucadora de los textos historiográficos y de utilidad práctica de la historia pues el hombre comete una y otra vez los mismos errores; la condena evidente al olvido de los historiadores de la vida de la gente común y al nacionalismo exacerbado disfrazado de patriotismo de las sociedades totalitarias. El autor culmina esta reflexión con la afirmación: «eso es precisamente la historia: un gran y falso mito».

Subrayó igualmente la importancia del capítulo dedicado a los escritores, a los que caracteriza como seres solitarios y afligidos, cuyo desconsuelo se incrementa, dijo, cuando deben encontrar una editorial que publique su obra, pero que a su vez hacen sufrir a los lectores con obras ampulosas o banales, por lo que el loco considera que se deben prohibir, al igual que a los historiadores; Trace decreta que los que contravengan esta ley, persistiendo en escribir, serán objeto de torturas de sutiles procedimientos.

Mencionó entonces que el creativo demente propone otras extravagantes soluciones para dificultades y contrariedades humanas: el consumo, el hambre, la burocracia, la violencia social y los problemas de la paz  mundial, desde una sutil indagación en la sensibilidad humana como «iluminadora metáfora».

Concluyó sus  palabras asegurando que Travieso «se permite un saludable retozo de la inteligencia y nos entrega una fábula moral para regocijo y reflexión del espíritu humano agobiado por tantas inequidades y necesitado de tanto consuelo (…) nos ofrece aquí una pequeña obra maestra, género que al decir de Jorge Luis Borges requiere de cierta inocencia de parte del autor».

Inmediatamente, enunció que siempre termina las presentaciones de obras de Julio Travieso aseverando que este escritor merece el Premio Nacional de Literatura.

A continuación Fernando Rodríguez Sosa expuso que en su criterio la obra se inserta en la producción literaria de Travieso como un excelente divertimento, una pieza de madurez que confirma los valores ideoestéticos que ya había probado el autor.

Recordó asimismo que en un momento de la trama el loco escritor recibe un comentario de un internauta que leyó en Internet algunos de sus proyectos: sigue escribiendo tus maravillosos proyectos; ojalá todos se aprueben, y expresó seguidamente: «Quisiera terminar con una solicitud a Travieso: sigue escribiendo tus maravillosos proyectos; ojalá todos se publiquen».

Travieso agradeció a los presentadores, y al público asistente  y anunció que el próximo año será publicado un nuevo libro de su autoría: El verdugo y su conciencia

Sobre la presente obra esclareció que las opiniones que aparecen en la misma son las opiniones del loco, «insisto, no son la opinión de Julio Travieso Serrano, no confundirme, por favor».

Enumeró después las fuentes literarias que le sirvieron de referencia, entre otras Gargantua y Pantagruel, de François Rabelais, por la desmesura del libro; El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, del cual extrajo el título; Cándido o el optimismo, de Voltaire, por su burla hacia los optimistas; Gog, de Giovanni Papini, así como la obra de Mijail Bulgákov, de quien se declaró ferviente admirador.

«Este libro no tiene nada que ver con El polvo y el oro, es un libro completamente diferente, ¿qué cosa es?, no lo sé, pero si sé que no es un tratado de filosofía, no es un ensayo, no es un libro de sociología; (…) no es un libro de carcajadas, no me propuse hacer un libro cómico».

También declaró que tiene diferentes lecturas: una sobre la situación del ser humano hoy en el mundo, caracterizada por el hambre, el consumismo, el egoísmo, la burocracia; en segundo lugar la referencia a los grandes problemas del ser humano como la muerte y el suicidio, y en tercer lugar la religión.

En cuanto a esto último apuntó:

«El loco está buscando a Cristo pues asegura que no murió en la cruz; atención, el loco está loco pero tiene cultura y explica —basándose siempre en fuentes reales— que Cristo lleva escondido 2 mil años para juzgarnos a nosotros los seres humanos y decirle al Padre si nos desaparece o no porque no servimos como especie y Trace plantea que Cristo ya está a punto de dar su veredicto sobre nosotros. El cuaderno de los disparates es una sátira, para sonreír y fundamentalmente —fue mi intención— para reflexionar».

Una vez más definió los elementos que siempre tiene en cuenta a la hora de escribir un libro: que narre una aventura, que esta no aburra y finalmente que constituya una reflexión para el lector.

Destacó la cubierta del título, seleccionada por él, y que es la reproducción de la célere obra El grito, de 1893, del pintor y grabador expresionista noruego Edvard Munch; a propósito señaló la coherencia de esta pieza con el tema de la novela por la deformación que de la realidad hace esta corriente artística y literaria, «por tanto la subjetividad se impone sobre la objetividad y ¿qué es lo que hace este loco de mi libro? Deforma la realidad; su subjetividad es puramente expresionista».

Confesó que se divirtió mucho con esta obra, «sobre todo cuando escribí el capítulo de los literatos, el de la burocracia y el de los historiadores». Aclaró que la novela puede desarrollarse en cualquier país, no necesariamente en Cuba pues los problemas y fenómenos que relata son universales y contemporáneos.

Hacia el final reiteró: «Yo no soy el loco; (…) quien habla en la literatura, no es quien narra, el que narra no es el que escribe y el que escribe no es quien es en la vida real».

Terminó su intervención explicando que El cuaderno de los disparates, no está en venta en las librerías de la capital salvo en la sede de la Uneac y en Alma Mater, sita en Infanta y San Lázaro, pero que se espera que se ponga a disposición de los lectores en el resto de las librerías habaneras.


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