Con la presencia de la doctora Graziella Pogolotti fue presentado el volumen inédito de Alejo Carpentier Recuento de moradas, en el más reciente Sábado del Libro.

Compilado y editado por la Fundación Alejo Carpentier, que preside la doctora Pogolotti, y publicado por la Editorial Letras Cubanas, este título reúne un conjunto de memorias de niñez y juventud que Carpentier nunca llegó a publicar, a pesar de haber  comenzado a trabajar en las mismas a mediados de los años treinta, bajo el título de Semblante de cuatro moradas. En su mayoría los documentos que congrega son inéditos, salvo fragmentos que han aparecido en algunas publicaciones.

Un extenso e ilustrativo prólogo, escrito por Armando Raggi, precede el texto en cuestión. Raggi, de conjunto con Rafael Rodríguez, subdirector de la Fundación Alejo Carpentier, tuvo también a su cargo las notas al pie, las cuales socorren al lector en todo el volumen.

Completan esta entrega inédita de la obra carpenteriana, un testimonio gráfico contenedor de imágenes poco conocidas del notable intelectual cubano y el árbol genealógico de su familia. 

Raggi explicó:

«Como toda memoria o recuento subjetivo, Recuento de moradas tiene omisiones e inexactitudes, sobre todo la referida al nacimiento de Alejo Carpentier en Cuba; tratamos de dar respuestas y esclarecer algunas interrogantes sobre su niñez y juventud que, gracias al rastreo en la prensa y archivos hemos logrado desentrañar, ubicar y contextualizar (…) a pesar de la extensa investigación realizada, aun existen lagunas en los primeros años de vida de nuestro Alejo».

Añadió que no fue posible corroborar con exactitud la fecha en que la familia Carpentier arriba a Cuba, «pero consideramos que ocurrió entre 1908 y 1909». Más adelante aclaró que aunque se incluye su certificado de nacimiento en La Habana, eso se debió a que renunció a su nacionalidad francesa en 1927 y se acogió a la cubana, con el objetivo de evitar su deportación como extranjero por la acusación de comunista que lo lleva a la cárcel en ese año.

Pormenores de este suceso son narrados por Carpentier así como detalles de su relación con el Grupo Minorista y sus integrantes, representantes de la vanguardia intelectual cubana: Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Jorge Mañach, Emilio Roig de Leuchsenring, José Zacarías Tallet, Eduardo Abela, José Antonio Fernández de Castro, Conrado W. Massaguer, entre otros.

Aparece en el texto conjuntamente un recuento pormenorizado de su huida a París en 1928, mientras se encontraba en libertad provisional, con los documentos de identidad  que le proporciona el poeta y periodista francés Robert Desnos (París 1900-1945 Campo de concentración de Terezín, Checoslovaquia), así como el relato de otros viajes a Europa; su vida en las fincas habaneras Loma de tierra y  El Lucero; sus ataques de asma; el rompimiento de las relaciones con sus padres, y sus inicios en la literatura y el periodismo.

Raggi animó a los participantes a realizar la lectura de Recuento de moradas: «Dejemos pues que el polifacético Alejo Carpentier nos narre su devenir y disfrutemos esta narración de quien está considerado uno de los mejores escritores del siglo XX».

Rafael Rodríguez, a continuación, se detuvo en el paisaje cultural presente en el libro, «que constituye un documento de primera importancia para todos los que se interesen por la inquietudes de los intelectuales cubanos y en particular de Carpentier», aseguró.

Subrayó que se aprecia en este título la evolución que como lector experimenta Carpentier y que comienza en sus lecturas en la Biblioteca de Callejas; también su desarrollo en cuanto a preferencias musicales, que ocupa un lugar fundamental en este balance, así como una referencia a el ballet, bailarinas y compositores de su predilección, entre ellos Anna Pavlova y, por supuesto, Ígor Stravinski y su Consagración de la primavera, de 1913.

La pintura asimismo forma parte de las remembranzas del autor, con elogios a cultivadores en ese tiempo de un arte nuevo como Pablo Picasso y Joan Miró, entre otros.

Los artistas e intelectuales latinoamericanos pueden igualmente encontrarse en esta evocación; nombres como Vicente Huidobro, Miguel Ángel Asturias, Rubén Darío, José Clemente Orozco, Diego Rivera y el músico brasileño Héitor Villalobos.

Entre los cubanos aparecen, además de los ya mencionados, Amadeo Roldán, Alejandro García Caturla, Víctor Patricio Landaluze y José Manuel Acosta, entre otros.

Consideró Rodríguez, que este somero y limitado inventario está inserto en una contextualización epocal que no pasará inadvertida para el lector, por las alusiones al escándalo financiero del Canal de Panamá, el caso Dreyfus, la Primera Guerra Mundial, el hundimiento del Lusitania, la cubana Danza de los Millones y la dictadura de Machado.

«Este es un texto que el lector apreciará por su hibridez pues en él confluyen la prosa reflexiva, la narración novelística y las memorias», afirmó.

La esperada intervención de la doctora Pogolotti dio comienzo con una llamada de atención ante la singularidad e importancia de este libro autobiográfico, género que en Cuba tiene escasos cultivadores pero que es un género literario, dijo, «que abre un agujero en los grandes relatos históricos y nos da, en ese panorama, la temperatura de la subjetividad del yo que va creciendo y se va formando en ese entorno histórico para después proyectarse hacia él y de algún modo modificarlo, y modelarlo con su quehacer creativo y por su acción personal».

Enfatizó seguidamente en que el texto se abre a su tiempo pero también ilumina, en gran medida, la obra de Carpentier, «dialoga con ella, como sucede (…) con esa presencia fabulosa de La Habana, la ciudad a la cual se sintió profundamente vinculado. Los invito a que recorran estas páginas y que vayan descubriendo en ellas no solamente los recodos de la memoria de Alejo, sino lo que podemos percibir hoy de la memoria de una época».