Intelectuales de todo el mundo, patentizan su solidaridad con la Revolución Bolivariana y el pueblo revolucionario de Venezuela ante los actos de agresión e injerencia de que es objeto por parte del gobierno de Estados Unidos y su “ministerio de colonias”, la rancia y decadente OEA.
Un clamor unánime se levanta desde el seno de lo mejor de los pueblos del mundo: ¡NO PASARÁN! Porque toda persona digna y sensible sabe que, si el fascismo triunfara en Venezuela, se repetiría la trágica historia de la República española, hace ya ochenta años, y su larga secuela de ignominia.
A partir de hoy comenzamos a publicar los pronunciamientos enviados a la Oficina de la Red en Defensa de la Humanidad en Cuba. Son nuestra señal y compromiso con el destino de la patria de Chávez y Bolívar.
La Habana, 10 de abril de 2017.
Hernando Calvo Ospina, intelectual colombiano:
EL MAL EJEMPLO ES EL PROBLEMA
A Estados Unidos no le preocupa si una nación se declara socialista o comunista. No. Le importa demasiado el mal ejemplo y que no le corten el derecho que se otorga de tomar lo que quiera a voluntad.
Un gobierno no puede tomar el sacrílego camino de tan siquiera sacar de la miseria a su pueblo, y que los niños no se acuesten con hambre y vayan a la escuela, cada día, rebosantes de salud.
Porque lograr esto obliga a que el Estado invierta las riquezas de la nación en ello. Y esto no puede ser posible mientras no sea una nación soberana. Esa que le diga a las transnacionales, por ejemplo: ¿quieren nuestro petróleo? ¿Nuestro oro? Lo pagan al precio que vale.
Con el presidente Chávez a la cabeza, el petróleo venezolano fue, al fin, de los venezolanos. Así, en una década se pudo sacar de la miseria a millones. Y esos malos ejemplos se empezaron a volver algo insoportable, un gran problema para Washington y sus aliados, porque América Latina se fue contagiando!
Con la Venezuela de Chávez, se volvió a saber que "Soberanía" no era sólo una palabra (que ya pocos recordaban su significado).
Ese es el "problema" de Venezuela: su mal ejemplo.
Y tiene que ser castigada porque debe volver al redil, para que su petróleo y demás riquezas regresen a manos de quienes, históricamente, fueron sus únicos dueños.
Y esos miserables que hoy anhelan entregarles toda la soberanía en bandeja de plata, tendrán los míseros centavos que babean.
Seguramente ese día los mercados volverán a estar repletos de marcas, pero ya muy pocos tendrán con qué comprar.
Porque es cierto que las transnacionales y las oligarquías acólitas de cada nación NO soberana adoran a los pobres: los multiplican.
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