Cuando se habla en Cuba, de literatura infantil, hay un nombre que siempre llega corriendo, como su dueño, el de Enrique Pérez Díaz, que desde hace muchos, muchos años, ya él tiene 62, dedica sus textos a los más jóvenes, aunque siempre sostiene que la literatura escrita para los más pequeños no es solo para ellos, quizás sea porque esa frase tan repetida de «tener un niño adentro» la inventaron sin dudas, por él.
Muchos además lo identifican con la casa editora Gente Nueva, que dirigió durante un largo período, o con la Colección 21, que fundó, o con el importante trabajo del Observatorio Cubano del Libro y la Lectura (OCLL) que dirige y al que afortunadamente la pandemia, sorprendentemente, ha ayudado en alguna medida.
El Blog Cubarte quiso saber cómo se mantenía en casa un espíritu tan impaciente como el de Pérez Díaz, y también sus reflexiones y juicios acerca de la vida actual, la de la postpandemia y el futuro de la promoción literaria.
¿A qué actividades ha dedicado tanto tiempo libre? ¿O no ha tenido tiempo libre de tanto que ha hecho?
¿Tiempo libre? Es algo que nunca he conocido en mi vida. Trato de aprovechar tanto el tiempo y hacer tanto a la vez, de cualquier índole, que nunca tengo tiempo libre. De hecho, me muero por leer mil libros, pero apenas leo lo que puedo y mucho es parte del propio trabajo.
Hemos intensificado la presencia en las redes, la promoción por estos medios y también nos sorprendió este tiempo con algunos resultados de investigaciones del Observatorio pendientes de hacer los informes.
¿Qué ha escrito en este tiempo?
En realidad, muy poco. Reviso mucho lo que estoy haciendo y a veces demoro. He escrito textos puntuales encargados, par de cuentos ya comprometidos, algunas reseñas y me he dedicado más al tema de los post en Twitter y Facebook a partir de promover autores cubanos para niños.
Tengo varios proyectos literarios empezados, pero me ha faltado, digamos que concentración, tiempo mental para repensarlos, tranquilidad, y no quiero malograrlos con apuro innecesario ¿se podría encontrar concentración con esta amenaza mundial entre otras cosas que se enfrentan a diario?
He visto sus anuncios sobre el espacio La infancia al derecho y al revés. Cuénteme de esto.
Ese es un espacio que comenzó en octubre en el Centro Cultural Dulce María Loynaz. Una idea de Josué Pérez, su director. Se trata de una entrevista donde teóricamente se desviste a un autor, se le vira de cabeza, pero es muy interactivo, pues hay personas que van y hablan del autor o autora, lectores que comentan su obra, una parte artística donde leemos sus poemas o cantamos o hacemos una representación o lectura más teatral.
Me lleva mucha energía y preparación, pero disfruto hacerlo y se produce un gran fenómeno de comunicación. Aunque solo fue posible entrevistar de octubre a febrero a Elaine Vilar, Maikel José Rodríguez Calviño, Olga Marta Pérez, Eldys Baratute y Mildre Hernández, pero ya iba preparando mucha información gráfica para los siguientes; al comenzar todo esto del nuevo coronavirus se me ocurrió aprovechar la identidad del espacio y promover a los autores cubanos que ya pasaron por ahí o que en algún momento serán invitados. De hecho, un mundo de personas. También dentro de esa línea no abandono a la Colección Veintiuno y hay post referidos a ella.
¿Ha podido actualizar en alguna medida el trabajo del Observatorio Cubano del Libro y la Lectura (OCLL)?
Esa es la gran paradoja, que estas circunstancias algo traumáticas han servido, sin embargo, para reorientar nuestro trabajo, concentrarnos más en él, ser más creativos, hacer guías de lectura, no perder tanto tiempo físico en vernos, transportarnos, reunirnos y todo lo hacemos por nuestras redes, nos comunicamos por Whatsapp o teléfono y así nos compartimos la información.
En este tiempo salió nuestro boletín semanal y la guía de lectura Leamos en casa, que es muy gráfica, y se ha apoyado en la campaña del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) #Quédatencasaylee con los ilustradores cubanos, que ha tenido muy buena y creativa acogida con las imágenes que ellos nos brindan de figuras alegóricas a la lectura.
Además hemos trabajado en el mapeo de instituciones relacionadas a la lectura como las bibliotecas escolares, las editoriales, las revistas culturales. Creo que este debe ser el sistema de trabajo ideal para el OCLL, el tele trabajo o el dati-trabajo!
Hábleme más de esa la iniciativa de los ilustradores cubanos
Pues que nos han dado un gran apoyo. Hacía mucho tiempo que necesitábamos para las redes del OCLL tener imágenes gráficas propias sobre la lectura, y este aporte de los ilustradores cubanos y algún que otro extranjero, ha sido una inyección de creatividad y se han sumado muchos diseñadores de buena voluntad. Lo asombroso es ver los like y cuantas personas lo comparten. Estamos compartiendo cultura y no banalidad.
¿Algún proyecto que le truncara la pandemia?
En realidad, ninguno. Los verdaderos proyectos nunca dependen de cuestiones externas por mucho que nos afecten. Están en otra parte, inalcanzables, eternos, vigorosos y confiados, esperando el mejor momento de aflorar y realizarse cuando es su tiempo.
¿Qué más ha hecho desde las redes sociales?
Bueno, desde las redes seguimos las principales campañas del Instituto Cubano del Libro, del Ministerio de Cultura y del país, pero sobre todo con las nuestras tratamos de ser más creativos, buscar otras imágenes, dar diversos textos alegóricos y que no se ciñan en exclusiva al mismo mensaje de la campaña, sino que lo enriquezcan.
Es un poco desalentador a veces el «retuiteo» de cosas por doquier. En mi caso, siempre trato de estar cerca de los contenidos que tienen que ver con la imagen que ya las personas conocen de mí como escritor o editor. No me gusta compartir o postear cualquier tema sino tener una identidad propia, acorde a mi profesión y modo de ver la vida.
Las dos siguientes preguntas son para mí obligadas en las entrevistas que en estas circunstancias he realizado.
¿Ha cambiado su visión del mundo y de las relaciones humanas o se han reafirmado algunas intuiciones o certezas que tenía en esta etapa?
Hay cosas positivas y negativas. Solo hablaré de las primeras. Este es un tiempo de confrontaciones, incluso con uno mismo. En este período he redescubierto a mis verdaderos amigos y afectos, que no han estado lejos sino muy cerca, pese a la lejanía relativa que impone un aislamiento por la COVID-19, o la que particularmente para mí pueda implicar el lugar donde vivo.
Hay personas que además de llamarme casi cada día o escribirme o darme aliento, se han preocupado incluso por cosas más mundanas y necesarias como enviarme algo que pueda necesitar, darme su apoyo y eso es importante. También yo me he volcado por saber de muchas personas lejanas cuya suerte me inquietaba. He perdido pocos amigos o conocidos, pero sí alguno y me ha dolido bastante. Es parte de ese azar que pueda imponernos una pandemia mundial.
Creo que, como muchos suponen, el mundo pudiera cambiar un poco si quienes llevan las riendas de las cosas piensan más en los que van en el carro, junto al carro o bajo el carro. Pero mientras prevalezca en la humanidad el egoísmo, el deseo de imponernos a los otros, la falta de tolerancia, de cortesía, de humildad, y el desapego hacia el prójimo, poco se puede esperar.
Siempre pienso en José Martí, un hombre que admiro mucho. A veces he meditado ¿cómo se hubiera comportado en este tiempo? Y entonces me lo imagino con un nasobuco de gasa, recorriendo las calles y los hospitales como tantos de nuestros médicos hacen por el mundo, dando de beber al sediento, administrando un medicamento, apenas sin comer o descansar y ofreciendo, sobre todo, su ejemplo y su aliento.
Entonces confío en que esto nos deje mejores personas, más humanos y más solidarios hacia el planeta que solo con un poco de aislamiento de nuestra parte, ya ha dado pasos por recuperar su ecosistema.
En una reciente entrevista a Josué Pérez, director del Centro Cultural Dulce María Loynaz, él me comentaba, «Creo que la crisis sanitaria cambiará de una vez y por todas, la promoción de la literatura». Quisiera saber sus consideraciones al respecto, teniendo en cuenta su amplia experiencia en la labor promocional del libro, la lectura y la literatura.
Yo lo parafrasearía agregando: En general hoy debemos ser más creativos y no convencionales. Las redes son buen ejemplo de lo uno y lo otro. Hay montones de formas de hacer llegar un libro a las personas, de incitarlas a leer, a disfrutar de ese ejercicio. Pero si lo hacemos solo formalmente, sin nosotros estar convencidos, es por gusto.
A partir de la crisis sanitaria, no solo la promoción podría cambiar, incluso nosotros mismos. Solo hace falta que nunca perdamos la creatividad, la ilusión y el deseo de trabajar. Que nunca dejemos que nos gane la apatía y el estancamiento, que siempre demos rienda a la iniciativa y a la confianza en el futuro.
Conozco personas que siempre han sorteado todas sus crisis personales y colectivas y no abandonan sus deseos de hacer el bien y de mejorar el mundo. Lamentablemente, también conozco a otras, muchas en realidad, a las que no las mejora o ennoblece ni la peor pandemia del mundo. He escuchado que, cada cierto tiempo, el universo se estremece y busca renovarse. Nosotros somos una parte infinitesimal de un vasto infinito, pero podemos aspirar a hacer lo mismo.
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