Entre Silencio/Ofrenda la vida…


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Silencio, Cristo Hoyos.

Dos destacados artistas colombianos: Cristo Hoyos y Bibiana Vélez, acercan al espectador cubano particulares visiones del entorno, el hombre y la naturaleza, dejando sus huellas en disímiles obras…

Algo interno, subyace, en la etimología de estas palabras que se unen por vasos comunicantes. Es algo invisible, pero que se siente a flor de piel, como si no pudieran desembarazarse la una de la otra. Un sentimiento las enlaza. Y también, unas sugestivas muestras que toman esos nombres: Ofrenda y Silencio, ambas abiertas en la galería El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional José Martí, en la Plaza de la Revolución, auspiciadas por la embajada de Colombia y la institución anfitriona.

Cristo Hoyos (Sahagún, 1952. Córdoba-Colombia), quien en su amplia carrera como artista (pintura, dibujo, fotografía y ensamblajes), suma también la de investigador, curador e historiador egresado de la Universidad Nacional de Colombia, realiza una obra muy cercana al hombre, la memoria histórica, el rito, mestizaje… En ellas, no caben dudas al verlas, funde su labor investigativa con la práctica artística, dando por resultado una obra sensible, comunicativa y lírica que desde la imagen nos habla, regala conceptos y nos lleva por terrenos que cruzamos todos los seres humanos. A los que estamos destinados desde el primer instante de la existencia…

Allí, encuentra motivos, materia para crear y, sobre todo decir sin palabras. Basta que la vista recorra sus más recientes creaciones avocadas en la serie Silencio/Coronas de azucenas de las cuales hay ejemplos en la exposición habanera (20 monotipias), para advertir significados y concepciones acerca de la vida y más allá de sus límites. Las flores y sus evocaciones: son ofrendas cual pretexto real para hablar de la historia, del tiempo humano, del hombre dondequiera que esté y como quiera que este sea. Hay mucho más, se interna por los vericuetos de la existencia, donde emerge el dolor, la alegría, la felicidad, el llanto… ¡Son tantos los estadios del alma! El deambula por ella, y deja la suya para penetrarlas en plural.



Y como subraya, de forma vehemente, el escritor Andrés Elías Flores Brum, en las palabras del catálogo: “… Es, acaso, la corona de delicadas azucenas recogidas en la pobre parcela. Recogidas y tejidas por el corazón de la novia que ha perdido a su pretendiente —el soldado, el paramilitar, el guerrillero o el civil— a quien a sus veintidós años se lo llevó la guerra…Pues, de todos modos, es también el símbolo de un momento histórico que nos ha tocado vivir… Para su creatividad todo es fácil. Usar el papel o el lienzo. Estampar. Utilizar el cartón o el cuero. Reutilizar el papel. Convertir la palabra en pintura o la pintura en palabra. En objeto. En cuadro. Trazos en dibujos. Dibujos en pintura. Pintura en obra de arte. Estética…”.

Aparecen entonces sus flores, cual espejos que reflejan un tiempo. Más allá de las formas descubre en los colores, sentimientos que trastocan la vida y la mueven, cual efímeros terremotos que dejan marcas… Las compara con hechos y narra historias a partir de cada ofrenda. En ella añade cintas, lazos, muchos otros elementos que resumen el vasto campo donde reflexiona, dibuja, mueve y relaciona el tiempo/vida del ser humano, con los momentos que le tocó vivir. Sus creaciones denotan, además, la agudeza del artista a la hora de trabajar, pues su obra, muestra los signos de un elevado talento en toda la extensión de la palabra. Hoyos vislumbra el futuro común, pero no lo toca, quizá, en un leve roce para recordar que estamos aquí un instante.

El mar protagonista

El mar, ese gigante azul que conoció desde su hermosa ciudad natal que tiene un “balcón” hacia el Caribe, matiza las creaciones de Bibiana Vélez (Cartagena de Indias, 1956). Y aunque hace muchos años vive en Valencia (España), lejos de su entorno, sigue siendo protagonista de sus historias sobre el lienzo. El acrílico inunda las telas con ese color del cielo/tiempo que ella transforma en amplia superficie, donde crea y pone en juego una variada gama de situaciones con las que convoca la memoria.

La destacada creadora, fiel siempre al oficio de pintar, aunque trabaja el video y otras producciones multidisciplinarias que le han aportado importantes distinciones, entre ellos, el primer Premio en el XXXII Salón Nacional de Artistas, 1989,  primer Premio Salón de Artes Visuales de la Costa Universidad Autónoma Barranquilla (1983), primer Premio Pintura Universidad de Los Andes  1977… “vive” en perenne contacto con el agua, no la puede ni quiere apartar…


Cuando uno mira sus creaciones —en la muestra donde reposan 26 acrílicos/tela en forma de circunferencia— parece que viaja en un barco y mira al horizonte por las escotillas, desde las que uno divisa un paisaje marino cuajado de olas y azul… Pero aparecen también ¡flores! Cual espuma que coronan las crestas de las olas, y se envuelven en ellas, giran, saltan… Son sus visiones lejanas del mar de la infancia, del Caribe que regresan repletas de poesía y un amor sin límites, transformadas en ofrendas a ese fiel amigo (el mar) que la acompaña siempre a dónde va. De pronto desembarcamos en tierra, cuando el inmenso mural de flores y vegetación atrapa las miradas, como el final del viaje...



Con mano firme, el pincel cruza muchas estancias de su espíritu que emerge en la superficie de las piezas en forma de paisaje, donde tampoco faltan las palmas, flotando en el mar, en diálogo con las flores que contornean y dan matices a su sentir... Son señas distintivas del espacio suyo, donde Bibiana Vélez convoca los recuerdos y nos hace soñar, más allá de la distancia, en un eterno canto a la fuerza de la vida que traducen sus creaciones, en ese continuo movimiento de olas que vienen y van...

Con estas muestras, la embajada de Colombia en Cuba pone broche de oro en el 2014, a una variada programación que ha acercado muchas aristas de su amplia cultura, en este otro lado del Caribe.


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