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Entregados Premios UNEAC de Literatura y Beca Cintio Vitier / Por: Susana Méndez Muñoz


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Foto: Cortesía de la autora.

 

La ceremonia de premiación del Concurso UNEAC y de la Beca Cintio Vitier, convocados por la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, se efectuó en la galería Villa Manuela de esa institución en ocasión del Día de la Cultura Nacional.

Este año el Premio UNEAC se convocó en los géneros novela, literatura para niños y ensayo de tema histórico social, y fueron presentadas 55 obras; para la Beca Cintio Vitier, se recibieron siete proyectos literarios y de las ciencias sociales.

En la apertura del acto el reconocido novelista Julio Travieso realizó, según sus palabras, «un recuento necesario» de la historia de este premio inaugurado en el año 1965, cuya trayectoria lo ha situado entre los más notables certámenes de las letras nacionales.

Travieso evocó a figuras trascendentes del ámbito literario cubano que en su momento integraron los jurados del evento, a saber, Camila Henríquez Ureña, Eliseo Diego, José Lezama Lima, Virgilio Piñera y Alejo, entre otros.

Igualmente mencionó a algunos de los muchos escritores cubanos que fueron merecedores de lauros y menciones en los diferentes géneros. «No todos los galardonados durante estas cinco décadas son conocidos hoy; muchos han caído, quizás injustamente, en el olvido», comentó el orador.

Hacia el final de sus palabras lanzó una pregunta: «¿Cuánto va a vivir este premio? Imposible saber, ojalá que sea mucho; en el futuro tendrá que ser forzosamente recordado porque es referente y parte de toda una época de nuestra literatura».

Posteriormente se entregaron los premios a partir de la lectura por parte de representantes de los jurados de los dictámenes en los tres géneros y el asociado a la Beca Cintio Vitier, la cual fue conferida unánimemente, según informó el doctor Luis Toledo Sande, al investigador y profesor universitario Ricardo Luis Hernández Otero (La Habana, 1946) por su trabajo Develando secretos y presencias. José Martí, La Habana y 1886.

El mismo destaca, según el acta del jurado, «por la coherencia en la fundamentación, la factibilidad de la realización, los conocimientos mostrados y sobre todo por lo que representará para la cultura nacional especialmente en lo relativo al legado martiano, como resultado de la investigación en marcha».

El acta del Premio de Ensayo Histórico Social Juan Pérez de la Riva, fue leída por el doctor Félix Julio Alfonso; el lauro recayó en el texto Directorio Revolucionario y Movimiento 26 de julio. Los laberintos de la unidad en la Cuba insurrecta 1956-1959, del doctor en Ciencias Históricas Frank Josué Solar Cabrales (1981).

El jurado distinguió de manera unánime en esta propuesta la extensa labor de investigación bibliográfica y de entrevista a los actores involucrados; el cuidado en la escritura, redacción y estilo, y el carácter ameno del lenguaje utilizado.

Destacó asimismo que se aprecia en la lectura «el reflejo de las tensiones en que se ha movido su autor para no desviarse de su objetivo central ni parcializarse hacia algunas de las partes que confluyen en el dilema».

Añadió el tribunal en sus consideraciones que Solar Cabrales toma riesgos al plantear el tema y «mostrar críticamente las verdades históricas que el recuento encierra».

El laureado recibió el reconocimiento de manos del Premio Nacional de Historia, y de Ciencias Sociales, doctor Oscar Zanetti.

En cuanto al premio Ismaelillo, de literatura para niños y jóvenes, el jurado, conformado por Alberto Hernández, Ivette Vian y Julio Llanes, acordó declararlo desierto; no obstante otorgó menciones a los libros Harry, Jimie, el bosque y yo, de Enrique Pérez Díaz; Colonia de hormigas, de Eldys Baratute; A la espalda de un recuerdo. Cuentos de boronillas, de Maykel José Rodríguez Calviño, y Sitio de mariposas, de Lidia Caridad Hernández Oria.

Un momento de especial júbilo entre los participantes fue el anuncio por parte de la profesora y escritora Mirta Yáñez de que el Premio de Novela Cirilo Villaverde había recaído en el título Al otro lado del río, del prestigioso dramaturgo y novelista cubano Nicolás Dorr (La Habana,1947), Premio Nacional de Teatro, bajo el seudónimo Acuario.

Yáñez expuso que el jurado basó su veredicto en «la imaginación con que el autor aborda el tema, la sobriedad y elegancia en el estilo y lo interesante de la trama que logra captar desde el primer momento la atención del lector».

Dorr agradeció con ingeniosas palabras este reconocimiento, que le fue entregado por su colega Gerardo Fulleda León, también Premio Nacional de Teatro.

Aseguró que el Premio UNEAC «es el más importante que se puede recibir en Cuba y uno de los más importantes de toda América Latina y del mundo», y recordó que en el año 1972 fue acreedor del mismo en teatro, por su pieza El agitado pleito entre un autor y un ángel.

Reveló que había escogido el seudónimo de Acuario para el concurso, al ser su signo zodiacal; «un signo muy bueno, realmente, porque es el de nuestro Apóstol José Martí, el signo del hombre más grande que hemos tenido y tendremos por siempre», declaró.

Se refirió entonces a la coincidencia del acto con el Día de la Cultura Nacional: «el día de nuestra reafirmación nacional de que estamos aquí en este país, logrando triunfos en este país».

La ceremonia de entrega del Premio UNEAC y de la Beca Cintio Vitier estuvo presidida por Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro, Pedro de la Hoz, vicepresidente de la UNEAC, Antonio Guerrero, Héroe de la República de Cuba y Alex Pausides, presidente de la Asociación de Escritores de la UNEAC.

 

Publicado: 20 de octubre de 2017.


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