A escena, graduados resilientes


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Foto: Maité Fernández Barroso

Salvar cuatro cursos en la Escuela Nacional de Arte en prácticamente poco más de tres semestres de presencialidad, resultó un caballo de batalla para los once egresados que recién entregó el aula de teatro este diferente año lectivo.

Así, debieron asumir la puesta colectiva de Como gustéis, obra de William Shakespeare, con que resolvieron el examen final de sus fracturados estudios; y se les puede ver hasta el 12 de diciembre en el capitalino Teatro Trianón, bajo la dirección de Carlos Díaz, como parte de un trabajo en progreso, o work in progress.

Para lograrlo, sortearon el distanciamiento que impuso la pandemia, entrado el tercer año, y llegaron al final de los planes curriculares desde el aislamiento; entre cuanto inédito impuso el momento.

El grupo pudo encontrarse en el escenario el 4 de octubre, dos semanas después recibió los primeros aplausos; y al mes, todos sus integrantes obtuvieron el máximo de la calificación que otorga el tribunal docente, que además, sumó felicitaciones a cinco de ellos.

Shakespeare versus pandemia

Hace tiempo que el cuarto año de estudios en la ENA avanza por el camino shakesperiano, en su primer semestre, hasta enrumbar la senda que conduce al ejercicio de graduación, demostrando los desempeños artísticos individuales.

Sin embargo, esta vez fue diferente. Los cambios que impuso la situación epidemiológica provocaron una revaluación del proceso docente, y en suma, determinaron la capacidad de los alumnos de gestionar sus herramientas a partir del aprendizaje precedente.

Por tanto, la hornada tenía un reto sumo: acortar las distancias del aislamiento y colectivizar los empeños individuales, para “sobrepasar todas las capacidades posibles previstas”, al decir de Fernando Echevarría, profesor de actuación de los nuevos egresados.

“Creo que en alguna medida eso es lo que sucedió con este grupo”, significó. En su criterio, los ha distinguido la capacidad de entrega, cohesión y de trabajo; a pesar de lo accidentado del curso, que avanzó desde la lejanía “por chat, trabajando de esa manera (que no es el recurso adecuado porque las clases de actuación no son viables sin la presencialidad), y a pesar de eso, llegaron con una propuesta sólida, increíblemente”, sostuvo el reconocido actor.

_¿Cuánto provocó a los profesores el devenir que trazó la pandemia?

“Nadie imaginó que esta pandemia iba a tener una segunda ola con las dimensiones que tuvo.

“Nosotros empezamos a trabajar para hacer realmente lo que siempre hacemos. ¿Qué sucede? Cuando todo se viene barranca abajo, cuando las posibilidades se cerraron al cero por ciento prácticamente, dijimos ­–Bueno, qué tenemos en la mano, dónde hay un terreno adelantado; pues en Como gustéis, confiando en las posibilidades que habíamos visto; aunque sin soñar con ellas.

“Incluso, primero pensamos que podía ser un trabajo a evaluar por procesos, y no por resultados; aunque el resultado siempre está implícito en todo el proceso de trabajo; pero no íbamos a llegar a un tribunal a ver un espectáculo ante el público, y decidimos hacerlo con Shakespeare, a lo grande, muy completo, conceptual y estéticamente artísticamente hablando”.

_¿Cómo calificaron los ejercicios individuales de esta aula?

“Una vez que llegaron al teatro, faltando dos meses y algo, nos hizo pensar en la posibilidad de por primera vez hacer una temporada larga y en tiempo récord; y estamos muy felices, increíblemente felices con el resultado de este curso.

“A eso le sumas la calidad artística lograda, que tiene que ver en buena medida con las potencialidades de los componentes del grupo: de la entrega, la pasión, de las ganas de trabajar, de la capacidad de caerse y levantarse, de sobreponerse a las adversidades.

“Yo creo que, por esas cosas inauditas, la pandemia sirvió para ver crecer a un grupo de muchachos a niveles insospechados”.

Uno para todos y todos para uno

Definitivamente, la elección de la comedia shakesperiana resultó el anillo al dedo del grupo de egresados; y la síntesis lograda del argumento, la medida exacta para calibrar sus desempeños individuales, mostrando al mismo tiempo una distintiva concreción colectiva.

“Por algo que ayudó mucho. Todos necesitamos de todos, tanto en escena como fuera de ella”, en palabras de Rafael Oramas Perera, que viste al Duque usurpador.

En la representación, todos doblan personajes, incluso en una misma escena; o sugieren a otros, que vestirán sus compañeros en una siguiente; haciendo de Cómo gustéis, una obra diferente, reveladora de la estética de Carlos Díaz; aunque manteniendo siempre las esencias del clásico.

“Logró el espectáculo a partir de los estudios que hemos hecho de cada uno de los personajes que asumimos para nuestra tesis: tomamos todos sus textos y construimos un monólogo, para transitar con el mismo en las diferentes escenas”, relata Ernesto Sánchez González, quien representa indistintamente a Oliver y Adán; lo que significa Roberto Cepero (El duque desterrado y Jaime el melancólico), al reconocer lo aportado, con ese ejercicio, a la imaginación creadora del actor.

Lisandra Sierra González (Carlos el luchador, el duque desterrado y Fhoebe, una pastora), asegura por su parte que gracias a ese trabajo independiente sostenido, pudieron levantar la obra en tan poco tiempo, “porque cada cual ya tenía un proceso de trabajo individual”, dice.

“Llegar y con la ayuda de los profesores poder demostrar que a pesar de que no tuvimos una carrera como debía ser, podíamos hacerlo por nosotros fue genial; poder demostrar al tribunal lo que crecimos y avanzamos en este tiempo, y creo que los profesores fueron un punto fundamental”.

Completan el reparto: Arianna Rueda Galindo (Narradora y Celia), Luis Ernesto Bárcena Coca (Orlando y Rosalina), Yasira Ferrera Concepción (Celia, Le Beau y Orlando), Gretel Chaván Vargas (Rosalina y Silvio), Manuel Cepero Guerrero (Parragón), Elaine Annette Couret Moreno (Rosalina como Ganimedes) y Brian Gutiérrez Llorente (Orlando y Rosalina).

La resultante de la mano de Carlos Díaz, con Fernando Echevarría en las clases de actuación, y de voz y dicción con Ana Rosas, ha permitido que en cada espectáculo puedan probar nuevas posibilidades, al decir de Cepero, para acentuar que “cada representación es una clase”; y en palabras de Rafael porque les dieron la oportunidad, sin exigir por encima de eso.

“A partir de ahí trabajamos, y a partir de ese punto crecer, y que saliera”, dice.

Así, con esa capacidad de adaptación y captación demostrada, llegaron al día del examen final, para cumplir con un ejercicio de tesis que, según Ernesto, se concretó a partir de la representación puesta todos los fines de semana: “con todo nuestro amor y respeto hacia el público”.


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