Esther Borja, la Damisela Encantadora de Álbum de Cuba


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Con solo 22 años de edad, embrujó a Lecuona. Recién comenzaba su carrera profesional, y el notable músico y compositor escribió para ella un vals cuyo título serviría de epíteto para toda la vida: Damisela Encantadora.

Esther María de la Caridad Borja Lima (La Habana, 5 de diciembre de 1913-25 de diciembre 2013) poseía una voz excepcional, educada desde muy joven por Juan Elósegui en solfeo y teoría de la música y en canto por Rubén Lepchutz. La capacidad vocal, el talento innato y la esforzada formación hicieron de ella una de las cantantes líricas más notables del siglo XX en Cuba, aplaudida y considerada a escala universal. Mereció los elogios del gran Gonzalo Roig, que la consideraba apta para interpretar cualquier género musical, y tuvo a bien contar con un repertorista como ninguno, Maestro de generaciones: Luis Carbonell.

Pero no es solamente en la personal carrera artística de esta singular mujer donde debe encontrarse su apego a la cubanía; la presencia cada semana en el Canal 6 de la Televisión Cubana durante 23 años, en el programa Álbum de Cuba, da fe de constancia, dedicación, entrega a su público y vasta cultura. Allí fue anfitriona de las más disímiles figuras del arte musical, pues aunque el perfil del programa era fundamentalmente lírico, abarcó otros géneros y tendencias; era un espacio de ilustración y buen gusto, donde el público podía apreciar la obra de compositores de la talla de Jorge Anckermann, Eduardo Sánchez de Fuentes, Ernesto Lecuona, Manuel Corona, Sindo Garay, Alberto Villalón, Ela O’Farrill, Ñico Rojas, César Portillo de la Luz, Orlando de la Rosa, Adolfo Guzmán, Eliseo Grenet, Rodrigo Prats, Casas Romero, Moisés Simons, Bola de Nieve, Orlando de la Rosa, Isolina Carrillo, Tania Castellanos… todo un ejercicio magistral para la memoria histórica y musical del país, interpretado por las mejores voces, incluida la propia Esther.

Durante más de 50 años permitió el disfrute de su arte. Con la modestia y buen tino que la caracterizó siempre, Esther Borja interrumpe en 1984 su carrera artística, dejando tras de sí algunas de las piezas cubanas por las que más nos reconocen en el mundo, como Una rosa de Francia, de Rodrigo Pratts; Siboney, de Ernesto Lecuona –su compositor preferido–, y Cuba, qué linda es Cuba, de Eduardo Saborit. Coincidentemente, Álbum de Cuba deja de existir.

Ambos sucesos conllevaron una reacción contradictoria: por una parte, perdura la voz irrepetible e inmaculada de Esther Borja en el recuerdo; por otra, desaparece injustificadamente un espacio cultural sin precedentes ni sucesión en el medio televisivo cubano, que lleve a cada hogar lo mejor de la cancionística cubana de todos los tiempos.


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