Feria Internacional Cubadisco, en la senda de lo perfectible


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Sin dudas Cubadisco es un gran evento, sobre todo porque a lo largo de su historia ha logrado potenciar desde varias aristas a la industria discográfica nacional. Edición tras edición el certamen se ha fundamentado sobre la base de la seriedad al, por ejemplo, premiar la calidad de las diferentes grabaciones por sobre la popularidad (ya sabemos que no tienen que estar en sintonía), por ampliar el diapasón de las propuestas en cuanto a sello fonográficos y categorías.

También por propiciar espacios de intercambio de experiencias, reflexión y debate para teóricos, creadores y ejecutivos de la música, en los que se trata acerca de la creación y la enseñanza musical, la industria de la música y el patrimonio cultural con el ánimo de resaltar los logros y defectos de la industria discográfica cubana, y conocer las tendencias globales sobre el tema.

Como casi toda obra humana Cubadisco es perfectible, y es que el único y más esperado evento dirigido a visibilizar lo que materia discográfica sucede en el país combina en cada versión aciertos y deslices (no siempre de forma equilibrada) que generan opiniones encontradas en los diferentes sectores involucrados.

Destacar hoy que entre los logros de la recién finalizada XXI edición de la Feria Internacional Cubadisco está el novedoso sistema de votaciones vía digital gestionado por Cubarte que ha posibilitado un proceso más democrático e inclusivo en tanto desde todo el país pueden emitir sus criterios especialistas de las diferentes casas discográficas e instituciones del sistema de la cultura, productores y artistas.

Sin embargo la viabilidad del nuevo sistema choca con la forma en que esta están estructuradas las categorías, es decir ¿en qué sección colocar a uno u otro fonograma, cuáles son las pequeñas diferencias entre producciones genéricamente similares que deciden por qué sección deben competir?, o incluso la ausencia de apartados dirigidos a reconocer y estimular papeles protagónicos dentro del proceso de producción musical como los ingenieros de sonido y los productores musicales.

Otro punto que bien merece una revisión es el relacionado con el programa de actividades diarias, entre las que, a pesar de los esfuerzos de las partes involucradas por llevarlas a buen término, aun subsisten problemas. Por ejemplo el Pabellón Cuba acogió parte importante de la cita: la feria comercial, conciertos y presentaciones de discos premiados y nominados, entre otras propuestas bien interesantes; pero no siempre la calidad de las ofertas culturales fueron correspondidas con la asistencia de público.

La entrada al Pabellón fue realmente baja amén de que todos los sellos discográficos y la Fábrica de Instrumentos musicales habilitaron espacios para la venta a precios especiales de parte importantes de sus catálogos. Los conciertos corrieron igual suerte, resultó penoso que formaciones de probada calidad como el Septeto Habanero, La Charanga Típica de Concierto Ruvalcaba, la Orquesta Estrellas Cubanas o el Conjunto Arsenio Rodríguez trabajaran casi exclusivamente para el personal que labora en el recinto ferial.

Si bien Cubadisco ha ganado con los años en organización y calidad de forma general son muchos los cabos sueltos que todavía atentan contra la excelencia que debe exhibir el único evento dedicado a promover lo mejor de la discografía nacional. Este es solo un acercamiento a cuestiones solucionables, como dije al principio la cita es perfectible, sobre todo porque cada vez los diferentes actores se ven más involucrados en sus diferentes detalles, a fin de cuentas la música cubana es la gran beneficiaria de las constantes mejoras.

 

 


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