Fidel: “Luz de Aurora”


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El Héroe Nacional de la Independencia de Cuba, José Martí, muerto en combate, reconocido también como uno de los más grandes escritores, poeta y periodista de nuestra América, expresó  una hermosa y reveladora sentencia que hoy, en estos momentos de tristeza y dolor, viene a mi mente. Él dijo:”…Hay hombres que tienen luz de aurora.” Fidel, es uno de ellos.

 

Su personalidad excepcional nace de su ejemplo incorruptible de honestidad, de sus preclaras, avanzadas y multifacéticas concepciones, de su pensamiento y sentimientos, de su apego a la justicia y su consagración al estudio de Cuba y sus moradores, constatados por él en la vida misma.

 

Desde su juventud, en las permanentes luchas estudiantiles y políticas del país, en la preparación de los combates por la segunda y definitiva independencia, en la Sierra y en el llano, y en los días de creación de la nueva sociedad cubana, Fidel se consagró como ese conductor excepcional, que ama entrañablemente a su pueblo y que es retribuido por él con esa misma dimensión de amor y de confianza en su sabiduría y humanismo.

 

Interpretó en todas sus manifestaciones la situación y los males que aquejaban a su pueblo. Por eso dedicó gran parte de su vida a su  estudio e investigación, tocando con sus propias manos y su penetrante mirada el rigor de la miseria, del hambre, de la ignorancia y la discriminación en que la colonización española y el neocolonialismo estadounidense, sumieron al país.

 

Hasta 1959 Cuba era uno de los primeros modelos neocoloniales diseñados por los artífices del nuevo imperio capitalista, de ese norte revuelto y brutal que nos desprecia, siempre aspirante a dominar el mundo.

 

Cuando soñaba con el futuro, nos reiteraba sus ideas y aspiraciones en la utopía de construir un mundo mejor cuyos pilares fundamentales fueran la justicia, la igualdad de posibilidades, la verdadera hermandad entre los seres humanos.

 

Su inmensa sensibilidad, su generosidad, su cultura, su concepto profundo de solidaridad hacia los pueblos, a los pobres de la tierra en todo el mundo, caló muy hondo en mis sentimientos y convicciones personales, porque tuve el privilegio impensado y la oportunidad de verlo, oírlo, escuchar sus opiniones y aprender de sus lecciones. Sus sueños e ideales, trascendían los límites de  su isla amada y se extendían a La Gran Patria Americana, a todo el mundo, convencido y consecuente con el concepto martiano de que: “Patria es humanidad”.

 

Cuando Fidel cumplió sus 70 años, el 13 de agosto de 1996, en el coloquio sobre su pensamiento y obra celebrado en Birán, Holguín,  el poblado donde nació,  las cubanas  suscribimos una carta que firmó la eterna heroína Vilma Espín, en la que lo felicitábamos y le agradecíamos sus desvelos para que las mujeres conquistáramos toda la justicia y el pleno ejercicio de todos nuestros derechos.

 

En ella le agradecíamos el lugar que concedió a la justa reivindicación de las mujeres cubanas, que figuró como una de las metas prioritarias de su obra. Allí valorábamos las inigualables enseñanzas que nos trasmitió, como aquella ocasión en que nos advirtió y cito:

 

“Ya no se trata de una igualdad en abstracto o de una lucha en abstracto por la igualdad; ya no se trata de una teoría, se trata de una realidad, y las realidades son más fuertes que las teorías, las realidades son más sólidas que las abstracciones” (fin de la cita).

 

En aquella felicitación por su 70 cumpleaños  le hicimos llegar nuestra reflexión sobre su inmensa labor y le reiteramos el compromiso de seguir impulsando la revolución de las mujeres dentro de  nuestra revolución socialista.  Le manifestamos nuestra percepción sobre su obra en todos los ámbitos,  incluidos los cambios en la conciencia y la cultura. Las mujeres, sin lugar a dudas las mayores beneficiarias, las partícipes necesarias y entusiastas en todo el proceso revolucionario, contábamos con los argumentos y los testimonios para poder calificar a Fidel como el conductor inigualable de una gesta heroica a 145 km de las costas del país que nos bloquea, que sistemáticamente mantiene una guerra mediática, una guerra subterránea a la que ha dedicado cuantiosos y perversos recursos.

 

Asumiendo el riesgo de provocar algún disgusto, pues conocíamos su genuina modestia, en aquella carta le dijimos, y cito:

 

“Obra mayor además, porque en este mundo de hoy, en este caótico final del milenio, mantener la esperanza y trascender con ella a millones de mujeres y hombres de otras latitudes, constituye la más solidaria, audaz, revolucionaria y justa empresa humana”.

 

Hoy muchas personas me han preguntado qué pasará en la Cuba sin Fidel, en estos tiempos de Trump, tan impredecibles y peligrosos.

 

Mi respuesta es sencilla: vuelvo a recordar a Martí cuando dijo “Hacerse maestro es hacerse creador”,  Fidel  es y seguirá siendo maestro y creador. Nos enseñó el camino que seguiremos recorriendo: defender a cualquier precio nuestra independencia y soberanía, construir la Patria con dignidad luchando por la Revolución hasta la victoria.

 

Hoy más que nunca viene a mi recuerdo un sencillo y alegre estribillo que jóvenes y niños le cantaban a Fidel en días de fiesta, y que también hoy sencillamente podría constituirse en mensaje para Trump. Decía así: “!!Fidel, Fidel, qué tiene Fidel, que los americanos, no pueden con él!!”

 

Fidel es Cuba.

 

Con toda la fuerza de mi admiración por Fidel y la Revolución Cubana.

 

Carolina Aguilar,

Urdinarrain, Entre Ríos,  Argentina

28 de noviembre 2016


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