Génesis de la vanguardia de la insurrección cubana


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En su más amplia concepción, el Movimiento Revolucionario 26 de Julio transita una dilatada trayectoria cuyas raíces calan hondo en las tradiciones de lucha del siglo XIX cubano. Si de las premisas ideológico-práctico-históricas se trata, su gestación comienza en la alborada de sangre que conforma el estrato más profundo de nuestro acervo revolucionario, y que recorre un extenso camino de sacrificio y heroísmo a partir del 10 de octubre de 1868, de Carlos Manuel de Céspedes a José Martí, a Julio Antonio Mella y Antonio Guiteras Holmes.

Desde el punto de vista de las premisas mediatas, su integración está precondicionada por la no conclusión de los objetivos de nuestras luchas por la independencia total y la plena soberanía de la nación, postergados durante medio siglo de república mediatizada, en cuya última etapa surge el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos), como gran vehículo para las esperanzas populares; y en la que, tras la muerte de Eduardo Chibás en agosto de 1951, un joven llamado Fidel Castro comenzaba a erigirse en potencial intérprete de esas esperanzas.

Atender a los indicios políticos a corto plazo implica la consideración de lo ocurrido en dos fechas, el 10 de marzo de 1952 y el 26 de julio de 1953. Inmediatamente después, mientras los moncadistas están en prisión (1), una interrelación de situaciones se concatena para condicionar la maduración y el perfeccionamiento del proyecto revolucionario que Fidel había diseñado para el inicio de la insurrección armada popular mediante el asalto al Moncada.

1º La conformación de un núcleo combatiente de vanguardia, los moncadistas, avalado por las vidas ofrendadas y su disposición a seguir combatiendo.

2º La existencia de un programa realista de cambios anhelados por el pueblo, una inteligente táctica, certera visión estratégica, y un efectivo método para atraer a las masas y encauzar su rebeldía, en concordancia con la idiosincrasia política, social, temperamental y psicológica de los cubanos.

3º El descrédito creciente de los personeros de la oposición que abogaban por soluciones pseudoinsurreccionales, sin concretarlas en la práctica, de una parte; y, de la otra, de los que clamaban por aperturas cívicas, pacíficas, tanto más inútiles cuanto más ensoberbecido el régimen los desdeñaba.

4º La consolidación de la tiranía en el poder, basada en un fuerte aparato de coerción policíaco-militar, y el empleo de métodos impositivos y represivos contra quienes se le oponían, empleado en especial contra el explosivo movimiento estudiantil mayoritariamente insumiso, algunas bases obreras en rebeldía contra las dirigencias impuestas, pocas y dispersas comunidades campesinas despojadas de todo derecho y con escasa capacidad de respuesta, y hasta intelectuales progresistas y liberales que simplemente exigían el retorno a la institucionalidad.

5º Las contradictorias situaciones en el denominado sector insurreccional entre las que sobresaltaban la bancarrota del Pacto de Montreal, que liquidó las simuladas poses en favor de la lucha armada adoptadas por políticos maniobreros de los partidos auténticos, ortodoxo, demócrata, republicano y liberal; y la desaparición de organizaciones como Acción Libertadora, el proceso de disolución que abatía a algunas como el Movimiento Nacional Revolucionario, o el descrédito que corroía el prestigio de las dirigencias de otras como la Triple A.

6º La contrapartida positiva estaba conformada por el surgimiento de jóvenes fuerzas que empezaban a organizarse y expandirse, como las que integraban la Acción Revolucionaria Oriental de Frank País, en tránsito hacia Acción Revolucionaria Nacional, o las que habían iniciado su polarización en torno al liderazgo emergente de José Antonio Echeverría en la Federación Estudiantil Universitaria (FEU); y otros grupos, con base principal en la Ortodoxia, atraídos por el ejemplo de los moncadistas y que pronto confluirán hacia ellos.

Al mismo tiempo, el movimiento organizado para el asalto al Moncada aumenta su influencia moral. Llega a ser conocido en todo el país. En condiciones tremendamente adversas hace circular su Programa, mientras entabla algunos debates políticos durante los veintidós meses en los que su dirigencia permanece encarcelada.

Lejos de debilitarse a partir del fallido asalto a los cuarteles, el Movimiento aumenta su compromiso con el pueblo y con sus mártires, reafirma sus objetivos y perfecciona su proyecto de insurrección armada popular, mientras fortalece un núcleo central de cuadros imprescindibles para dar continuidad a la lucha.

Numerosas instrucciones de Fidel impartidas desde la celda confirman su voluntad de sostener la supervivencia del Movimiento. Entre las primeras, la que determina que aquellos contra quienes no existan cargos comprobados puedan negar su participación en los hechos, de modo que, al ser absueltos, queden disponibles para acometer las tareas que se les encomienden. Igualmente, las orientaciones a Melba Hernández y Haidee Santamaría para contactar a los miembros del Movimiento dispersos por el país y en el extranjero, con el objetivo de que se reagrupen y actúen homogéneamente y de manera independiente respecto a los falsos revolucionarios.

Con igual perspectiva debe considerarse la increíble reconstrucción de su autodefensa que culmina en la conformación de la primera edición de La historia me absolverá (2), en la que ha de darse a conocer lo ocurrido en julio de 1953 en Oriente y el ideario por el que se fue a ofrendar la vida, el "programa revolucionario nuestro incluido completo en el discurso. Todo él un documento básico sobre el cual llevar la lucha (...) [Porque] Si queremos que los hombres nos sigan hay que enseñarles un camino y una meta digna de cualquier sacrificio. Lo que fue sedimentado con sangre debe ser edificado con ideas." (3)

Y cuando dirige desde la cárcel la fase final de la campaña por la amnistía, con tal eficacia que, simultáneamente con la excarcelación incondicional de todos los presos políticos, atraerá la adhesión de decenas de miles de personas que en el futuro engrosarán el Movimiento.

Reafirmación de esa realidad, en sus cartas del presidio Fidel nunca habla en pasado del Movimiento. Para él continúa vigente; lo menciona y le da el tratamiento de entidad viva, actuante:

Tengo una tremenda desconfianza y un concepto bastante malo de los montrealistas. (4) La conducta de este grupo para conmigo y el movimiento ha sido la siguiente: antes del 26 de Julio: desconocernos, excluirnos, sabotearnos y quitarnos gente, restregándole por la cabeza sus bolas, mentiras, pronósticos, y alardeando de las ventajas que les daban sus millones robados; durante el 26 y los días siguientes: envidiarnos, criticarnos, calumniarnos y llegar a decir inclusive que habíamos dado el golpe de acuerdo con Batista; después del proceso: callarse la boca y dejarnos solos en la lucha contra la calumnia, el crimen y la miseria. (5)

Más que nunca estoy convencido de que debemos mantener independiente el Movimiento como lo hicimos en los momentos más difíciles cuando nadie quería prestarnos la menor atención. (6)           

Aunque parezca mentira, no siempre pensábamos igual Abel y yo y sin embargo éramos los más identificados (...) Las circunstancias distintas de hoy no nos permiten la oportunidad de discutir como entonces todos los puntos pero tenemos una línea trazada a la que debemos ceñirnos. En Santiago de Cuba les dije que ustedes habían ganado un lugar en la dirección del Movimiento; así lo hice constar tan pronto me reuní con el resto de mis compañeros presos y tomamos oficialmente ese acuerdo. Consideramos además en esa oportunidad que la dirección del Movimiento estaría aquí en Isla de Pinos, donde se encontraba la mayoría de los que habían dirigido la lucha y los abnegados compañeros que voluntariamente escogieron el camino de la prisión. Por tanto, cualquier acuerdo sobre puntos esenciales debía tomarse aquí. Ustedes como miembros de la máxima dirección y responsables del Movimiento en la calle deben cumplir estrictamente los acuerdos que aquí se tomen y han de hacerlo con el celo, la disciplina que les impone el deber y la responsabilidad de los cargos que ocupan (...).

Nuestras esperanzas se fundan en el pueblo. ¡Lancemos cuanto antes a la calle nuestro programa que es el único verdaderamente revolucionario, y nuestras ideas para organizar después el gran movimiento revolucionario que debe coronar los ideales de los que cayeron! Ahí está la tarea a la cual deben dedicarse las energías de ustedes y de los compañeros que comprendan esta verdad y se lo comunico como una orden del Movimiento. (7)

El 14 de agosto de ese año precisa en otra carta más amplia y detallada sus concepciones para la reorganización del Movimiento, incluido un nombre propio para nominarlo. Es la primera vez que aparece en su epistolario la expresión “26 de Julio” para definir diferenciadamente al Movimiento:

En primer término yo debo organizar a los hombres del 26 de Julio y unir en irrompible haz a todos los combatientes, los del exilio, la prisión y la calle, que suman más de ochenta jóvenes envueltos en el mismo jirón de historia y sacrificio. La importancia de tal núcleo humano perfectamente disciplinado, constituye un valor incalculable a los efectos de la formación de cuadros de lucha para la organización (...).

Condiciones que son indispensables para la integración de un verdadero movimiento cívico: ideología, disciplina y jefatura. Los tres son esenciales pero la jefatura es básica (...).

No puede organizarse un movimiento donde todo el mundo se crea con derecho a emitir declaraciones públicas sin consultar con nadie; ni puede esperarse nada de aquel que se integre por hombres anárquicos que a la primera discrepancia tomen el sendero que estiman más conveniente, desgarrando y destruyendo el vehículo (...).

Las realidades de la política deben tomarse en consideración, es decir, tener bien puestos los pies sobre la tierra, pero sin sacrificar nunca la gran realidad de los principios. (8)

La transformación del 26-de-julio-fecha en 26-de-Julio-entidad-protagónica queda manifestada con nitidez casi un mes después en carta en la que explica cómo eludió comprometerse a participar en la formación de un movimiento cívico, dada la situación en la que se encontraban él y sus compañeros:

Diversas consideraciones me expuso [Luis Conte Agüero] y entre otros que el 26 de Julio pudiera ser eje y vanguardia o bien fiscal vigilante (...).

Expresados estos antecedentes así como nuestros sentimientos al respecto, a tu pregunta sobre el papel que desempeñe C. [Luis Conte Agüero] en el 26 de Julio, si colaborador, asesor o máximo representante nuestro en la calle, te contesto: defensor. Nada ha variado en absoluto en nuestro movimiento que mantiene su plena y total independencia y cada uno de sus miembros en el sitio señalado. (9)

Este concepto queda definitivamente oficializado en un manifiesto del 3 de octubre de 1954, en el que forma parte explícita del título mismo:

Durante dos semanas he meditado larga y profundamente sobre nuestro Movimiento, su posición y posibilidades ante la situación actual de Cuba (...).

En lo que a mí toca, con paciencia infinita y por encima de tan enormes obstáculos he tratado de conducir el Movimiento hacia el lugar decoroso que debe ocupar en los destinos de Cuba, con la vista puesta en un mañana más o menos lejano y con fe ciega en el éxito (...).

Nuestros compañeros en el exilio pasando hambre, trabajo y penalidades de todas clases no pueden responder sino a los dictados de la desesperación. La ayuda económica que les prestan los que cuentan con abundantes recursos, necesariamente mediatiza sus actividades. Sé que si nosotros estuviéramos con ellos en México vendrían con nosotros, y todos juntos tengo la seguridad de que vendríamos aunque fuera a nado, posiblemente sin anunciarlo tanto; pero nosotros estamos aquí presos y ellos vendrán con cualquiera, impelidos hacia la patria, aunque sea a morir con quien les impongan de jefe, no porque tenga sus ideales sino porque tenga más recursos económicos. Me preocupa la suerte de ellos, porque son buenos y Cuba los necesita. En los planes revolucionarios que se fraguan el 26 de Julio está totalmente preterido (...).

Contra el 26 se alzaba la temible conjura de todos los intereses creados, porque era un hecho que se salía de todos los cauces tradicionales, un esfuerzo sin precedentes en la vida republicana, una proeza de fe y valor por un puñado de jóvenes sin bagaje político ni recursos de ninguna clase (...).

Por eso, todos los pseudorrevolucionarios no tienen más que una aspiración, dividir el Movimiento y repartirse sus despojos, como auras tiñosas, vulgares politiqueros, incapaces de buscar y preparar hombres. Por eso no se dignaron tomar en consideración al Movimiento y aspiran solo a utilizar sus hombres como carne de cañón. ¡Qué distinto sería si nosotros estuviéramos en libertad! Ellos lo saben. O la revolución se hacía seria y compacta, con el 26 de Julio a la vanguardia, o el 26 de Julio se lanzaba solo a la revolución. (10)

No es casual así que desde su salida del reclusorio, uno de los asuntos que Fidel trata incidental y confidencialmente por separado con algunos de sus compañeros —no todos— en Nueva Gerona, en la travesía del Pinero a Batabanó y en los incontables contactos que mantuvo con los demás excarcelados, los que no habían estado presos y los que regresaban del exilio, durante los siguientes días, fue lo relacionado con el futuro de la organización, incluido el nombre completo que ya había concebido y estaba utilizando epistolarmente en la prisión: Movimiento Revolucionario 26 de Julio.

 

 

Notas:

(1) Presos en los meses de julio y agosto, y condenados en octubre, fueron trasladados ese mes al Reclusorio Nacional para Hombres de Isla de Pinos.

(2) La versión escrita de su discurso del 16 de octubre de 1953 comenzará a circular clandestinamente con formato de un folleto un año después, en octubre de 1954.

(3) Fidel Castro: “De Fidel a M.” [Melba Hernández] "Estrictamente confidencial". Mensaje escrito con tinta invisible, entre líneas, en una carta dirigida a “Mi queridísima Myrta” [Myrta Díaz-Balart] el 12 de mayo de 1954. Firma: Fidel. Si no se consigna algún seudónimo todas las demás cartas suyas que se mencionen están igualmente firmadas con su primer nombre. Fondo Fidel Castro Ruz, en archivos de la Oficina de Asuntos Históricos (OAH), Oficina de Historia del Consejo de Estado de la República de Cuba. Si no se asigna a otra fuente, todos los demás documentos que se mencionan pertenecen a este mismo fondo. Pueden conocerse los métodos que Fidel y los moncadistas empleaban para escribir en secreto y comunicarse entre ellos y con el exterior, en Mario Mencía: La prisión fecunda, Editora Política, La Habana, 1980, pp. 124-128.

(4) Se denominó "montrealistas" a los dirigentes políticos y sus seguidores que decían abogar por la insurrección, y encabezados por Carlos Prío —del Partido Revolucionario Cubano (Auténticos)—, y Emilio Ochoa —del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos)—, firmaron un acta de intención de unidad que se dio a conocer como Pacto de Montreal, ya que fue suscrito en esa ciudad canadiense el 2 de junio de 1953.

(5) Carta de Fidel Castro a Melba Hernández, citada.

(6) Fidel Castro: Carta a “Queridas H. y M.” [Haydee Santamaría y Melba Hernández], Isla de Pinos, Junio 18 de 1954.

(7) Fidel Castro: Carta a “Queridas Melba y Yeyé” [Melba Hernández y Haydee Santamaría], Isla de Pinos, Junio 19 de 1954.

(8) Fidel Castro: Carta a “Querido Luis” [Luis Conte Agüero], Isla de Pinos, Agosto 14 de 1954. Texto tomado de Luis Conte Agüero: Cartas del presidio, Anticipo de una biografía de Fidel Castro, Editorial Lex, La Habana, 1959, pp. 59-62.

(9) Fidel Castro: Carta a “Mi querida M.” [Melba Hernández], Isla de Pinos, Septiembre 5 de 1954.

(10) “De Fidel Castro y demás compañeros presos a todos los miembros del 26 de Julio”. Redactado por Fidel el 3 de octubre de 1954 fue refrendado por los combatientes del 26 que en ese momento cumplían sanciones en el Reclusorio Nacional para Hombres de Isla de Pinos.

 

 

Nota del Editor: Dada la significación histórica de la fecha, el equipo editorial CUBARTE retoma este artículo de Mario Mencía publicado en nuestro periódico.


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