Un gran acontecimiento se produciría para el ballet cubano en 1972. La exclusiva y chauvinista Ópera de París invitaba a Alicia Alonso a montar su versión coreográfica de Giselle para el ballet de ese teatro, el mismo que estrenó ese título en 1841 con Carlotta Grisi en el rol titular. Este alto honor revestiría caracteres históricos, pues la Alonso no sólo montaría la versión del Ballet Nacional de Cuba que tanto diera que hablar en 1966, sino que también encarnaría a Giselle, para ser la primera latina que lo hiciera en el mismo teatro que Grisi 131 años atrás, y una de las pocas ballerinas no francesas que bailarían en la Opera.
Para ayudarla en el montaje, la Alonso se auxilió de la primera bailarina Josefina Méndez, una de las especialistas tanto en Giselle como en el repertorio romántico. Y como siempre, París sería sorpresa para Cuba: también la Méndez haría Giselle en dos presentaciones imprevistas, acompañada –como la Alonso- por el danseur etoile de la Opera Cyril Atanassoff.
Un testigo de excepción de aquellas funciones, Alejo Carpentier, escribió sobre el debut de Alicia: “El debut de Alicia Alonso en la Opera de París revestía (…) una suerte de solemnidad. El público de ese teatro es difícil por lo mismo que ha visto y enjuiciado lo mejor en todos los sectores del canto y de la danza. (…) Y apareció Alicia en Giselle. Hubo una expectación intensa y poco a poco (…) Alicia se apoderó del público. Tú eres Giselle –le dijo un día Maurice Béjart- y una vez más, se hizo carne y habitó entre nosotros. (…)
Daniel Lesur, administrador de la Opera se acercó a nuestra gran bailarina: Alicia –le dijo- (…) Ud., con su gran genio, ha revivido Giselle, nos la ha restituido. Gracias a Ud. la vimos esta noche como hubiese querido verla Theophile Gautier”.
Y sobre el debut de Josefina Méndez, Carpentier reseñó: “desde mediados del primer acto (…) Josefina Méndez se había impuesto por su perfecto dominio sicológico y danzario del personaje, su espléndida precisión, su autoridad manifiesta y falta de nerviosidad. (…) Ahí se afirmó de modo definitivo la personalidad de una gran bailarina ante un cuerpo de baile…”
Por su parte, el BNC realizaría giras por diferentes países socialistas y, en Hungría, Alicia Alonso interrumpiría sorpresivamente su recorrido para ser intervenida quirúrgicamente de la vista en España. Esto implicó que las bailarinas Mirta Plá, Loipa Araújo y Aurora Bosch encarnaran de modo urgente los protagónicos en Edipo Rey y Carmen, para convertirse en las únicas cubanas que asumieran a la endemoniada gitana, rol exclusivo de Alicia.
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