Homenaje audiovisual a Antonio Machín


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Antonio Machín. Foto tomada de Internet

Antonio Machín: el más español de los cubanos y el más cubano de los españoles, del realizador Armando Linares, es el título del documental, producido por el Grupo de Documentales de la Televisión Cubana, y estrenado en la sala Martínez Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

La locutora y periodista Rosalía Arnáez, quien preside la Asociación de Medios Audiovisuales y Radio, pronunció las palabras de apertura. Acto seguido, les cedió el micrófono a los integrantes del septeto Antonio Machín; conjunto que interpretó dos números para evocar la memoria del genial músico, compositor y director de orquesta cubano-hispano, mientras la señora Yanet Machín, sobrina del homenajeado, cantó un bolero; género romántico que cultivara con éxito su tío paterno.

Dicho audiovisual, caracterizado por su impecable factura estético-artística, y apoyado en imágenes de archivo, en valiosos testimonios aportados por musicólogos e investigadores cubanos y españoles, así como por familiares del homenajeado y continuadores de su legado intelectual y espiritual, el público pudo apreciar que Antonio Machín (1903-1977) era un carismático cantante de boleros y de música popular en general, cuyo repertorio se nutrió —fundamentalmente— de la música cubana y la balada romántica.

Según los entrevistados, en ese documental se percibe que era un vocalista de sólido prestigio en el mundo hispanohablante, y que alcanzó la fama por sus interpretaciones de temas antológicos del pentagrama sonoro insular y universal: “El manisero”, “Dos gardenias”, “Angelitos negros”, por solo citar los títulos más significativos. Tanto fue así, que “El manisero”, grabado en 1930, y acompañado por la Orquesta de Don Justo Ángel Azpiazu (1893-1943), para la compañía neoyorquina Víctor, devino el primer éxito millonario en ventas en lo que respecta a la música cubana en el exterior.

Las secuencias fílmicas recogen el hecho de que el artista procedía de una familia con escasos recursos socioeconómicos, que se estableció en la ciudad de Sagua la Grande (antigua provincia de Las Villas). A pesar de la compleja situación que —desde todo punto de vista— atravesara nuestro archipiélago durante la época republicana, tuvo una infancia feliz en el seno de su numeroso núcleo familiar.

En la pantalla, el espectador percibe que, desde la más temprana adolescencia, se evidenció su marcada afición al canto, el cual practicaba en la iglesia, en los teatros y tras la pantalla del cine mudo de su ciudad natal. En 1926, arribó a La Habana, donde comenzó su carrera como solista, con el acompañamiento musical del guitarrista Miguel Zaballa (1886-1965). El dúo Machín-Zaballa obtuvo gran reputación en la Ciudad de las Columnas. 

En otra parte de ese material, los testimoniantes relatan el encuentro fortuito con Don Azpiazu, quien lo contrató como segundo vocalista de su orquesta. Sin abandonar tan emblemática agrupación, fundó un septeto que, en 1929, hizo sus primeras grabaciones, las cuales comenzaron a popularizarse en las victrolas de cuerda y en la radio.

Los encuestados señalan que el éxito alcanzado por el versátil cantante sagüero fue inmediato con la interpretación de la inolvidable melodía Aquellos ojos verdes, mientras que, en 1930, se marchó a Nueva York, y se reincorporó a la orquesta de Don Azpiazu. Estuvo cuatro años en la urbe estadounidense, donde formó parte de otras muchas agrupaciones, incluidas las que él mismo dirigió: la Orquesta Machín y el Cuarteto Machín. 

Entre otras valiosas informaciones ofrecidas por los entrevistados, se registra que era muy conocido en los escenarios latinos de Nueva York, donde grabara una larga serie de títulos durante la primera mitad de la década del treinta de la pasada centuria. En 1936, viajó a París, donde la música cubana tenía un fuerte arraigo desde los años 20 del siglo pasado. En la Ciudad Luz, formó la agrupación Antonio Machín y su Orquesta, con el maestro Moisés Simons (1889-1945) al piano, y realizó —a partir de entonces— varias grabaciones en la capital gala. Después, haría una breve escala en Londres.

Por fin, ese audiovisual reseña la llegada de Machín a España, la tierra natal de su progenitor, donde residirá hasta su lamentable deceso. Antonio llegó a la península ibérica en 1939, para escapar de la segunda conflagración bélica mundial, pero se enfrentó con la dura realidad de la posguerra hispana. No obstante, optó por quedarse en Madrid. En 1943, se casó en Sevilla con doña María de los Ángeles Rodríguez. El primer éxito que tuvo en España fue “Noche triste”, un fox melódico grabado con los Mihuras de Sobré; agrupación que acompañó a Machín en sus primeros triunfos peninsulares.

Entre los grandes hits madrileños, habría que citar “Cómo fue”, “Moreno”, “Amor sincero”. En 1947, llegaría su gran éxito en España: la canción moruna “Angelitos negros”, convertida en bolero gracias al arreglo musical realizado en la década de los sesenta del siglo XX.

Ese agasajo audiovisual no podía obviar, en modo alguno, la función básica indispensable desempeñada en la carrera artístico-profesional de Antonio Machín por los compositores Oswaldo Farrés (1902-1985), autor de temas clásicos de la música cubana, como “Madrecita”, “Toda una vida”, “No me vayas a engañar”, “Quizás, quizás, quizás”, “Ay de mí...” y “Consuelo Velázquez” (1916-2005), autora mexicana de “Bésame mucho”, “Será por eso” y “Amar y vivir”.

En ese contexto, mención aparte merece la única versión de la maestra Isolina Carrillo (1907-1996): “Dos gardenias”, la cual convirtiera en uno de los más grandes éxitos, a escala internacional.

El final de tan merecido homenaje sintetiza que, en la Madre Patria, con más de sesenta discos grabados y con el Cuarteto Machín, se consagró mediante una absoluta adaptación a la identidad y la cultura ibéricas, de manera tal que su forma de tocar las maracas mientras cantaba dio pie a la expresión popular: «se mueve más que las maracas de Machín» para referirse a las mujeres que se contonean al caminar; y por otra parte, se le trataba como Al más cubano de los españoles y el más español de los cubanos.


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