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Homenaje audiovisual a Natalia Herrera


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Un solo para Natalia, de los realizadores Luciano Castillo y Michel Lobaina, es el título del documental, cuya premier tuvo lugar en la sala Martínez Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en homenaje a la primerísima actriz Natalia Herrera.

Ante todo, habría que destacar el hecho de que los materiales de archivo y recientes, así como la atmósfera espiritual que acompaña a ese audiovisual los aportó el también director de la Cinemateca de Cuba.

Con apoyo en imágenes fílmicas, caracterizadas por su inobjetable factura estético-artística, así con en los testimonios aportados por la ilustre agasajada, dicho documental recoge una visión panorámica de la fecunda trayectoria artístico-profesional de Natalia Herrera, quien ha incursionado con éxito de público y de crítica en diferentes medios: teatro, radio, televisión, cine y cabaret.

Según les relatara a sus anfitriones, se inició en la Corte Suprema del Arte, y ya como profesional, debutó en el legendario Teatro Martí. En el coliseo de las cien puertas, estableció contacto profesional y afectivo-espiritual con la primerísima actriz Candita Quintana, en quien descubrió —a través del ejemplo vivo— las virtudes éticas, ideo-estético-artísticas, humanas y espirituales en que se estructura la personalidad de una verdadera actriz, porque «una artista integral puede desempeñar cualquier papel en los más disímiles escenarios, y me enseñó a tener una gran seguridad en mí misma y en lo que hacía en los más variados medios».

Entre otras cosas, refiere que trabajó con la excelente actriz y cantante Rita Montaner, La Única, y que estuvo de gira por Argentina, donde cantó los ritmos cubanos del momento: chachachá y mambo; géneros musicales creados por los maestros Enrique Jorrín y Dámaso Pérez Prado. La interpretación que hizo de esos hits de la música popular caribeña le granjeó la simpatía del público porteño y de la prensa especializada de esa nación suramericana.

Posteriormente, narró anécdotas, vivencias y experiencias acumuladas en su memoria sensible durante el lapso en que trabajó en la radio, donde participó en el elenco de la antológica novela El derecho de nacer, del escritor Félix B. Caigñet.

«Formé parte del show de los carismáticos actores humorísticos Garrido y Piñero. Posteriormente, el realizador audiovisual Abel Ponce me llevó al set de filmación para que interpretara papeles dramáticos, porque —hasta ese momento— solo había desempeñado el papel de mulata en programas humorísticos, donde —además— trabajé en el espacio Cachucha y Ramón, que transmitía CMQ Radio y Televisión».

En San Nicolás del Peladero, programa que se mantuvo durante más de dos décadas en pantalla, «alterné con la primerísima actriz María de los Ángeles Santana, Premio Nacional de Televisión, y una de las personas más nobles, buenas y desprendidas que he conocido, porque —en aquella época— no había “roedores de la inteligencia y el talento ajenos, al decir martiano»

El cineasta Manuel Octavio Gómez «me invitó a actuar en la pantalla grande. He salido de Cuba en varias ocasiones para cumplir contratos de trabajo, pero cuando pasa cierto tiempo, siento la necesidad espiritual de regresar a la patria que me vio nacer y crecer».

Evoca con gran afecto y cariño a los actores y actrices que compartieron escenario junto a ella. «Estoy llena de recuerdos agradables y agradezco —desde lo más hondo de mi ser— los sinceros aplausos del público cubano y foráneo».

Con esas emotivas palabras de Natalia Herrera, concluyó esa joya del audiovisual cubano contemporáneo.

 


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