En respuesta al llamamiento hecho a los jóvenes por el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, a ingresar en la primera Escuela Nacional de Instructores de Arte (ENIA), creada por él en abril de 1961, la adolescente Olga Alonso González (San Miguel del Padrón, 18 de febrero de 1945-Fomento, 4 de marzo de 1964) estuvo entre los primeros cuatro mil estudiantes que se incorporaron a este extraordinario proyecto del que unos tres mil graduados posteriormente ingresaron en la Escuela Nacional de Arte (ENA), convirtiéndose en la primera generación de artistas formados por la Revolución Cubana.
Cuando se convocó a la masiva incorporacion de estudiantes de todo el país a la ENIA, movimieno que se desarrolló de forma paralela a la épica Campaña Nacional de Alfabetización, como parte de la Revolución Cultural que se desató a lo largo y ancho de la Isla, la alegre muchacha cursaba estudios en la Escuela de Comercio de Ayestarán, en La Habana, donde perteneció a la entonces recién creada Asociación de Jóvenes Rebeldes. De allí se trasladó para aquel centro, no solo con el afán de materializar su vocación por el arte, sino además por realizar el hermoso sueño de encauzar estas aptitudes entre estudiantes, trabajadores, campesinos y amas de casa.
El 6 de septiembre de 1963, Olga se graduó de instructora, Primer Expediente, en la especialidad de Teatro. Poco después inició una brillante labor cultural en Fomento, Villa Clara, donde creó grupos de aficionados integrados por niños y adultos, entre ellos, los nombrados Vladimir Maiakovski, Folclore, Chaplin, Ismaelillos y Pantomimas.
Bajo la premisa de Fidel de que en la formacion de los instructores de arte debían confluir vocación y talento artístico, convencido de que estos podían defender los valores estéticos del pueblo, igualmente realizó campañas por el mejoramiento del habla entre los campesinos, favoreció la creación de los Consejos Populares de Cultura, se integró como maestra en las aulas de seguimiento, y desarrolló a los jóvenes con mayores posibilidades como monitores, en tanto fundó varias bibliotecas en centros escolares y comunidades campesinas. Así se convirtió en una de las más destacadas integrantes de una pujante fuerza abanderada del arte y la cultura.
Miles de muchachos de su edad, “siendo apenas adolescentes invadieron las comunidades más intricadas de la geografía cubana en busca del desarrollo espiritual y la formación artística y cultural de la población, mientras desde el punto de vista experimental representó el afortunado y fructífero intercambio de saberes y conocimientos, proceso heredado y testamentario hasta nuestros días por varias generaciones. Tal fue la sorpresa para estos jóvenes en su osadía de encontrarse hasta ese momento con un mundo totalmente desconocido para ellos; en cada uno de estos sitios existía una historia y una riqueza inigualable por descubrir y escrudiñar, cultivada hasta ese entonces solo por los habitantes como hacedores de su propio patrimonio, quienes la generaban en sus lógicos procesos tradicionales de transmisión generacional de forma espontánea y contextual, precisamente por ser parte de sus vidas como necesidades sentidas y heredadas”, expresa Rafael Lara González, Metodólogo de la Dirección de Gestión de Desarrollo Socio Cultural del Consejo Nacional de Casas de Cultura (CNCC).
Desde su primera estancia en la granja Mártires de Fomento, Olguita se entregó con extraordinaria pasión a su labor como instructora de arte. En su rostro y en sus acciones se sentía la felicidad ante los logros que en tal sentido alcanzaba, a pesar de que se encontraba muy lejos de su hogar, siendo aún una adolescente muy apegada a su familia, sobre todo a su madre. Pasión y amor por la cultura que igualmente la retroalimentaba el cariño y estima de los humildes pobladores de aquella zona.
La entusiasta promotora cultural estaba consciente de que, como apuntó Fidel, “los instructores de arte tienen una tarea muy importante que cumplir con la Revolución, que los ha preparado para ella y que no los encadena por toda la vida, el autor considera que son artistas formadores de patriotas, formadores de revolucionarios y formadores de excelencias en el arte, en eso consiste su tarea, aunque es importante precisar que con las excepcionales cualidades que tienen algunos, pueden llegar a ser grandes artistas”.
Pero el infortunio se apoderó de aquella noble y sencilla muchacha cuando, el 4 de marzo de 1964, el vehículo en que viajaba por los accidentados caminos del Escambray comenzó a presentar desperfectos, se volcó y ella, en plena flor de la juventud, con solo 19 años, murió instantáneamente.
Este 18 de febrero —coincidente con su nacimiento—, en homenaje a la destacada instructora y profesora de teatro tempranamente fallecida en cumplimiento del deber, se celebra el Día del Instructor de Arte.
Vale señalar que en el año 2000 el Comandante en Jefe, al frente del Grupo de Trabajo de la Batalla de Ideas, ratificó la creación de las nuevas Escuelas de Instructores de Arte (EIA) y también orientó que de forma paralela en cada provincia se ofrecieran cursos de titulación para instructores en ejercicio. Esos técnicos cobraban como Promotores Culturales o eran artistas aficionados de calidad notoria que entraron a las Casas de Cultura en plazas de instructores no titulados.
De tal modo comienza a revertirse la dramática situación del arte aficionado, la cual fue severamente afectada en las dos décadas finales del pasado siglo, sobre todo durante el llamado período especial que influyó negativamente en todas las esferas de la economía y los servicios, entre estas la cultura. Desaparecen las escuelas Formadoras de Instructores, con excepción de la ENIT, que asimismo recibe un golpe demoledor.
Por otra parte, el éxodo de instructores graduados que por razones económicas causaron baja del Sistema Nacional de Casas de Cultura afectó uno de los logros más importantes de la Política Cultural de la Revolución Cubana y el más preciado fruto en la labor de los instructores: el Movimiento de Artistas Aficionados. De 400 mil artistas de este sector emplantillados en el país en los años 80, sólo quedaron 63 mil 100 en 1995, atendidos por 531 Instructores de Arte, que a pesar de todo se mantuvieron ejerciendo en las Casas de Cultura.
“Con la llegada de los instructores de arte se consolida la escuela como la institución cultural más importante de la comunidad. Los resultados de su labor se reflejarán en el seno de la familia. El trabajo de estos profesionales se proyectará más allá de la institución escolar y dependerá del vínculo con el resto de las instituciones culturales y sociales de la comunidad”, precisó el Comandante en Jefe en el acto de graduación del primer curso de las Escuelas de Instructores de Arte, en la Plaza Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, el 20 de octubre de 2004, ocasión en que un numeroso grupo de jóvenes se titularon en teatro, danza y artes plásticas —los de música lo hicieron un año después por ser más extenso el plan de estudios de esta especialidad—.
En ese acto de culminación de la carrera, Fidel anunció la creación de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, que “funcionará —dijo— en cierta medida como un movimiento juvenil y como un ejército de la cultura cuyo teatro de operaciones fundamental, aunque no único, es la escuela.
“Con la integración a esta brigada —agregó—, se consolidará la identificación de estos jóvenes con sus responsabilidades como instructores de arte, y se encauzará el necesario vínculo que deben mantener con el movimiento artístico del país y de cada territorio en particular”.
Actualmente, entre los objetivos principales de los instructores de arte se encuentra impartir talleres de apreciación-creación en escuelas primarias, secundarias básicas, politécnicos de informática, escuela de conductas y pre-universitarios, con el fin de transformando el entorno sociocultural de la comunidad y crear un estilo propio donde se integre lo artístico, lo humano y lo patriótico para propiciar la asimilación de juicios críticos y gustos estéticos correctos desde la más temprana edad.
La función docente del actual instructor de arte no minimiza su condición como conductor de procesos de creación artística ni se contradice con su papel como activista de la promoción cultural artística. Por el contrario, existe una relación muy estrecha entre estas tres facetas que se le reconocen a la profesión: la de educador, la de creador y la de promotor. Pero debe aceptarse que ejercer la docencia directa en el aula implica para los jóvenes instructores un extraordinario reto, atendiendo a su inexperiencia en este campo y a las propias exigencias que plantea la pedagogía del arte en cualquiera de sus variantes. Posee sus propios modos de actuación, campos de acción y esferas de influencia.
Los integrantes de este noble movimiento conformado por 2 mil 684 profesores instructores de arte existentes hoy en todo el país, deben poseer un sólido nivel técnico artístico, además de una evidente vocación por el trabajo social, ya que deben incitar a la acción, impulsar, estimular y orientar intereses y aficiones, a la vez que propiciar el diálogo entre las personas y contribuir al fortalecimiento de sus sentidos de pertenencia e identidad cultural local y nacional y, por ello, contribuir a su enriquecimiento espiritual y a la elevación de su calidad de vida. Las casas de Cultura y los centros docentes constituyen su esfera propia y natural.
Entre los proyectos más sólidos asumidos por los instructores de arte en Cuba se encuentran los llamados Acércate Más, en centros penitenciarios y campamentos provinciales; Por la Ruta de Olga Alonso y el Festival de teatro En tierra Buena, en Sancti Spíritus y Holguín, respectivamente; así como las Guerrillas Culturales, los Festivales de Aficionados de las Montañas, las presentaciones en hospitales infantiles, salas oncológicas y por las Casas de niños sin amparo filial, concursos nacionales como el de plástica infantil De donde crece la palma, dedicado al Héroe Nacional José Martí.
Cada año, para celebrar el Día del Instructor de Arte, en nuestro país se realiza una jornada nacional que incluye actividades de promoción cultural auspiciadas por la BJM y el Consejo Nacional de Casas de Cultura CNCC; efemerides que este año, debido a la presencia de la pandemia de la Covid-19, fundamentalmente se celebra de forma virtual, a través de las redes sociales.
En la acción de cada uno de estos valiosos trabajadores de la cultura, está presente el ejemplo imperecedero de aquella simpática muchacha que partió hacia la eternidad durante el desempeño de la noble tarea de llevar el arte y la cultura a las zonas más intrincadas del territorio nacional.
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