José Miguel Mena, “la muerte acorta la vida, pero no mata la historia” / Por Antonio Paneque Brizuela


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El último adiós al director y guionista José Miguel Mena, tras su fallecimiento este 21 de abril, constituyó también una despedida artística de los poetas improvisadores con quienes hizo durante 18 años y hasta sus últimos momentos de vida el programa dominical de música campesina Palmas y Cañas.

Hoy se inundan de dolor / todos en Calzada y K, / porque tu familia está / llorando a tu alrededor. / Todos hacen con temor esta travesía fuerte, / pero yo tengo la suerte, / el orgullo y la alegría / de no creer todavía / la mentira de tu muerte (Albertico Rojas).

La tristeza por el hecho, que se extendió al resto del mundo artístico y a toda Cuba por la ausencia definitiva de este creador y por la popularidad del espacio más antiguo de la televisión nacional (1962), no disminuyó, sin embargo, el vuelo lírico que habitualmente estos creadores imprimen a la estrofa cantada.

Mena, me dicta la muerte, / inesperada y voraz / la décima que jamás / pensé que tendría que hacerte. Ante la verdad de verte / como jamás estuviste / solloza en mi pecho triste / y rota por este instante / la música que durante / tantos años defendiste (Luis Paz, Papillo).

El homenaje póstumo en la mencionada funeraria capitalina a uno de los grandes luchadores por la preservación del punto cubano, transcurridas apenas horas de su deceso a causa de una enfermedad mortal, asumió una dramática carga poética y un respetuoso sentido de afecto y veneración hacia el director, camarada y amigo.

Ante todo, agradecerte / tu amistad, ¡qué gran honor! / frente al terrible dolor / de reconocer tu muerte. / Tu muerte sacude fuerte / las pencas a mis bohíos / y hoy que penetras los fríos / predios donde vas entrando / descansa en paz, pero dando / switcher a los versos míos (Jorge Luis Hernández García, Pompillo).

Los repentistas que protagonizaron esa muestra de duelo, representativos de todos los que acompañaron en vida a Mena como cultores contemporáneos del llamado Punto cubano, dijeron sus décimas con su voz natural, como se acostumbra en estos casos, pero con la fuerza expresiva y profundidad poética que suele asumir la estrofa en momentos luctuosos.

Mena, hoy tu trayectoria / anuncia la despedida: / la muerte acorta la vida, pero no mata la historia. / A ti te debo la gloria / que en Palmas y cañas vi. / Yo en tu programa crecí. / Por eso desde este instante / no habrá un domingo que cante / que no me acuerde de ti (Jenny González).

El asombro que siempre despierta la muerte embargaba a los poetas tras extenderse la noticia entre el personal de Palmas y Cañas, sus colegas del Instituto Cubano de Radio y Televisión, los vecinos de la barriada del fallecido y los televidentes de todo el país, así como entre los de otras latitudes que ven el programa mediante el canal internacional Cubavisión.

Las improvisaciones de los poetas de Palmas y Cañas en este breve y paradójico espectáculo de adiós a José Miguel Mena en la funeraria habanera, fue tal vez la mejor manera de despedir al artista de forma honorable y coherente.

José Miguel, dolorosa / es tu partida, ¡Qué pena! / Me duele que un alma buena / marchite igual que una rosa / fue totalmente exitosa / tu estancia en la capital / y hoy tu Santiago natal / tierra de las maravillas / se inclina y siembra semillas / de llanto en tu funeral (Miguel Herrera).

Uno de los mayores defensores del Punto guajiro

El fallecimiento de José Miguel Mena con solo 59 años (18 de septiembre de 1958), deviene uno de los acontecimientos más luctuosos de esa expresión artística popular en los últimos tiempos, en especial porque se produce en un momento de auge de Palmas y cañas, atribuido por participantes y especialistas al talento, voluntad y a la labor incansable del director.

Fue quizás el mejor defensor actual que tenía la música campesina”, declaró al Periódico Cubarte José Mejías, amigo entrañable de Mena, conductor del espacio desde hace casi un lustro y uno de sus impulsores más activos y bien preparados, a dúo con el líder artístico ahora desaparecido.

Albertico Rojas, quien coincidió con Mena en su debut en el año 2002 como director artístico de Palmas y cañas, junto a otros jóvenes improvisadores como Aramís Padilla, relata las primeras gestiones emprendedoras del director para fortalecer el programa.

Desde que entró, comenzó a buscar talentos y además aprendía de todos nosotros, como también nosotros de él. Era un hombre abierto a las nuevas ideas, como ocurrió con su aceptación de la sugerencia para introducir las controversias con canciones mexicanas, lo cual se conocía desde antes en México pero nunca hasta entonces en Cuba.

Entre los aportes de Mena al mundo audiovisual y al del Punto guajiro figura su documental El adiós de un poeta, dedicado al repentista Luis Gómez, así como su apoyo al concurso nacional de música campesina Eduardo Saborit.

Según un artículo publicado en 2017 en el periódico Granma, el fallecido director “siempre dio protagonismo a los artistas que participaban en Palmas y Cañas por encima de las dificultades materiales y tecnológicas que la mayoría de las veces enfrenta un director de televisión en el ICRT”.

De acuerdo con Mena, el mérito del programa no era solo del equipo de realización “que no descansa para evitar el esquematismo, el aburrimiento o el cansancio”, sino “del sacrificio y la vocación de los artistas invitados”.

Palmas y Cañas, espacio al que muchos consideran “un show televisivo”, tuvo su debut el 19 de octubre de 1962 y su primer director fue Antonio Vázquez Gallo (1918-2007).

Al anterior le siguieron otros como José (Pepe) Simón, Joaquín M. Condal, Oscar Núñez, Braulio San Agustín, Tony Fernández Cabrera y Homero Pérez, según relata Felipe Sarduy, vinculado desde siempre al programa y sempiterno, suplente de los primeros durante sus vacaciones.

Hasta avanzada la década de 1970, el programa se emitió en tiempo real o “en vivo”, aunque sin descuidar su desfile de expresiones del folclor campesino, guateques y música para bailar al ritmo de conjuntos tradicionales, aunque las controversias siempre han sido su plato fuerte.


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