El pasado año se celebraron los treinta años de la Primera Bienal de La Habana (1984) a partir de la organización de un evento denominado “Treinta aniversario Bienal de La Habana. Un laboratorio vivo”, con un conjunto de actividades que incluyó la apertura de exposiciones y un espacio teórico denominado “Bienal de La Habana. 30 Aniversario” (1) Fue no solo como una suerte de mirada retrospectiva para analizar la trayectoria e importancia de un acontecimiento socio-cultural que evidentemente alcanzó lo que podríamos denominar una “mayoría de edad”, sino que sirvió también para recordarnos que en este 2015, entre los meses de mayo y junio, La Habana y algunas zonas de su periferia se verán asaltados por miles de personas entre artistas, especialistas y críticos de arte, amén del público que sin dudas será el principal destinatario de las obras expuestas por los artistas del patio y los participantes extranjeros.
Para esta Bienal, devenida desde hace más de veinte años por obra y gracia de las circunstancias en que se organiza una suerte de “Trienal”, se espera la presencia de más de 300 creadores de más de una treintena de países entre los que sobresalen, además del país anfitrión, Afganistán, Alemania, Brasil, Chile, España, India, Sudáfrica, Venezuela y Uruguay.
En mi opinión y sin ánimo de establecer comparaciones que pudieran resultar exageradas, a estas alturas la Bienal de La Habana como acontecimiento representa desde el punto de vista de su trascendencia en el panorama cultural cubano, un suceso con una importancia similar a la que poseen la Feria Internacional del Libro y el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, si bien estos últimos tienen una impronta más visible en la opinión pública debido a que los mismos tienen un carácter anual.
De hecho, si hacemos una mirada retrospectiva, estos tres eventos surgieron en un espacio de tiempo relativamente cercanos entre si, (2) pero en esencia su entrada en el contexto socio-cultural de la Isla durante la segunda mitad de los 70 e inicios de los 80, respondió a una misma visión de política cultural, encaminada a proyectar a Cuba como un espacio para la promoción de las diversas manifestaciones artísticas de los países del Tercer Mundo, si bien resulta evidente que América Latina y el Caribe resultaban áreas geográficas privilegiadas en este tipo de eventos.
Este propósito no era algo nuevo en el contexto cubano a partir del triunfo de la Revolución, (3) pero el hecho de que desde mediados de la década del 70 el país se enrumbara hacia un proceso de institucionalización que propició, entre otros sucesos relacionados con esta nueva política de organización del país, la creación en 1976 del Ministerio de Cultura bajo la dirección de Armando Hart; favoreció un escenario capaz de revivir el panorama cultural insular, que recién había atravesado un período sumamente contradictorio en el terreno de las relaciones entre el mundo cultural y una parte importante de la dirigencia política que atendía este sector. (4)
Fue precisamente en este contexto que surgió en febrero de 1983 el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, institución que desde el primer momento ha sido el organizador de las 11 bienales precedentes a la actual edición.
A partir de potenciar un modelo de trabajo basado en el estudio y la investigación de los proyectos que se presenten, a fin de lograr una mayor integración de las piezas y el trabajo de los creadores con relación al tema central que ha servido de convocatoria para cada edición, el público puede disponer de elementos relacionados con la trayectoria de los artistas y creadores que se involucran en el evento. Por otro lado, paralelo al proceso de inauguración de las diferentes intervenciones artísticas, la Bienal organiza eventos teóricos donde se abordan un conjunto de temáticas relacionadas con el quehacer de las artes plásticas en el mundo, las nuevas tendencias en el arte contemporáneo, así como también propicia disponer de elementos que contribuyan a entender la relación entre la cultura y los diferentes mecanismos empleados por los poderes hegemónicos internacionales para imponer y consolidar sus modelos de globalización capitalista.
No por casualidad la importancia del segmento teórico en el marco de las bienales habaneras ha sido destacado por figuras históricamente vinculadas al evento.
Si tan importante resultaba para el público visitante la observación de obras de arte, el contacto directo con expresiones artísticas de amplias regiones de la humanidad, igualmente válido debían resultar más, para especialistas, estudiosos, alumnos, de dentro y de fuera de Cuba, los debates e ideas generados por la bienal por tratase de un foro único que generaba, además, una cuantiosa cantidad e información a su alrededor que luego engrosaría los archivos del Centro e Arte Contemporáneo Wifredo Lam, abiertos para todo aquel que quisiera aprovecharlos. (5)
Con relación a la organización de la parte teórica en la 12 Bienal, el programa de la misma permite apreciar un cambio organizativo notable y que de hecho pudiera considerase como novedoso. Consiste el mismo en propiciar el debate no como un conjunto de talleres y conferencias que se efectuarían durante un período de tiempo limitado en un espacio acondicionado para ello, sino desplegarlas a lo largo del mes que dura la Bienal, de manera que entre el 18 de mayo y los últimos días del evento se puedan asistir, en diferentes sedes a las intervenciones teóricas de los invitados. Además, entre el 19 y 22 de mayo la Bienal acoge el evento “Gestión de ciudad”, que tradicionalmente se organiza por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana en el mes de mayo.
En la actualidad la Bienal de La Habana constituye no solo el lugar donde se da la bienvenida al arte de los creadores menos conocidos y visualizados en el escenario mundial, (6) si bien estos siguen teniendo un rol determinante en los proyectos de curaduría. Varias de sus ediciones han tenido un lugar relevante para artistas de primer nivel como Jean Michel Basquiat y Marina Abramovich, considerada esta última uno de los ejemplos más importantes de lo que se ha dado en llamar “artistas globales”. (7)
Pese a que desde sus primeras ediciones la Bienal de La Habana fue sistemáticamente ignorada por los centros de poder hegemónicos occidentales, (8) a lo que se unieron en años recientes intentos por boicotear su desarrollo a partir de situaciones generadas en determinadas intervenciones artísticas, (9) lo cierto es que este acontecimiento socio-cultural, con sus momentos buenos y no tan buenos, ha continuado “reafirmándose como una propuesta diferente de otras experiencias similares en el mundo, en momentos en que estas empezaban a proliferar y acaparar la atención” (10).
De ahí que no exageremos si afirmamos que desde los primeros días de mayo y hasta el 22 de junio, La Habana se irá convirtiendo en una enorme y muy interactiva galería de arte, al punto de poder hacer realidad, por duodécima ocasión, uno de los criterios expresados por el artista Luis Camnitzer en 1990 y que, curiosamente, también será protagonista de este encuentro: “Una de las misiones de la Bienal, cada vez más claramente, es la de ofrecer un laboratorio vivo...”.
Notas
(1) Este evento se desarrolló entre los días 22 y 30 de mayo de 2014 y tuvo como sedes principales el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana y el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Para una ampliación consúltese el dossier dedicado al 30 aniversario de la Bienal en: La Jiribilla 683 (versión digital). Año XII, La Habana, Cuba, 14 de junio al 20 de junio de 2014; así como también el folleto publicado para este evento: Treinta aniversario Bienal de La Habana 2014. La Habana, Consejo nacional de las Artes Plásticas y Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, 2014.
(2) La primera edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano se efectuó en 1979, mientras que el primer encuentro de la Feria del Libro de La Habana era inaugurado en 1982 y hasta finales de los 90 tuvo un carácter bianual. En el caso de la Primera Bienal de La Habana, las obras participantes fueron expuestas en el Museo Nacional de Bellas Artes y el Pabellón Cuba, mientras el Palacio de las Convenciones sirvió de sede al evento teórico.
(3) Desde los primeros momentos del proceso revolucionario cubano la voluntad política de impulsar la impronta cultural como parte de este proyecto social con carácter trascendental tuvo un protagonismo evidente y uno de los mejores ejemplos fue la creación durante el primer lustro revolucionario de las Escuelas Nacionales de Arte (ENA), donde no solo se formarían los futuros artistas cubanos, sino que también podrían estudiar en ellas jóvenes de otros países. Por otra parte, dentro del quehacer artístico de esos primeros años y directamente relacionado con las artes plásticas, sobresalió la organización de la muestra colectiva Salón de Mayo (1967), que tuvo como sede al Pabellón Cuba.
(4) Nos referimos al denominado “Quinquenio Gris”. Para mayor información sobre esta etapa consúltese. La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión (Ciclo de conferencias organizado por el Centro teórico-Cultural Criterios). La Habana, Centro teórico Cultural-Criterios, 2008; así como también Jorge Fornet. El 71. Anatomía de una crisis. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 2013 (Premio de la crítica, con reimpresión en 2014).
(5) Nelson Herrera Ysla. “Arte para ser leído”. Prólogo del libro Bienal de La Habana para leer (Compilación de textos). Universitat de Valencia, 2009.
(6) Esto incluye colectivos radicados en Cuba que a partir de su participación en las ediciones de las bienales habaneras fueron conocidos por el público. Tal fue el caso del “Laboratorio Artístico de San Agustín” (LASA) durante la 10 Bienal de La Habana (2009)
(7) La obra de Basquiat fue presentada durante la 7 Bienal (2000) y por su magnitud ocupó dos espacios: La galería de artes plásticas del Museo del Ron, así como la Haydée Santamaría de Casa de las Américas. Por su parte, Marina Abramovich presentó el documental “The Artist is Present” durante la 11 Bienal (2012), en el Cine-teatro Miramar, amén de que en el contexto de la exposición “Una mirada múltiple” organizada con muestras la COLECCIÓN ELLA CISNEROS en esta misma Bienal (expuesta en el edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes), fue una de las artistas representadas en esta muestra colectiva.
(8) Consúltese: Llilian Llanes. “La Habana bien vale una Bienal”. La Jiribilla (ver fuente citada en la nota 1).
(9) Relacionadas principalmente con el performance desarrollado por la artista cubana Tania Bruguera bajo el nombre de El susurro de Tatlin (10 Bienal 2009) en el Centro Wifredo Lam, que trataron de ser potenciados durante los meses finales de 2014, en el contexto previo a la inauguración de la actual edición no solo a partir de la actitud de la artista mencionada en su afán de reeditar esta intervención, sino también por sectores contrarios al gobierno cubano radicados en el exterior, entre los que sobresalió como vocero el Diario e Cuba. Para ampliar sobre el tema consúltese: “Tania Bruguera: el extravío de un susurro. Entrevista a Rubén del Valle Lantarón”. La Jiribilla 711 (versión digital). Año XII, La Habana, Cuba, 27 de diciembre de 2014 al 2 de enero de 2015; Jorge Fernández Torres. “Las encrucijadas del arte y la política”. Ibídem; así como también la Nota oficial del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, publicada en la mencionada en esta nota.
(10) Ver fuente citada en la nota 5.
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