La ciudad traducida


la-ciudad-traducida

Recientemente fue inaugurada en el Memorial José Martí una exposición del reconocido fotógrafo Roberto Salas dedicada al 500 aniversario de la fundación de La Habana. Cincuenta y ocho imágenes sobre distintos tópicos de la vida de la ciudad componen la muestra. Vale la pena echar un vistazo a la obra de Salas y a su vínculo con la capital del país.

La mirada de Roberto Salas es de una avidez que roza la voracidad. El artista se ha renovado con frecuencia y examinado con hambre icónica la historia, el cuerpo, la etnografía y la ciudad, como los grandes temas que nutren su sólida obra. En otros textos sobre su accionar en la visualidad fotográfica insular he dicho, y ahora lo sostengo, que es uno de los fotógrafos más rejuvenecidos del país, a pesar de su edad, un creador que constantemente experimenta nuevos temas y técnicas y que permanece con dignidad y actividad entre los más reconocidos fotógrafos cubanos del pasado siglo y lo que va de este. Para decirlo pronto y rápido: Salas pertenece desde hace un buen tiempo a la historia fotográfica de Cuba, a lo mejor de ese decurso. En su trabajo coinciden varias generaciones de artistas del lente.

Roberto Salas fue gestando, desde la década de los sesenta del siglo pasado, una iconografía que lo situó, por derecho y talento propios, dentro del grupo de fotorreporteros que creó la denominada fotografía de la épica, el conjunto de imágenes de los primeros años de la Revolución Cubana. En 1994 se produjo un momento de ruptura, un punto de inflexión en su trabajo, cuando incursionó (aún lo hace) con mucho éxito en la imagen cuerpo. Nuestro artista fue creando un imaginario nuevo en el que el cuerpo desnudo, de hombres y mujeres, se vinculó con otros temas como el tabaco, la pelea de gallos, la naturaleza y la arquitectura, en metáforas directas de la universalidad del concepto cuerpo en el arte y la vida. En el interín realizó la serie “Así somos los cubanos”, de gran valor etnográfico, un ensayo de imágenes sobre el cual la crítica no ha fijado debidamente su atención.

Dicho esto, que me parece inevitable para conocer al artista, paso a valorar las fotografías de Roberto Salas sobre la ciudad de La Habana, serie en las que se encuentra inmerso en el presente, como parte de su infatigable laboriosidad.

La Habana fascinó siempre a Roberto Salas, y esa fascinación se materializó por el alto valor simbólico de la urbe, pues se trata de una ciudad que encanta a muchos, naturales y visitantes, a pesar de su estado de desatención y decadencia urbanística, de penuria reflejada en las paredes llagadas por el tiempo, calles semiderruidas y fachadas despintadas, pero siempre notable en su poderoso sentido sígnico y en su misterioso embrujo como ente viviente. Esas cualidades sirvieron de incentivo para una nueva etapa de su obra, con mayor presencia de los recursos técnico-digitales, pero no menos importante a la hora de juzgar su trabajo en sentido evolutivo. De esta etapa sobresale la muestra “Nostalgias”, de 2009, que mereció estas palabras de Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad: “Una muestra en la cual el esplendor de La Habana, en estas fotografías, aún cubierta en algún momento y por espacios muy grandes por velos de decadencia, emerge con extraordinaria belleza como un espíritu de su propio cuerpo”.

Y es que Salas ha marchado en sentido contrario de la tendencia de muchos fotógrafos (locales y foráneos) que se han concentrado en un trío de temas que ya agota al degustador: las casas derruidas, los coches americanos viejos y la mulata cubana de buen cuerpo en poses sexys. Muchos libros se publicaron bajo ese tríptico temático, desde luego, casi siempre no buenos libros. Salas apunta a otra perspectiva de lo citadino.

Las imágenes de calles, esquinas, el muro del Malecón, plazas, parques y sobre todo de las fortificaciones coloniales, deparan una sorpresa al espectador familiarizado con la obra del artista, pues la innovación puesta en práctica en ellas no tiene mucha relación con las etapas anteriores de su trabajo. Aquí, las combinaciones de colores y sus contrastes, las texturas y otros experimentos ópticos realizados sobre la imagen original de la fotografía en blanco y negro, crean una visualidad nueva, extraña y sugerente. Es el artista resistiéndose a la repetición, buscando nuevos horizontes icónicos.

La ciudad portuaria nuestra, hecha de tiempo, como todas las urbes históricas, posee una visualidad rica y diversa y su colorido se presta a las mejores degustaciones según el horario en que estas se produzcan. La luz habanera influye y determina en su percepción de una manera decisiva. La iconografía de la ciudad elaborada por nuestro artista refleja un espectro amplio de las múltiples facetas icónicas que ofrece la capital cubana. Es en buena medida la ciudad traducida por la mirada del artista

El trabajo infatigable, persistente, experimental, de Roberto Salas ha aportado mucho a la fotografía cubana, desde una mirada plural e incisiva en la que tanto la imagen de valor historiográfico como la de valor sociológico o etnológico o la de valores artísticos per se, configuran un imaginario que será seguramente estudiado en los años futuros.

La muestra estará exhibiéndose hasta finales del mes de noviembre.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte