La cualidad trasnliberal del Partido Revolucionario Cubano


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Dentro de la hegemonía (neo) liberal y su característica instrumentalización de lo político, no es posible imaginar a los partidos con funciones diferentes a las que predominantemente han tenido: “actores privilegiados para traducir la representación política”   y para la “selección del personal político a través de competencias disputativas”. De ahí, que predominen conceptualizaciones como la de G. Sartori, para quien un partido político es “(…) cualquier grupo político que se presenta a elecciones y que puede colocar mediante estas a sus candidatos en cargos políticos”. Resulta “anormal” un partido único y fuera del juego electoral; con roles diferentes a la de los partidos históricos, con nítidos sesgos y funcionalidades liberales; pues nacieron con la tradición liberal, del mismo “pujo” y con la misma partera.

Fue en torno a los años 1815-1820 cuando el liberalismo se difundió en el lenguaje político europeo, con su distintivo plano conceptual, y  solo con el empuje del pueblo, se fue moderando su concepción elitista, “acercando” las instituciones representativas al pueblo, e incorporando así, una idea de la política que contemplaba elementos simbólicos del universo sociocultural comunitario. Un “radicalismo” que devino en la mitificación del pueblo, y una interesada equiparación de liberalismo y democracia, representación y participación, con sus correspondientes ambigüedades y manipulaciones. Esto incluyó, el mito de los partidos políticos como  únicos vehículos de la participación,asociados al ejercicio del sufragio universal y a la lucha por el poder político. Sin embargo, como plantea Joaquín Miras Albarrán, “la organización que hoy denominamos partido no es un instrumento o medio al servicio de la organización 'protagonística' de la gente”, para que, como “sujeto soberano en ciernes”, “sea capaz de controlar su hacer y su vivir”.Los ciudadanos son meros instrumentos para capitalizar mayor fuerza electoral y mayor proyección de sus élites.  

En contraste, desde la invisibilizada y más antigua tradición republicana, con presupuestos diferentes a los del liberalismo en relación a categorías como libertad, igualdad y democracia, es deducible un rol distinto para los partidos políticos. Una entidad para la promoción de valores cívicos y humanistas en pos de objetivos políticos comunes. O, cual lo definió Gramsci, “elemento principal de cohesión que centraliza en el ámbito nacional, que da eficiencia y potencia a un conjunto de fuerzas”. 

Ese fue el rol concebido por José Julián Martí Pérezpara  el Partido Revolucionario Cubano, “de espíritu y método republicano” y creado para “fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud.

Como  declara en carta al generalísimo Máximo Gómez, ya al frente de   la Comisión Ejecutiva, el Partido Revolucionario Cubano “no es en estos instantes, como los partidos políticos suelen ser, mera agrupación, más o menos numerosa, de hombres que aspiran al triunfo de determinado modo de gobierno, sino reunión espontánea, y de más alta naturaleza, de los que aspiran, de brazo de la muerte, a levantar con el cariño y la justicia un pueblo, a allegar fuerzas bastantes para hacer menos cruento y más seguro el sacrificio de sangre y de bienestar transitorio indispensables para asegurar el bienestar futuro, a crear una nación ancha y generosa, fundada en el trabajo y la equidad, donde se pudiese alzar una república inestable que, por no traer en el corazón a sus hijos todos, cayera por la ira de los hijos expulsos, o viviese ocupada en reparar, como otras repúblicas, los daños de un combate interno que puede atajarse en la raíz.

He aquí la originalidad del modelo de partido fundado por Martí en abril de 1892  y que heredó el Partido Comunista de Cuba, fundado por Fidel para continuar la Revolución iniciada por Carlos Manuel de Céspedes. Son dos partidos para movilizar, para conformar identidades revolucionarias y promover virtudes ciudadanas; promotores de una acción pública integradora que produzca un acumuladoemancipador. Con el propósito de impulsar el tránsito de un “Yo personal” a un “Yo colectivo”; una identidad cohesionadora, nacional  y política.

Fue esta, una cualidad de “nuevo tipo”, con la queMartí trascendió al liberalismo preponderante en su época, que como “llegaba hasta la puerta del barracón”, dio a Cuba partidos como el Partido Liberal Autonomista. Agrupación reformistas que llegó incluso a renunciar a la República; pues al decir de unos de su líderes, Eliseo Giberga, “no era la república (…) la única fórmula posible dentro del cual pudiesen los pueblos ser libres y progresar”.

Una cualidad transliberal,  revolucionaria  entonces y aun hoy; de raíces fraternales, comunes del republicanismo y de su radicalización comunista. Entendiendo el republicanismo, como un cuerpo de tradiciones políticas manifestado por los sinuosos puentes que entrelazan  pensamiento, imaginario  y cultura política. Con la mayor dificultad -comparada con las liberales- de informarse  con señales  más intermitentes dado que han corrido la mayor parte del tiempo desde posiciones no hegemónicas y con menos respaldo  de las élites políticas, culturales y económicas, por su  “peligrosa” motivación inclusiva.Un cuerpo teórico, de normativas y prácticas, que apuntan a mucho más que al repudio de la monarquía; que prefigura una comunidad política bien gobernada, porque en ella el bien común prima sobre el bien privado y porque el gobernante no gobierna en su propio provecho, sino en el de la comunidad. Que se distingue del liberalismo por un “mínimo común denominador” o  por un núcleo de ideas y lenguajes comunes, entre las que prevalece la promoción  de ciudadanos virtuosos, políticamente activos y patrióticos, como precondiciones para el autogobierno.

Cual afirmó  Maximilien Robespierre, en julio de 1791, la palabra república no significa una forma particular de gobierno, sino que es la denominación de todo tipo de gobierno de hombres libres que tienen patria. Para el líder jacobino,  como para otros pensadores republicanos desde la antigüedad, no podía faltar una pasión particular, “movilizadora” de las otras virtudes, el amor a la patria. Sólo si los ciudadanos aman sinceramente a su patria estarádispuestos a servirla fielmente, a sacrificar sus bienes e intereses, e incluso la vida, por ella.

Promover la virtud y el patriotismo es en tal sentido una de las funciones de este tipo de  partidos. Los militantes han de buscar la luz, de la verdad y de la justicia, y socializarla. Porque como planteó Martí: “El deber de un patriota que ve lo verdadero está en ayudar a sus compatriotas, sin soberbia y sin ira, a ver la verdad”. Su “alta naturaleza” se prueba al  movilizar e involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones, en crear un nuevo ethos o cultura de vida.

Cuando en las Bases del Partido Revolucionario Cubano se declara como uno de sus propósitos“Propagar en Cuba el conocimiento del espíritu y los métodos de la revolución”, esto se ha de corresponder,  como en el propio documento se manifiesta, con el de fundar “un pueblo nuevo y de sincera democracia”, “en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre”,  con nuevas prácticas de participación política. Ese fue el reto “superior” del PRC y lo es, en un contexto más complejo, para el actual PCC.

Si como entendía  Engels, la Revolución es “el acto supremo de la política”. El rol “superior” de los partidos  revolucionarios, es propiciar estallidos de participación política, mediante expansiones de la conciencia política. Como vanguardias virtuosas, han de crear las condiciones que permiten ampliar la movilización política, la creciente la internalización de valores humanistas y la identificación de los ciudadanos en un “nosotros” con intereses armonizados con esos valores y con el bien común, bien de la patria; para la concreción de sus expectativas de cambio y la satisfacción de susnecesidades biopsicosociales, de expresar, sin límites, su naturaleza humana.

Cuando se re-organiza y actualiza el nuevo Partidode la nación cubana, no se hace más que ponerlo en condiciones de amasar un pueblo nuevo con una cultura política “otra”; alistarlo “para levantar la patria a escuadras y a nivel, de modo que no se venga a tierra por lo torcido de los muros; para poner a la patria independiente cimiento de siglos”.


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